Milicianos de Al Shabab entregados a las autoridades de Mogadiscio el pasado 24 de septiembre. :: REUTERS
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Al Shabab pierde su bastión somalí

Los islamistas radicales son expulsados de la ciudad costera de Kismayo por fuerzas militares conjuntas de Nairobi y Mogadiscio

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Los radicales de Al Shabab han optado por no plantar batalla en las calles de Kismayo y ayer abandonaron su último bastión, situado al sur del país. Esta retirada estratégica realizada al abrigo de la noche, tal y como ha señalado su portavoz Sheikh Ali Mohamoud Rage, ha permitido el avance de las tropas kenianas sobre los distritos urbanos septentrionales. Las tropas enviadas por Nairobi y efectivos del Gobierno somalí desembarcaron el jueves en las playas situadas al norte de la ciudad en una operación destinada a hacerse con el principal puerto en manos de los islamistas. Las últimas noticias indican que las milicias se han retirado al territorio rural circundante y a los pueblos situados al norte, mientras persiste el vacío de poder en buena parte de la población.

La pérdida de Kismayo, tras cinco años de control, implica un cambio decisivo en el panorama político de Somalia. La conquista del área urbana de Mogadiscio el pasado mes de agosto inició una ofensiva que ha ido despojando a los fundamentalistas de ciudades importantes como Merca, Baidoa o Afmadow. Aunque retienen gran parte de las regiones centrales y meridionales, su posición aparece muy debilitada por la privación del puerto recién capturado, principal vía para la exportación de carbón vegetal y la adquisición de armas y otros suministros.

La expansión militar de la Unión Africana y sus aliados se desarrolla en paralelo a los esfuerzos políticos por instaurar un régimen estable en Somalia. La elección del presidente Hassan Sheikh Mohamud y las conferencias de donantes son hitos en esa hoja de ruta hacia la consolidación de una Administración nacional. El apoyo político y económico de Estados Unidos, la UE y Turquía ha permitido el acuerdo entre los diversos poderes fácticos contrarios a los integristas, mientras que la colaboración de Etiopía y Kenia con diversos grupos guerrilleros situados al oeste y sur ha impulsado exitosas campañas bélicas.

El repliegue de Al Shabab no parece similar al experimentado por la Unión de Cortes Islámicas tras la invasión etíope de 2006. Entonces, la organización extremista se disgregó y tampoco las tropas extranjeras pudieron consolidar su ocupación. Ahora, Al Shabab cuenta con la alianza de Al-Qaida, mientras que Occidente ha optado por potenciar el protagonismo local.