EL CANDELABRO

FEROMONAS

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Tal como están los mercados de valores y de divisas propongo que nos pasemos todos en masa, y en alegre biribilketa, al mercado de las feromonas. Que sí, podrá resultar intangible, virtual y volátil. ¿Pero acaso no lo es el dinero? Llevamos meses viéndolo desaparecer ante nuestros ojos como por arte de magia. ¿Quién maneja las bolsas europeas, el mago David Copperfield? Porque un día te levantas y tu piso ya no es el que compraste, que vale 100.000 euros menos, tu cuenta tampoco es la misma, pues se ha devaluado un veinte por ciento, y tu sueldo ya no te responde porque ha entrado en coma, o en el mejor de los casos, en fase de hibernación. Algunos, entre los que me encuentro, nos hemos convertido en agnósticos del vil metal, sospechamos que el dinero, igual que las feromonas, es una mera cuestión de fe: solo existe en nuestra mente y se evapora en cuanto dejamos de creer en él. Así que, puestos a reforzar la fe en algo, creamos en las juguetonas feromonas y tal vez ellas nos aclaren lo que los economistas no pueden. Es lo que han debido de pensar los fabricantes de un agresivo desodorante femenino (con feromonas) que, en un reciente viaje a México, vi anunciar como «Domesticador de hombres». Así, tal cual, pues en el país azteca tienen un concepto de lo políticamente correcto bastante charro. El desodorante con feromonas se llama English Lady y su promoción publicitaria se ilustra con la silueta de una maciza con botas, guantes y fusta... Disponible en 'body spray' y 'roll on', este domesticador de hombres promete no abandonarte en 48 horas (así como dando por hecho que sus usuarias no son de las que se duchan a diario) y se ofrece en tres fragancias: mora atrevida, cereza extravagante y naranja dominante. Tan prometedoras las tres que no sabe una por cuál decidirse... El anuncio me fascina, pero como europea le añadiría un detalle que lo haría aún más convincente y explicaría muchas cosas hoy del todo inexplicables: «Desodorante domesticador de hombres... El que usa Angela Merkel».