Mario Arturo Acosta. :: REUTERS
MUNDO

La violencia del narco vuelve a golpear México

Un sicario mata a un exgeneral y otras 15 personas pierden la vida en un tiroteo en un bar de Chihuahua

LA HABANA. Actualizado: Guardar
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La muerte que campa en México a sus anchas y con especial inquina entre quienes se rodean del mundo de las drogas y otras formas de violencia encontró en un solo día cerca de veinte presas. Tras haber coqueteado durante años con él, se apoderó de la vida del exgeneral Mario Arturo Acosta Chaparro, militar de larga carrera y logros pero también condenado y exonerado por falta de pruebas por vinculaciones con el narcotráfico. Mientras, al menos quince personas eran acribilladas a balazos en un bar de Chihuahua, entre ellas dos periodistas.

El brazo ejecutor de Acosta fue el sicario que le descerrajó tres balazos en la cabeza en un taller de Anahuac, un barrio bastante peligroso de la capital mexicana. El delincuente huyó en una moto mientras el herido era trasladado a un hospital donde murió horas después. El brutal ataque dejó desolada a su viuda, Silvia, ahijada de Mercedes, la madre con orígenes vascos del expresidente Vicente Fox, a quien llama «primo».

Las autoridades investigaban ayer los motivos. Seguro que tendrán muchas líneas a seguir. En sus 47 años de carrera militar, Acosta era como el perejil de la salsa. Sabía mucho de grupos armados clandestinos, narcotraficantes y secuestros. Lo acusaron de ser uno de los creadores de la Brigada Blanca que se utilizó para exterminar a las guerrillas durante la 'guerra sucia' de los años 70 y 80. Fue procesado por abuso, tortura y desaparición de al menos 143 personas supuestamente vinculadas a grupos subversivos de la localidad de Guerrero.

En el 2000 fue condenado a quince años de prisión por hacer la vista gorda y proteger las actividades del jefe de Cartel de Juárez, Amado Carrillo Fuentes, muerto tres años antes en la mesa del quirófano donde se sometía a una cirugía para cambiarse el rostro. Había cumplido unos seis años de cárcel cuando Acosta -que llegó a ser general de brigada- recuperó la libertad por falta de pruebas. El presidente Felipe Calderón le restituyó así sus galones y lo nombró asesor en materia de narcotráfico, uno de los caballos de batalla de su política de seguridad nacional.

Sin embargo, la reputación de Acosta volvió a quedar en entredicho cuando informaciones periodísticas citaron que desde mediados del 2008 dirigía las caravanas de la muerte. Como experto en secuestros era también buscado por muchos particulares que confiaban en sus conocimientos y fuentes de información. Así llegó a investigar el rapto del 'jefe' Diego Fernández de Cevallos, destacado miembro del partido oficialista.

El 15 de mayo del 2010 salía de un edificio de la capital, cuando un atacante le disparó en el abdomen. Logró sobrevivir. Pero sus allegados fue un terrible toque de atención. Un hombre, por dinero o por venganza, lo cazó así porque tuvo lo que temían sus familiares: «Se requiere de muchos huevos».