Editorial

Sanidad y educación

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El ministro De Guindos ha acudido presto a tranquilizar a la opinión pública europea, y lo ha hecho a través del 'Frankfurter Allgemeine'. Nada que objetar sino al contrario a esta prueba de buenos reflejos. Sin embargo, entre las medidas que ha anunciado el ministro está la «reforma de los servicios públicos, sobre todo en sanidad y educación», lo que supondrá «una racionalización del gasto de las comunidades autónomas». Es comprensible que, en el marco de un generalizado recorte que parece no tener límites, este anuncio haya producido preocupación. Los servicios públicos de sanidad y la educación son la gran herramienta del Estado para garantizar la igualdad de oportunidades en el origen de todos los ciudadanos y la última reserva intacta de la idea de integración social. Bien está que se racionalicen, si no lo están aún, pero no debería este Gobierno ni ningún otro traspasar las líneas rojas que preservan uno de los fundamentos básicos e irrenunciables de nuestra democracia.