La Policía afgana retira los cadáveres de la zona de la explosión en la zona diplomática de Kabul. :: AFP
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Mueren seis menores en un atentado en el barrio diplomático de Kabul

Los talibanes reivindican la autoría de la explosión y afirman que el objetivo era una oficina de la Inteligencia de EE UU

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Un atentado terrorista sacudió ayer la Zona Verde de Kabul. Una explosión dejó al menos seis muertos y cuatro heridos graves en la que se supone que es el área más segura de la capital afgana y donde se encuentran el cuartel general de la OTAN y numerosas embajadas extranjeras. Todas las víctimas eran adolescentes, vendedores ambulantes y chicos que limpiaban los cristales de los coches diplomáticos y militares a cambio de unas pocas monedas. El portador de la bomba también era un menor de edad, que llegó caminando al lugar del ataque.

Pero se desconoce si este joven era un kamikaze instruido o si algún desconocido le entregó unas bolsas y le encargó que las llevase a una tienda de alquiler de coches, situada entre la legación italiana y la residencia del embajador español. Fuentes del Ministerio de Interior afgano culparon de la explosión a la red Haqqani, un grupo terrorista paquistaní que ha golpeado de forma vigorosa Kabul en los últimos meses.

En un principio, los talibanes intentaron colgarse la medalla del atentado y aseguraron que el objetivo era una sede de los servicios de inteligencia estadounidenses. En declaraciones a la agencia Efe, uno de sus portavoces aseguró: «Uno de nuestros muyahidines, de nombre Abas, un joven afgano, golpeó una oficina de la CIA y mató a cinco importantes miembros de ese organismo». Cuando empezó a florecer la información y se supo que su supuesto correligionario y el resto de víctimas eran menores de edad -algo evidente en las crudas fotografías que distribuyeron las agencias de noticias a los medios-, los insurgentes cambiaron de versión y alegaron que aquel no era su terrorista.

La explosión fue «muy potente» y destrozó varios comercios cercanos, pero la Embajada italiana y la residencia de Juan José Rubio de Urquía, máximo representante de España en el país, que se encuentran a un centenar de metros del lugar del suceso, apenas sufrieron daños. De inmediato, el caos se apoderó de la zona. La gente intentaba trasladar a los heridos a los hospitales cercanos, pero los soldados de las fuerzas de seguridad acordonaron la calle por miedo a una nueva deflagración. «¡Muerte a América! ¡Muerte a América!», repetía una desconsolada mujer cubierta de los pies a la cabeza con un 'niqab' de color oscuro, que contemplaba el cuerpo mutilado de uno de sus familiares. El barrio de Shash Darak -conocido como la Zona Verde desde la llegada de las tropas extranjeras- acoge las principales embajadas, el cuartel general de la Isaf (Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad de Afganistán), el palacio del presidente Hamid Karzai y la base estadounidense de Camp Eggers.

Está cortada al tráfico rodado y los ciudadanos locales apenas transitan por ella. Y es que hay que atravesar varios controles de seguridad para llegar, la presencia militar es evidente a cada paso y la mayoría de sus habitantes son diplomáticos y soldados. Por esa razón, decenas de niños se acuden allí para tratar de venderles películas, música occidental, pañuelos y pulseras o, simplemente, limpiarles el coche.

Pese a ese control, los terroristas no dudan en intentar atentar en la zona por la repercusión de la noticia y, de hecho, esta es la segunda vez que se registra una explosión a las puertas del centro de operaciones de la OTAN.

El suceso tuvo lugar minutos después de que Mohamed Fahim, vicepresidente afgano, pronunciase un discurso ante cientos de dignatarios internacionales en Kabul para homenajear al comandante Ahmed Shah Masud, héroe de la lucha contra los talibanes y que fue asesinado en 2001, dos días antes de los atentados del 11-S.