Un hombre consuela a un niño durante el funeral de uno de los menores fallecidos en el tiroteo. A la derecha, Barack Obama, emocionado :: AFP / REUTERS
MUNDO

EE UU encara la violencia armada

El tiroteo con 20 niños muertos en Newtown convierte en una prioridad la seguridad en las aulas

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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El eco de la tragedia de Newtown marcó ayer la vuelta al colegio de millones de escolares estadounidenses en una jornada donde se mezcló el luto por los entierros de algunos niños asesinados con la imperiosa necesidad, expresada desde todos los ámbitos de la vida pública, de abordar cambios sustanciales en la legislación sobre armas. No está claro que esta vez la clase política aprenda la lección y decida confrontar a la Asociación Nacional del Rifle (NRA) y, por extensión, a ese 68% de norteamericanos que considera la posesión de armas como un derecho inalienable. Aun con esas cautelas, las palabras de Barack Obama en su vista a la localidad el domingo -«esto no se puede tolerar «- pueden no caer en saco roto si se tiene en cuenta el ímpetu con que ha sido recibido su mensaje en Washington.

Las primeras señales positivas vienen de su propio partido. Joe Manchin, senador demócrata por Virginia Occidental, propuso ayer una cosa tan modesta como poner de acuerdo al Congreso y a la industria para una «aproximación sensible y razonable» que permita frenar la venta de armas de asalto como la utilizada por Adam Lanza para ejecutar a su propia madre y luego a 26 personas en la escuela de Primaria de Sandy Hook. Como otros demócratas elegidos en Estados predominantemente conservadores, Manchin ha sido siempre un ferviente defensor de las armas. Tanto que ostenta la calificación 'A' otorgada por la NRA por su excelente trabajo en favor de los poderosos 'lobbies' de la industria. Con un expediente así, este senador amante de la caza mayor no habla ni mucho menos de confrontación y pide una «cooperación razonable» para la reforma de las leyes.

Desde el primer mandato de Bill Clinton ningún gobierno ha introducido una coma en esa legislación. Por eso el pausado discurso de Obama, aunque desprovisto de propuestas concretas, parece dirigirse a esa «acción decidida» de la que habló en su primera intervención el viernes. «Estas tragedias deben terminar», dijo la madrugada de ayer en Newtown. «¿Podemos decir de verdad que estamos haciendo lo suficiente para mantener seguros a nuestros hijos», se preguntó. «Si somos honestos con nosotros mismos, la respuesta es no. No estamos haciendo lo suficiente y tenemos que cambiar».

Del lado de republicano, la predisposición a negociar un marco jurídico más estricto no es un asunto tabú, pero cuesta hallar voces críticas en las altas esferas del partido. «Cada estadounidense debe saber que nada va a ser igual a partir de ahora», señaló el excongresista Joe Scarborough a la cadena MSNBC. «Los políticos ya no pueden defender más el actual 'status quo'. Su primera obligación es defender a nuestros hijos". Seguidor de las ideas de la NRA, Scarborough tuvo una intervención muy emocional donde criticó el enorme daño de los videojuegos y las películas violentas en la mente de los jóvenes.

Gran preocupación

La seguridad en las escuelas se ha convertido en la gran preocupación de la comunidad educativa y las instituciones responsables de centros. Los sucesivos ataques registrados en las últimas décadas ya habían inducido importantes cambios en materia de seguridad, como era el caso en Newtown. Sin embargo, ni la video vigilancia ni un control estricto de la entrada de personas evitó que Adam Lanza irrumpiera en el edificio fuertemente armado. El otro reto de educadores, psicólogos y padres es velar por la salud emocional de los críos en unos momentos tan delicados.

Quienes lo tienen más difícil son los casi 700 alumnos de la Sandy Elementary School, desplazados indefinidamente a otro colegio hasta que concluya una investigación que se anuncia larga. Entre los datos facilitados ayer, la policía ha descartado que existiera una conexión entre el pistolero y la escuela. Del ambiguo informe se interpreta que Lanza no acudió allí a matar a nadie en particular sino que eligió el lugar con toda la meticulosidad del mundo para descargar su ira infernal.

Mientras se suceden las especulaciones sobre la salud mental del atacante, una encuesta del 'Washington Post' revela que la mayoría sitúa las causas de la masacre en una conjunción de problemas sociales y no el resultado de la acción desesperada de individuo problemático. El hecho, que parece obvio, no lo es si se tiene en cuenta que anteriores encuestas reflejaron siempre lo contrario. Ese sorprendente hallazgo de que la mayoría no ve a los asesinos como alienígenas sino parte integrante del cuerpo social contrasta con otra verdad no menos ilustrativa: pese a la matanza de Newtown, la mayoría del país mantiene una defensa acérrima a portar armas.