Políticos y ciudadanos participaron ayer en Bilbao en la concentración de repulsa por el homicidio. :: B. AGUDO
ESPAÑA

El falso shaolín grababa imágenes de mujeres que iba a raptar

El presunto homicida ingresó en la prisión vizcaína de Basauri tras ser puesto a disposición judicial

BILBAO. Actualizado: Guardar
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Juan Carlos Aguilar Gómez, el falso monje shaolín detenido el domingo en su gimnasio del centro de Bilbao con las manos ensangrentadas y arañazos en el pecho, filmaba a las mujeres a las que supuestamente iba a raptar, entre ellas la colombiana Yenny Revollo y la nigeriana Ada Otuya, según ha podido saber este periódico en fuentes cercanas al caso. La Ertzaintza contaría con fotografías de otras mujeres que en estos momentos está cotejando con las denuncias o sospechas por desaparición. El director de la Ertzaintza, Gervasio Gabirondo, declaró ayer en una entrevista a una emisora colombiana que están trabajando «con la hipótesis de que haya más víctimas» y reveló que existen «pruebas documentales» y «objetos que pueden provenir de otras víctimas».

El entorno de la mujer colombiana descuartizada asegura que una de sus compatriotas lleva varias semanas en paradero desconocido. En el gimnasio de los horrores, ubicado en la calle Máximo Aguirre de Bilbao, la Policía encontró cámaras de fotos y de vídeo, un trípode, y numerosas películas.

Los investigadores tienen la convicción de que puede haber asesinado a otras mujeres. Gabirondo señaló en la entrevista radiofónica que «se le veía con ciertas habilidades para alguien que sea la primera vez que usa una violencia de esas características y de la manera que la ha aplicado». La Ertzaintza ha recopilado en los registros e inspecciones oculares en el local deportivo y en el domicilio una gran cantidad de material que está siendo analizado. según Gabirondo, este tipo de agresor «guarda parte de los objetos como fetiches. Todo eso hay que analizarlo».

El presunto asesino en serie fue puesto a disposición judicial a las diez de la mañana de ayer, a punto de cumplirse las 72 horas de plazo legal, y el juez ordenó su ingreso en la prisión de Basauri. Antes, fue valorado de manera preliminar por un psiquiatra. A falta de que se realice un análisis más profundo de su estado mental, los expertos coinciden en que se trata de un «psicópata de libro», con un trastorno de la personalidad, frío, inteligente y narcisita.

En su primera declaración, Aguilar Gómez confesó que mató a la mujer colombiana y después la troceó la noche del pasado viernes y que pretendía hacer lo mismo con la prostituta nigeriana, salvada in extremis por la Ertzaintza, pero que falleció ayer por la mañana en el hospital de Basurto. Según explicó en tono pausado y muy sereno, recogió a Yenny, de 40 años, madre de dos hijos y que tenía un problema con el alcohol y las drogas, cuando ella le pidió ayuda porque alguien la estaba molestando. Las dos víctimas y el presunto homicida residían en un entorno de 300 metros, por lo que se cruzaron fácilmente en la calle. Las captó en un mismo fin de semana, a Yenny el viernes y a Ada el domingo. La sangre del tatami era reciente.

De baja estatura y lejos del cuidado aspecto físico que presentaba hace años, el detenido se mostró correctísimo en todo momento y pidió perdón en varias ocasiones. Pese a las macabras explicaciones, exhibió un relato coherente.

Según el detenido, la mujer «no paraba de hablar». La llevó a su gimnasio, el Zen4, decorado como un templo shaolín, y mientras escuchaba su verborrea comenzó su orgía sangrienta. Al ser preguntado por el motivo por el que algunos huesos estaban despellejados, alegó que no se acordaba. Aseguró que entre sus planes no estaba el de mantener relaciones sexuales con ninguna de las dos mujeres, aunque sí de repetir el descuartizamiento. Al único cuerpo fragmentado hallado entre el gimnasio y la casa le faltan partes anatómicas que él ha confesado que había tirado en la ría, aunque no han aparecido. Además de las seis bolsas con los trozos de cadáver de la mujer colombiana había más en el balcón de su casa, donde se encontró un brazo, una mano y las dos prótesis mamarias que le había extraído.

Aguilar Gómez sostiene, pese a que no hay una constatación médica, que tiene un bulto en la cabeza desde que subió al Tibet a 6.000 metros de altura, y que cuando el supuesto tumor le «oprime», pierde la cabeza y le produce amnesia.