Tejero, el 23-F. Abajo fotografías del tricornio del ex teniente coronel que iba subastarse. :: R. C.
Sociedad

El falso tricornio del 23-F

El supuesto sombrero que Tejero lució en el asalto al Congreso iba venderse al mejor postor por un precio inicial de 6.000 euros

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El revuelo mediático levantado por la subasta del tricornio que usó el teniente coronel Antonio Tejero durante el golpe del 23-F ha servido para descubrir que no se trataba del auténtico. La conocida casa de subastas que iba a ponerlo a la venta lo retiró a últimas horas de la tarde de ayer, una vez que la familia del ex guardia civil aseguró que el original está a buen recaudo en su domicilio.

Al parecer, la prenda que iba a subastarse, y que tenía un precio de salida de 6.000 euros, fue regalada por Tejero a una persona que así se lo había pedido, pero en ningún caso era la que utilizó aquella tarde soleada, pero fría, del 23-F, cuando un grupo de guardias civiles, que llevaban gorras teresianas, tomaron el Congreso. No se trata pues del tricornio más visible de la asonada, con el que Antonio Tejero, pistola Star de 9 mm 'parabellum' en mano, gritó aquello de «¡quieto todo el mundo!», mientras que sus subordinados disparaban una pequeña ráfaga al techo del hemiciclo, impactos ahora en restauración tras un error en el arreglo de la techumbre.

El tricornio en cuestión fue un regalo a un amigo. Eso aparecía explicado en un tarjetón que acompañaba a la prenda de cabeza para autentificar su procedencia en la subasta: «Este Tricornio lo dedico a mi gran amigo Cabo-Caballero Legionario Honorario Excmo. Sr. D. Norberto Severiano de Soriano y Aznar, en prueba de mi afecto y amistad. Fdo: Antonio Tejero Molina. Prisión Militar de Alcalá a 1 de abril de 1981».

La retirada de la puja puede haber frustrado las ilusiones de algunas personas que ya se habían hecho planes para tenerlo en el salón de su casa, en el comedor o, en el caso de los más fetichistas, en el dormitorio, como haría Antonio Recio, mayorista de marisco en la serie de televisión 'La que se avecina'.

Ahora queda para la reflexión qué podría haber pasado con el auténtico tricornio, que es con toda lógica propiedad de la familia Tejero. Pero en caso de haber sido puesto a la venta podría tenerse en cuenta que forma parte de un episodio de la historia de España, aunque muchos no lo quieran recordar. De esa manera, su lugar habría estado en un museo, militar o etnográfíco. Porque con la perspectiva del tiempo, en un siglo, podría tener el valor histórico que ahora se le da a la silla ortopédica guardada en el Monasterio de Yuste donde Carlos I firmaba decretos, los restos del coche en el que murió Carrero Blanco o los uniformes de Franco, expuestos en el Palacio del Pardo.

Aunque en la cultura nacional hay claros exponentes de la prenda de cabeza, desde la típica boina, chapela o 'chichonera', pasando por la montera picona asturiana, la barretina catalana, el tricornio se asocia a lo español. No hacía falta que se lo pusiera el entonces Papa Benedicto XVI para darlo a conocer al mundo.