La Policía italiana entra en la casa de Giovanni Vantaggiato; a la derecha el autor del atentado. :: AFP
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La Policía investiga si el atentado de Brindisi fue una venganza privada

Un hombre de 68 años confiesa ser el autor de la bomba que mató a una chica en un instituto pero el móvil es un misterio

ROMA. Actualizado: Guardar
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La explicación a un atentado tan irracional como el del instituto italiano de Brindisi, tres bombas que mataron a Melissa Bassi, de 16 años, e hirieron a cuatro chicas más el pasado 19 de mayo, al final ha sido la más absurda, la del loco solitario. Descartados la Sacra Corona Unita -la mafia de esa región-, el terrorismo, y hasta el retorno a los atentados misteriosos de los 'años de plomo', el culpable ha resultado ser un hombre de 68 años, Giovanni Vantaggiato, casado y dueño de una gasolinera en Copertino, un pueblo de 25.000 habitantes a 55 kilómetros del lugar del atentado. Fue detenido el miércoles por la tarde y confesó a medianoche. Él es el odioso personaje que cojea y aparece en el terrorífico vídeo del suceso, oculto tras un quiosco apretando el botón del mando a distancia de las bombas al paso de un grupo de alumnas. Él preparó los artefactos en su estación de servicio, con pólvora de fuegos artificiales que metió en cargas de diez kilos en tres bombonas de gas.

Él las llevó al lugar por la noche en su Fiat Punto y las colocó en un contenedor. Luego volvió al amanecer con el Hyundai de su mujer. Asegura que todo lo hizo solo. Pero todo continúa siendo absurdo, porque sigue faltando la respuesta a la gran pregunta: ¿por qué?. «Apenas se empieza a hablar del móvil se cierra y no da ninguna versión plausible», aseguraron ayer los investigadores. «Sobre el móvil no dice nada, hay muchos puntos oscuros», admitió el fiscal de Lecce, Cataldo Motta, en una multitudinaria rueda de prensa. Se trata de algún tipo de estúpida venganza privada que no se ha logrado desentrañar.

La pista decisiva que ha llevado a Vantaggiato fueron los dos coches que utilizó en la preparación del atentado, captados en el lugar por diferentes cámaras y también en otros puntos de la ciudad. Por la noche en esa zona apenas hay tráfico y enseguida fueron un punto de interés. La gestación del crimen indica cierta ingenuidad por parte de su autor, lo que devalúa cualquier hipótesis de un encargo. Para llegar a él, la Policía ha puesto bajo examen a 1.400 personas y ha realizado 32 registros.

«He hecho todo solo, no sé por qué. He hecho explotar las bombas de día porque de noche no había nadie», dijo el detenido por toda explicación, según refirió el fiscal. Da la impresión de no ser consciente de su situación, pues lo primero que preguntó al entrar en una celda fue: «¿Cuánto tiempo voy a estar aquí?». Ha sido encarcelado en una prisión femenina y en régimen de aislamiento, para evitar agresiones de otros reclusos. Vantaggiato ha hablado de problemas económicos -«aunque no se comprende cómo se puede relacionar con un gesto tan tremendo», reflexionó el magistrado- y lo único que queda claro es que «está enfadado con el mundo». Aunque no se sabe por qué. Sus vecinos, dentro del esquema clásico, lo describen como alguien normal y reservado, y uno cuenta que le vio limpiando su yate a los pocos días del atentado.

Cómplices

Ahora se abre una segunda fase de las pesquisas para intentar reconstruir el móvil, y para confirmar si contó o no con cómplices, pues los investigadores no lo descartan. Los silencios de Vantaggiato quizá se deben a que protege a alguien, aunque se excluye que pertenezca a cualquier tipo de organización. Además de un posible rencor hacia el instituto o alguno de sus dirigentes, que el director del centro rechaza de plano, una tesis es que haya tenido en el pasado un problema con la Justicia y tal vez quisiera atentar contra el tribunal de Brindisi, que está al lado del instituto, aunque al menos a 200 metros.

Esta idea se basa en un precedente que ahora se estudia: el detenido sufrió una estafa hace algunos años, 300.000 euros de carburante no pagado, y quizá no obtuvo ningún resultado de su denuncia. Otro dato interesante es que el presunto responsable, un empresario agrícola, sufrió después dos atentados. El primero, en 2008, con una bomba fabricada con una bombona de gas colocada en el jardín de su casa que le causó heridas graves. El segundo fue el año pasado, con el incendio de su coche. También se analizan ahora para averiguar si fueron obra de Vantaggiato.