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La represión de las protestas abre fisuras en el chavismo

El gobernador de Táchira, compañero de armas del líder fallecido, critica a Maduro y defiende la liberación del opositor Leopoldo López

LA HABANA. Actualizado: Guardar
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Unas declaraciones de José Gregorio Vielma Mora, gobernador chavista del Estado fronterizo del Táchira, han levantado un gran revuelo en Venezuela y algunos analistas hablan ya de fisura en el chavismo. Vielma Mora calificó de «error y exceso inaceptable» el sobrevuelo de aviones militares en la capital estatal, se expresó a favor de la liberación del opositor encarcelado Leopoldo López, y reconoció que la economía nacional tiene problemas. Después, tal vez arrepentido, sostuvo que no fue su intención hacer daño con sus quejas y también defendió la actuación de la Guardia Nacional. «Yo estoy con el Gobierno, soy revolucionario», aseguró públicamente. «Yo soy chavista de corazón, la duda ofende».

El mandatario regional realizó el lunes esas aclaraciones en una entrevista a un canal radiofónico. Después las ratificó al señalar en su cuenta de Twitter que no sabía «cuán graves fueron» sus palabras y que su objetivo «no era causar revuelo o daño a la revolución». Pero diversos comentaristas se lanzaron a realizar interpretaciones de todo tipo, porque Vielma Mora no es cualquier funcionario. Fue compañero de armas de Hugo Chávez en la intentona golpista contra Carlos Andrés Pérez en 1992. El gobernador de Táchira atribuyó el escándalo a «grupos malsanos» que a través de las redes sociales pretenden desprestigiar el compromiso «irrestricto con la paz, el presidente y la revolución».

Vielma Mora negó la implicación Guardia Nacional en la muerte de un ciudadano en las protestas registradas la semana pasada. Pero sí confirmó que hay varios funcionarios heridos y denunció que «hay terroristas en el Estado Táchira de afuera, pagados, contratistas. Eso no es normal, los tachirenses no prenden fuego». También atacó al expresidente colombiano Álvaro Uribe como supuesto responsable de financiar las revueltas.

El presidente Nicolás Maduro ha denunciado que existía un plan organizado para crear una insurrección en San Cristóbal, la capital del Táchira, y después extenderla al resto de Venezuela. A Caracas, según el mandatario, llegaron el día 12 de febrero y desde entonces los disturbios no han cesado en algunos sectores de varias ciudades.

Así explica Maduro la violencia que ha marcado al país en las últimas semanas y que hasta el momento se ha cobrado 16 vidas, 9 de ellas de manifestantes opositores o simpatizantes oficialistas. Los seis restantes murieron en circunstancias no muy claras. El último caso fue el de un joven que recibió un balazo en la cabeza en disturbios en un centro comercial en Aragua. Los daños a edificios oficiales y a autobuses del transporte público son cuantiosos, así como los detenidos, que según Nicolás Maduro son 712, de los que 48 permanecen con cargos.

Las marchas a favor y en contra del Gobierno se repiten en el país. Ayer la oposición se concentró frente a la Embajada de Cuba, país al que acusan de dirigir la política venezolana. Por su parte, el sucesor de Chávez acusa a Estados Unidos -que ayer ordenó la expulsión de tres diplomáticos venezolanos- de haber apoyado a la derecha opositora para darle un golpe blando que lo haga renunciar. Pero en la confianza de que los chavistas sabrán enfrentar a los «fascistas», declaró días festivos el jueves y el viernes. Fechas previas al carnaval y a la celebración por todo lo alto, con mandatarios extranjeros incluidos, de una ceremonia para recordar el día 5 el aniversario de la muerte de su padre político, Hugo Chávez.