Tribuna

Políticas de campanario

MIEMBRO DEL PSOE DE CÁDIZ Actualizado: Guardar
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El calendario electoral lo han adelantado, para contar los votos antes de consumar los rescates-recortes pactados con Merkel. Para distraer al personal y evitar que voten pensando en la nefasta gestión de los gobiernos, PP y CiU han resucitado el debate sobre el modelo de estado, así se garantizan el apoyo de sus respectivas parroquias. Nunca mejor dicho, porque tienen hasta sus correspondientes obispos de campaña; Rouco juega en el equipo de Rajoy y Taltavull en el de Mas.

Se odian cordialmente. Se devuelven las cartas de amor en las campañas electorales y se apoyan mutuamente a la hora de legislar o de aprobar los presupuestos respectivos, en los que coinciden en los recortes del gasto social y en la privatización de lo público. Como corresponde a partidos hermanos en lo ideológico y en lo político, hasta que el nacionalismo insolidario mutuo y excluyente los separa.

El rescate-recorte, pactado y aplazado, se firmará y ejecutará después de las elecciones. Como llegó el anterior, retrasado por las andaluzas. Con el nuevo ajuste llegara la rebaja de las pensiones y de las prestaciones por desempleo.

Cuando el desempleo desbocado ha alcanzado cifras alarmantes y se hace crónico y los índices de la indigencia no cesan de aumentar, la derecha nacionalista de todas las latitudes ha encontrado la fórmula para no debatir sobre su gestión al frente de los gobiernos, ni sobre las fracasadas recetas que han venido aplicando para corregir el déficit fiscal y reactivar la economía.

Tras las elecciones y una vez consumado el esfuerzo inútil de intentar convencernos de que todos han ganado, volverán las llamadas al diálogo y a la sensatez, reconocerán las coincidencias de ideas y programas, modularan los discursos y sumaran sus votos en la aprobación de leyes y presupuestos.

La crisis económica se ha vuelto global y vamos camino de una recesión de caballo, si alguien no lo remedia. Vivimos un cambio de época, no solo una época de cambio, y la globalización nos puede mandar al baúl polvoriento y apolillado de la historia, si no competimos en los mercados instalados en un proyecto europeo eficiente y solidario.

Frente al reto de la globalización proliferan las políticas de campanarios, los señuelos para distraernos de la batalla contra la crisis, los discursos políticos que multiplican las incertidumbres económicas y las huidas hacia adelante que dificultaran los necesarios consensos futuros.

La crisis como coartada, como argumento-señuelo, para deshacer lo construido en las últimas décadas de recorrido constitucional, poniendo en cuestión logros históricos como el modelo territorial y el estado de bienestar. Cada viernes el gobierno, a través de la formula excepcional del decreto ley, invade competencias de las comunidades autónomas y recorta los servicios y prestaciones públicas.

El presidente del gobierno se niega sistemáticamente a comparecer en el parlamento, en unos momentos en los que se negocia los términos del rescate del sistema financiero y del país. Se ha consumado una reforma laboral desequilibrada a favor de los empresarios y que aniquila la negociación colectiva. Las subidas de impuestos descargan el peso del déficit presupuestario sobre los trabajadores, los funcionarios y las clases medias, mientras que los recortes debilitan los servicios públicos como prologo a su progresiva privatización.

La propuesta de la derecha nacionalista española es refugiarse en una interpretación restrictiva de la Constitución y desmantelar el estado de las autonomías, aprovechando la crisis económica y las dificultades financieras de las administraciones públicas, que tienen la responsabilidad de gestión de los servicios públicos básicos (salud y educación), pero carecen de la capacidad fiscal para financiarlos.

La alternativa de la derecha nacionalista catalana es la de conformar una mayoría heterogénea en la que sumar identidades y sentimientos, agravios comparativos y desamparos económicos, memoria histórica y crisis económica, para fortalecer las demandas de autonomía fiscal e independencia insolidaria

Instalados en el viejo y tramposo recurso político del enemigo exterior, intentan sacar ventaja electoral apelando a los sentimientos legítimos y respetables de las personas. Es peligroso hacer política sobre la base de la identidad agraviada, poniendo el acento en las diferencias y ocultando lo común.

En Andalucía no hay elecciones en el horizonte. El debate sobre el modelo de estado no está contaminado por la urgencia de la campaña. Esta parte de España, que nunca ha acogido el discurso de la independencia, no puede distraerse de la lucha contra la crisis y el desempleo, pero no se quedará al margen. Nuestra contribución al modelo ha sido y seguirá siendo sustancial, en clave de igualdad y solidaridad para todos los ciudadanos, vivan donde vivan.