CDU/CSU. Angela Merkel, ayer, en un mitin en Oranienburg. :: J. EISELE / AFP
MUNDO

Merkel busca aliado para gobernar Alemania

Con todas las encuestas a su favor, la actual canciller se beneficia del anhelo de estabilidad del pueblo germano

BERLÍN. Actualizado: Guardar
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Dentro de dos semanas los alemanes acudirán a las urnas para decidir quién quieren que ocupe el despacho de la Cancillería, donde no solo se deciden los designios de la mayor economía de Europa, sino también desde hace tiempo, los de toda la Unión Europea. Berlín parece haber desplazado a Bruselas como centro de operaciones y el desfile de personalidades que acuden a rendir cuentas a la canciller Angela Merkel se sucede sin descanso. Esto ha provocado que el próximo 22 de septiembre toda Europa mire a Alemania, donde sus ciudadanos decidirán si quieren darle otros cuatro años al actual Gobierno o por el contrario, volver a darle una oportunidad al Partido Socialdemócrata (SPD), en la oposición desde su último descalabro electoral en 2009, en que obtuvieron el peor resultado de su historia al obtener solo un 23% de los votos (un 11,2% menos que en 2005).

Un total de 34 partidos confluyen en las elecciones generales. Sin embargo, solo cinco forman parte del firmamento político alemán y luchan por arañar el máximo número posible de votos en la cuenta atrás de la gran cita del mes de septiembre. La Unión -formada por la Unión Cristianodemócrata (CDU) y su partido hermanado de Baviera, la Unión Cristianosocial (CSU)- encabezada por Angela Merkel, será la formación política más votada. De acuerdo con el último barómetro elaborado por la cadena pública alemana ZDF sobre intención de voto, la Unión obtendría un 41% de los votos, muy por delante del segundo partido más votado, el SPD, que obtendría un 26% de apoyo.

Promesas electorales como aumentar la desgravación de las familias, incrementar las ayudas por niño, introducir una pensión para las madres o mejorar la pensión por incapacidad laboral son algunos de los ambiciosos puntos del programa electoral de la política cristianodemócrata, calificadas por la oposición de «promesas imposibles de cumplir» por el gran coste que supondría para las arcas del Estado.

Sin embargo, la máxima baza de la mandataria son las cifras económicas actuales, con la tasa de desempleo más baja desde la Reunificación alemana en 1990 (un 6,8%) y con una economía que ha conseguido mantenerse a flote mientras sus vecinos se ahogaban en un mar de deudas y malas decisiones.

«Ya me conocen»

«Fueron cuatro años buenos para Alemania en todos los ámbitos», afirmaba Merkel esta semana en la última sesión en el Bundestag (Cámara baja) antes de las elecciones. «Continuaremos por este camino», añadió con seguridad, sabedora de que cuenta con el apoyo de los electores, que la ven como la política más adecuada para llevar el timón del país en medio de una crisis europea que parece que nunca llega a su fin. «Hemos demostrado que sabemos hacer las cosas, también en tiempos difíciles», le espetó al candidato del SPD, Peer Steinbrück, durante el careo que mantuvieron en el último debate televisado.

Los alemanes están contentos con el presente y quieren que todo permanezca como hasta ahora. No hay deseo de cambio. Así lo reflejó una encuesta elaborada esta semana de cara a las elecciones por el instituto de demoscopia Rheingold. «El deseo de estabilidad beneficia a Merkel, incluso entre el electorado de la oposición», concluyeron los especialistas. Un 28% de los votantes del SPD confían en la actual canciller para seguir dirigiendo el país. «El pueblo es como Merkel, primero esperar y sentarse sin hacer nada a ver qué pasa», comentó uno de los encuestados.

La candidata conservadora es muy consciente de ello y toda su estrategia electoral quedó muy bien resumida en su alegato final en el debate televisado, visto por más de 17 millones de espectadores: «Ustedes ya me conocen», dijo a los electores sin más adornos.

Por su parte, la segunda fuerza política del país, el SPD lleva semanas intentando movilizar a su electorado y a los 2,8 millones de votantes indecisos. La formación socialdemócrata ha perdido muchos votos desde su última etapa en el gobierno con el excanciller Gerhard Schröder, que cayó en desgracia por sus polémicas reformas del sistema social y del mercado de trabajo recogidas en la Agenda 2010. Esto, junto con la Gran Coalición con la Unión en la legislatura de 2005-2009, que fue vista por su electorado como un giro hacia la derecha, le pasó factura en los últimos comicios.

Steinbrück, exministro de Finanzas durante la Gran Coalición con Merkel, lleva semanas empeñado en intentar demostrar que lucharán por hacer que Alemania regrese a lo que consideran «el camino social». El candidato socialdemócrata, de 66 años, acusa al actual Ejecutivo de conseguir una tasa baja de desempleo a base de aumentar los contratos basura como los miniempleos y la precariedad laboral. Un salario mínimo por ley de 8,50 euros por hora, con una pensión mínima para evitar la pobreza en la tercera edad y una subida de los impuestos para las grandes fortunas se alzan como los principales caballos de batalla de la socialdemocracia. Sin embargo, a pesar de sus múltiples intentos, el SPD no consigue diferenciarse radicalmente de la CDU.

En este punto, la gran incógnita es, ¿con quién gobernará Angela Merkel? A pesar de que será el partido más votado lo más probable es que un socio en el Gobierno. Su aliado natural y con quién ha gobernado en los últimos cuatro años, el Partido Liberal (FDP), se encuentra de capa caída. De hecho, su candidato, Rainer Brüderle, intenta dar la vuelta a los sondeos que lo sitúan muy cerca de quedarse fuera del Parlamento. El barómetro de la ZDF le dio el viernes un 6% de los votos. Los liberales, contrarios a cualquier plan que implique una subida de los impuestos, buscan acabar con el impuesto de solidaridad destinado a ayudar a los antiguos Estados de la extinta RDA.