Economia

NO QUIERO HABLAR DE LOS PRESUPUESTOS

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La verdad es que prefiero no comentar mucho estos Presupuestos Generales presentados ayer por el ministro Montoro, que, por cierto, cada día tiene más pinta de enterrador. Me producen depresión. Llevamos ya no sé cuantos años de recortes y de subidas de impuestos, está la ciudadanía alicaída y la calle alborotada, las empresas atascadas y los parados asustados. Ya, pero las cuentas públicas continúan hechas unos zorros. El Gobierno ha hecho lo que se esperaba de él y yo he oído muchos reproches, pero muy pocas ideas alternativas que fuesen a la vez sensatas, posibles y eficaces. Pero eso es cierto en el ámbito político, en el que ningún partido quiere y/o puede afrontar lo que en verdad necesitamos, que sería una reforma en profundidad del Estado, de sus estructuras operativas, de las necesidades que satisface y de su adecuación a las necesidades que la sociedad demanda.

Pero, olvidando estas 'pequeñeces' por un día, podríamos recordar que a pesar de los esfuerzos aplicados, las cosas siguen mal. Los gastos continúan creciendo más que los ingresos, así que la deuda no se reduce y tan solo podemos esperar y confiar en que el déficit sea un poco menor, para que la Merkel no se enfade y los mercados no nos castiguen.

Bueno, pues ya tenemos Presupuestos -el PP se basta para aprobarlos y ningún otro partido querrá mancharse las manos con ellos-, pero ahora necesitamos saber si Rajoy ha decidido qué va a hacer con la petición de rescate europeo, que es un elemento fundamental de nuestro próximo futuro. Seguro que se debate entre la conveniencia del alivio financiero que provoca y la angustia por el desprestigio social y político que conlleva. Yo me dejaría de monsergas y lo pediría inmediatamente. Cuanto más antibiótico tomemos, antes quitamos la infección. Pero estoy convencido de que no será él quien tome la decisión final. Lo harán los mercados. Si aflojan la presión y la prima vuelve a lugares sensatos, evitará el mal trago. Si, por el contrario, continúan con la mano cerrada en nuestra garganta, apurará el cáliz. Hasta las heces.