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El líder silencioso

GDANSK. Actualizado: Guardar
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Introvertido, humilde y modesto, Andrés Iniesta está en las antípodas de los cracks encantados de conocerse. Ha llegado a la Eurocopa sin hacer ruido, como acostumbra, y con la intención de hablar en el campo, donde su timidez desaparece como por arte de magia para dar paso a una brillantez que le ha elevado a los altares futbolísticos. El jugador del Barça recibe a diario el cariño de los aficionados españoles y locales que abarrotan la grada del estadio municipal de Gniewino para presenciar los entrenamientos. Quieren su firma y fotografiarse con el héroe que hace casi dos años enganchó aquel balón dentro del área en la prórroga para hacer justicia ante Holanda y lograr el primer Mundial de la historia para 'La Roja'. Él los recibe con naturalidad, como si todavía no hubiera asumido que la pelota que controló en el Soccer City de Johannesburgo la remató un país entero.

Vicente del Bosque sabe mejor que nadie que necesita al Iniesta de las grandes citas para alcanzar la gloria en Polonia y Ucrania. Mantiene el salmantino un vínculo especial con el internacional de Fuentealbilla, quizás por el hecho de que sus caracteres sean muy parecidos a la hora de asimilar el éxito. Nunca se ponen medallas, a pesar de que les colocaron la de oro en Sudáfrica después de un torneo impecable en el que el manchego volvió a demostrar que figura en el selecto club de los elegidos por el fútbol. Y se encogen de hombros o desvían la mirada con una media sonrisa cuando les cuestionan sobre los buenos momentos de 'La Roja' o les recuerdan que tienen ante sí la posibilidad de lograr el segundo título continental de forma consecutiva, otra gesta que ninguna selección ha conseguido.

La temporada de Iniesta ha sido irregular, sobre todo en el tramo intermedio, cuando otra maldita lesión vino a visitarle. Pero el azulgrana la superó sin problemas, cogió confianza y ha cerrado la campaña pletórico, con la chispa casi recién encendida. «Está fino. Espero que sea decisivo», subrayó ayer el seleccionador en la sala de prensa del Gdansk Arena cuando se le preguntó por el papel del manchego en el combinado nacional. Y es que el blaugrana es un experto en marcar goles al límite. El de Sudáfrica pertenece ya a la leyenda colectiva de jugadores y aficionados, pero no fue el único que le encumbró. A nivel de clubes hubo otro en un descuento que metió al Barça en la final de Champions, que a la postre ganaría. Fue ante el Chelsea en Stamford Bridge con un disparo desde fuera del área cuando su equipo estaba al borde de la eliminación.

Madurez

A sus 28 años, Iniesta ha alcanzado la plena madurez como futbolista y como esencia fundamental del grupo. Él nunca lo reconocerá, es parte de su temperamento, pero ha dado un paso al frente en la selección y su valor no sólo hay que medirlo en el terreno de juego, sino también en el vestuario. Su rol trasciende ya lo deportivo y encarna el ejemplo perfecto para explicar la modestia con la que 'La Roja' encara el torneo. «¿Se siente ahora más líder?», le preguntaron ayer en el interior del estadio polaco que verá hoy el debut de España. Tras colocarse bien en su silla para tener tiempo para pensar, respondió: «Yo no me considero ningún líder. Aquí cada uno es líder en el puesto en el que juega». Humildad resumida en pocas palabras por un futbolista que en el último amistoso ante China dejó claro que Del Bosque le necesita más que nunca en el duro camino hacia el título.

Es habitual que Iniesta aluda en todo momento al colectivo aunque le pregunten sobre algo que sólo le atañe a él. Su personalidad no ha cambiado aunque en su currículum aparezcan como principales logros la Eurocopa de Austria y Suiza y el Mundial de Sudáfrica, una hazaña lograda por un puñado de elegidos. El interior parecía destinado a vengar a la selección española que estuvo a punto de dar un vuelco a la historia en Francia en 1984. Él nació aquel año y, casi tres décadas después, está a sólo seis partidos de la triple corona. Si el reinado continuara, seguro que cederá el protagonismo a algún compañero y esquivará el primer plano con una sonrisa casi imperceptible. Es su carácter.