El líder de Boko Haram, Abubakar Shekau, sonríe en un vídeo de la milicia islamista difundido en septiembre del año pasado. :: AFP
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El terrorismo islamista intensifica sus acciones bélicas en Nigeria

Los radicales de Boko Haram matan al menos a 59 internos de una escuela en una escalada bélica sin precedentes

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Boko Haram provocó una matanza de alumnos en el ataque llevado a cabo la madrugada de ayer contra el Federal Government College de Gujba, en el estado nigeriano de Yobe. La organización islamista, que condena la enseñanza según el modelo occidental, irrumpió en el complejo educativo, reunió a los estudiantes y separó a los varones, que fueron degollados o tiroteados. Tras las ejecuciones dio fuego a las instalaciones. Las últimas estimaciones hablan de 59 muertos. El atentado se produce cinco meses después de otro similar cometido contra el Colegio de Agricultura de la misma localidad y que provocó un número parecido de víctimas.

Esta táctica guerrillera, de extraordinaria violencia, se ha repetido a lo largo de las dos últimas semanas en el vecino Estado de Borno, verdadero epicentro de la actividad guerrillera y afectado por una escalada bélica sin precedentes en los cinco años de insurrección. La pasada semana, dos ataques contra las poblaciones de Izghe y Bama se saldaron con 106 y 98 víctimas mortales.

Por su intensidad, daños humanos y trascendencia regional, se trata de la más importante amenaza que sufre África en la actualidad, tan preocupante como la incursión yihadista en Malí. Sin embargo, hasta ahora ha sido considerada un mero asunto interno dentro del gigante africano, la segunda potencia tras Sudáfrica, importante proveedor de crudo y aliado esencial de Occidente.

El pasado mayo, el Gobierno nigeriano impuso el estado de emergencia en Borno, Yobe y en Adamawa, un tercer Estado también afectado por el levantamiento. El primer triunfalismo gubernamental, divulgado por notas de prensa que hablaban de apabullantes victorias, se ha visto ridiculizado por la iniciativa terrorista. Las recientes declaraciones de Kashim Shettima, gobernador de Borno, admitiendo la imposibilidad de vencer a los extremistas en las actuales condiciones y reconociendo su mejor equipamiento militar, avalan la suposición de que la situación bélica se halla fuera de control.

El relativo bloqueo informativo impuesto por el Gobierno de Abuja ha impedido hasta la fecha conocer su verdadera dimensión, aunque el recrudecimiento bélico ha provocado fricciones entre el poder central y los regionales, en manos de la oposición, que temen la implantación de una administración militarizada. El régimen de Abuja ha cerrado transitoriamente la frontera norte con Camerún, donde los milicianos cuentan con bases de apoyo, al igual que en Níger y Chad.

El drama sólo comenzó a alarmar fuera de las fronteras nigerianas en fechas recientes. Los mortíferos atentados de Boko Haram tampoco consiguen grandes titulares en los periódicos de Nigeria, un país atrapado por el lastre de la violencia cotidiana y la corrupción galopante. Los diarios parecen más interesados por el progresivo desmoronamiento del partido gubernamental y la destitución de Lamido Sanusi, el gobernador del Banco Central, que conmocionó a la opinión pública cuando denunció, hace unos meses, que 12.000 millones de euros procedentes de los ingresos petrolíferos se habían volatilizado.

La estrategia del Vietcong

El modus operandi de Boko Haram se basa en la sorpresa. La muerte suele llegar al alba y muchas de sus víctimas quedan atrapadas en el duermevela. Quizá sus mensajeros simulan ser el contingente militar en misión de patrulla, engañando así a sus autodefensas o, tal vez, la localidad asaltada no dispone de un mínimo sistema de vigilancia que pueda advertir de la irrupción de extraños armados. Sin medios con las que repeler el ataque de estos fanáticos religiosos, ni las mezquitas, ni las iglesias, ni los colegios proporcionan amparo. Los guerrilleros peinan las casas y bloquean los accesos para impedir la huida de sus moradores.

Las poblaciones civiles son el blanco preferente de los radicales aunque, a lo largo del último año, también han atentado contra mercados, instalaciones militares e incluso una comitiva nupcial. Las esporádicas acciones violentas, inicialmente dirigidas contra la minoría cristiana y la estructura de la Administración, han dado paso a las operaciones de gran envergadura y amplio radio de acción.

Sus maneras tienen ecos del Lejano Oriente. El recurso a las matanzas indiscriminadas, saqueos y destrucción recuerda la política llevada a cabo tanto por el Vietcong como por los militares survietnamitas con la complicidad de Estados Unidos.