toros en el puerto

Un gran Cid indulta un bravo ejemplar de Buenavista

El torero jerezano Ángel Puerta corta una oreja al toro de su alternativa y Jiménez Fortes se va de vacío

EL PUERTO. Actualizado: Guardar
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El jerezano Ángel Puerta se convirtió ayer en matador de toros tras estoquear a 'Desastre', toro negro, ofensivo de cuerna y de proporciones armónicas. Un toro con trapío que embistió de forma brusca y con las manos por delante a los capotes. Tras la solemne entrega de trastos, tomó muleta y estoque el toricantano para gustarse en unos pases por bajo iniciales que resultaron estéticos y mandones. Prosiguió con varias tandas de toreo en redondo en las que condujo y vació con mucho garbo las alegres embestidas de la res. Pero el toro fue perdiendo profundidad en sus acometidas y ganando en brusquedad, por lo que el trasteo quedaría ya huérfano desde entonces de sus brillos iniciales. También se dobló con torería y poder con el noble sexto, del que consiguió series de derechazos con mucho temple y sabor. Se adornó al final con manoletinas y dejó una estocada atravesada.

Con templadas verónicas con la suerte cargada y airoso juego de brazos, recibió El Cid al cuarto de la tarde, animal de dócil y larga embestida. Condición que fue aprovechada por el sevillano para quitar después por chicuelinas y rematar con arrebatada media de compás abierto. Recibió un breve puyazo y dos portentosos pares de Alcalareño constituyeron preámbulo a varias tandas de derechazos plenas de quietud, armonía y plasticidad, en las que un inspirado Cid supo estar a la altura que la boyantía, prontitud y recorrido de la buena res demandaban. Toro raza encendida y pelea encastado que propició también fabulosas series al natural, que quedaban abrochadas con gráciles afarolados y hondos pases de pecho.

Garbo

Con la faena rematada, el torero empuñó la espada y entonces el público solicitó con vehemencia el indulto. Superlativo premio que de inmediato fue concedido por el usía. Toro de nombre 'Importante', herrado con el número 55, negro de capa, de 495 kilos de peso, que volverá a las dehesas sevillanas de Buenavista por la bravura y nobleza derrochadas en el ruedo portuense. Antes de tan singular episodio ya había mostrado El Cid su firmeza y decisión ante el difícil segundo, ejemplar carente de codicia y recorrido, que derribó con estrépito a la cabalgadura y puso en aprietos a la cuadrilla en banderillas. Muleta en mano, el de Salteras castigó por bajo tan brusca embestida, aguantó miradas, amagos y coladas y hasta logró estirarse con garbo en algún derechazo enjundioso.

Realizó un gran esfuerzo Jiménez Fortes para extraer muletazos del toro violento y sin celo que hizo tercero, que a medida que avanzaba el prolongado trasteo al que fue sometido se tornaba en más desesperante su inicial sosería. Pasó por dos momentos de apuro el malagueño al quedar a merced de su enemigo en sus reiterados intentos por prender la espada. Tampoco pudo cuajar faena al descastado y falto de recorrido quinto, aunque no cesara de intentarlo en faena tan aburrida como maratoniana.