El candidato republicano a la presidencia, Mitt Romney, en un mitin en Colorado. :: AFP
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Romney piensa en el moderado Rob Portman como pareja para batir a Obama

El candidato republicano a la Casa Blanca cuenta con una larga lista de posibles vicepresidentes para convencer al electorado

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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El ruido y la presión llegan de todos lados. Desde el núcleo duro del Partido Republicano le piden que busque un candidato o candidata a la vicepresidencia que satisfaga las expectativas de los sectores más conservadores del electorado. Otros, centristas como el propio Romney, están convencidos de que no habrá manera de robarle el voto independiente a Obama si su compañero de ticket se aleja del perfil moderado tan necesario para que prosperen la grandes decisiones en Washington. Mientras el aspirante de la derecha deshoja la margarita, la lista de posibles ha engordado. En ella se mezclan grandes nombres de la política -la dos veces secretaria de Estado de Bush, Condoleezza Rice, no deja de sonar- con figuras menos populares pero con un sólido currículum a sus espaldas.

El joven senador de origen cubano, Marco Rubio, no encuadra en ninguna de estas categorías si bien su poderoso discurso cercano a las ideas del Tea Party y el hecho de representar a un Estado clave -Florida- lo catapultó como el perfecto contrapeso para un Romney que sudó demasiado durante las primarias. Quizás a causa de esa prematura conjetura nunca respaldada por el propio interesado, la búsqueda de esa media naranja ha sido una operación llena de intriga y misterio. A las insistentes preguntas de los medios, el exgobernador de Massachussets solo ha respondido con un vago «podría considerar, en algunos casos, a personas que proporcionaran puntos de vista y habilidades diferentes a los míos».

El mensaje es tan ambiguo que ahí cabría cualquiera, desde un derechoso que encarnara el estilo implacable de los líderes del Congreso o alguien con galones en materias donde Romney tiene poca experiencia, como la política exterior. Rubio y Rice entrarían perfectamente en esa quiniela pero hay otros nombres que se consolidan por encima de ellos. En un lugar destacado de la lista aparecen el senador por Ohio, Rob Portman, el exgobernador de Minnesota, Tim Pawlenty y el gobernador de Luisiana, Bobby Jindal. Los tres constituyen ejemplos de candidatos que complementan carencias de Romney de una u otra manera y, lo más llamativo, ninguno representa ese ala dura tan de moda cuando Gingrich, Michele Bachmann y Rick Santorum marcaban el tono del discurso de los republicanos.

En una época donde los dos grandes partidos encuentran enormes dificultades para llegar a acuerdos, Portman es considerado uno de los pocos conservadores que regularmente llega a entenderse con los demócratas como lo demuestran sus historial de votaciones, primero en la Cámara de Representantes donde sirvió entre 1993 y 2005, y luego en el Senado. Muy importante también para Romney es la experiencia acumulada de este hombre que ya trabajara con Bush padre en asuntos de política internacional. Ohio, otro Estado esencial para la suerte de los contendientes a la presidencia, será recorrido por el aspirante republicano esta semana. Habrá que estar pendiente sus gestos hacia Portman o, más claro aún, si decide aprovechar la gira para desvelar quien será su acompañante.

Entre los analistas políticos existe la sensación de que Pawlenty viene segundo en el orden de preferencias. Este conservador que rompió las reglas en liberal Minnesota arrebatándole a los demócratas las riendas del poder estatal, fue el primer contendiente que se retiró en la batalla de las primarias y constituye junto a Portman una 'opción segura', como han acuñado algunos representantes del partido la mejor fórmula para ganar terreno a Obama en los estados clave donde el voto independiente se antoja decisivo.

Detrás de ambos no suena ni Consoleezza ni Rubio sino el populista Jindal, prototipo de político que encaja los valores sureños. De él gustan su discurso directo contra Obama al que hace poco llamó «el presidente más incompetente desde Jimmy Carter». Merle Black, profesora de política de la Universidad de Atlanta, cree que el gobernador de Luisiana puede ayudar a Romney a ampliar la base de votantes entre los blancos no hispanos.

Precisamente el voto hispano, crucial en una amplia porción de estados, no es el fuerte de ninguno de las tres variables que baraja Romney. Pero también es cierto que Rubio, solo por tener origen cubano, está lejos de galvanizar al electorado latino. Que Romney lo sacrifique por una opción más segura para las demandas de un sector del electorado blanco descontento con Obama puede tener sentido.