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Abbas tiende una mano dolida a la paz

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Un largo y prolongado aplauso siguió ayer la intervención de Mahmud Abbas en la ONU. El palestino de cabellos blancos y mirada cansada no dijo nada. Permaneció allí, de pie, aceptando en silencio el homenaje de la Asamblea General a la que ha decidido no pedir todavía el reconocimiento de Estado No Miembro.

No es que haya renunciado a las legítimas aspiraciones de su pueblo, expulsado de su tierra por Israel hace 64 años. Abbas advirtió de que continuará sus esfuerzos, pero sabe que en vísperas de las elecciones estadounidenses no podrá convencer a Barack Obama de que le apoye. En privado, sus asesores han pospuesto esa petición hasta después del próximo 6 de noviembre.

El presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que se declaró el único legítimo representante de su pueblo -«no aceptaremos que nos dividan en dos», subrayó en referencia a Hamas-, renovó sus votos de no descansar hasta que su país obtenga el reconocimiento total de la ONU, que no espera conseguir a través del proceso de paz «que ya se está muriendo». Es más, el avance de los asentamientos judíos, los 535 ataques que sus milicias han cometido contra los palestinos en lo que va de año o las 510 casas palestinas demolidas desde la última vez que habló en la ONU, le indican claramente que Israel «ya no cree en la solución de dos estados», le acusó. Si hace 19 años, en los acuerdos de Oslo, Palestina aceptó construir su Estado en solo el 25% de su territorio histórico, con estos avances ahora es «extremadamente difícil, si no completamente imposible», sentenció.

Con todo, «a pesar de nuestra decepción y pérdida de esperanza», Mahmud Abbas tendió la mano «sinceramente» a Israel para hacer las paces y forjar el sueño de los dos Estados mediante las negociaciones. «Todavía hay una oportunidad, puede que la última».