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Rajoy defiende que España ya tiene la «cabeza fuera» de la crisis

El presidente intenta dar un nuevo rumbo a su mandato tras 14 meses de ajustes y anuncia reformas de «segunda generación»

MADRID. Actualizado: Guardar
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Mariano Rajoy cogió el toro por los cuernos y comenzó su primera intervención en el Debate sobre el estado de la Nación con una cifra: cinco millones novecientos sesenta y cinco mil cuatrocientos, es decir, el número de españoles que quieren trabajar y no pueden hacerlo.

Pese a este contundente prólogo, el presidente del Gobierno eludió cualquier tipo de autocrítica por su gestión y responsabilizó sin tapujos de la gravedad de la alta tasa de desempleo y de la crisis a la «herencia» que dejó el anterior Gobierno socialista en general y, a la «historia» de Alfredo Pérez Rubalcaba, su principal rival durante el Debate. Acusó al jefe de la oposición de no haber hecho nada de lo que ahora predica durante las dos legislaturas anteriores, en las que gobernó el PSOE.

Durante cerca de hora y media Rajoy construyó el relato de su primeros catorce meses de mandato desde cuatro ejes: situación económica, cambio de estrategia de España ante la Unión Europea, lucha contra la corrupción y el actual modelo de Estado.

El presidente del Gobierno, tras reiterar que los sacrificios que ha pedido a los españoles no han sido en vano, defendió las reformas estructurales puestas en marcha, sobre todo la laboral y la educativa y, tal vez lo más novedoso, anunció un nuevo paquetes de reforma de «segunda generación» tras dar por superado lo peor de la crisis.

«España tiene ya la cabeza fuera del agua; la peor amenaza se está convirtiendo en recuerdo», espetó el jefe del Ejecutivo en lo que pareció un símil de los «brotes verdes» que quiso ver el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero durante la legislatura pasada.

Este era el primer objetivo que Rajoy quería conseguir en este debate y que, según su equipo, logró con creces: recuperar la iniciativa política y marcar un punto de inflexión en la legislatura. El presidente peor valorado durante su primer año en la Moncloa, según todas las encuestas, volvió a apelar a la mayoría silenciosa de ciudadanos que no sale a la calle a protestar porque, supuestamente, apoyan su gestión. «Los españoles -apuntó- no son niños; son conscientes de las dificultades, saben distinguir perfectamente lo que les ayuda de lo que les perjudica, y no confunden lo que les gustaría con los que les conviene». Y por ello, según Rajoy, «de mejor o peor humor, con mayor o menor resignación, pero los españoles aceptan los sacrificios».

De no ser por el caso Bárcenas, el Debate sobre el estado de la Nación se habría centrado en la economía. Pero, tras la aparición de la supuesta 'contabilidad B' del PP, Rajoy no pudo eludir este espinoso asunto. Eso sí, sin referirse ni una sola vez al que fue durante más de veinte años gerente y tesorero de su partido. Defendió con vehemencia que España no es un país de corruptos y calificó de «insidias» cualquier generalización sobre podredumbre en el ámbito político; «Me repugna que en España surjan casos de corrupción, pero me enorgullece que las instituciones funcionen en su persecución». El presidente del Gobierno confió en que los jueces y fiscales -no hizo alusión alguna a que, precisamente, estaban en huelga- cumplirán con su deber.

Penas más duras

El Ejecutivo quiere ayudar en esta tarea, por ello anunció un endurecimiento de las penas para este tipo de delitos y nuevas leyes que hagan más fácil el papel fiscalizador del Tribunal de Cuentas sobre la contabilidad de los partidos políticos. «España es un país limpio que lo está pasando mal», añadió en alusión a este problema.

Incidió en la idea de que los sumarios sobre supuestas irregularidades en las que hay imputados políticos son excepciones que «no son más representativas más que de sí mismas, como en todas partes donde brotan malas hierbas», sentenció el presidente.

Rajoy, en su primera alocución, no abordó ni los desahucios ni la sanidad. Sí lo hizo durante la réplica a Alfredo Pérez Rubalcaba, aunque sin aportar ninguna propuesta novedosa. Estas llegaron en el ámbito de pymes y autónomos a los que prometió cumplir con una de sus promesas electorales estrella: que no tendrán que adelantar el pago del IVA de aquellas facturas que no hayan cobrado.