EL RAYO VERDE

ZONA DE OPORTUNIDAD

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Cuando las cosas se complican, cuando todo parece ir de mal en peor, es el momento en el que se reconocen los liderazgos: alguien que toma la iniciativa y da el giro que evita la caída al precipicio, que coge el balón y salta sobre los defensas, con todo el equipo detrás, para llegar a la meta contraria, en la imagen más clásica del 'coatching'. Ese papel puede ser el que le corresponda, una vez más, a la Zona Franca de Cádiz, y a su delegado especial, José de Mier. Su decisión de comprar Navalips, para propiciar la primera de las grandes actuaciones que den la vuelta al polígono exterior, es un signo de luz en un escenario mortecino, donde lo más que hay son proyectos, en su mayoría nunca realizados.

En un plazo «cierto», dice De Mier, se firmará la escritura de compraventa a Sepides y se comenzará a hablar con los demás propietarios de la «pastilla» de la zona comprendida entre la Glorieta y el Estadio para llevar a cabo, en fases, la actuación que prevé el Plan General de Ordenación de Cádiz. Un plan que la Junta de Andalucía ha ya visado, en su Comisión de Ordenación del Territorio y Urbanismo, y que ahora debería agilizar en su trámite final. Si el PGOU es una esperanza de reactivación, de creación de empleo, de nuevas inversiones, nunca mejor momento que éste para propiciarlas. La EPA del segundo trimestre, conocida el viernes, pone los pelos de punta.

De este modo, en torno a Navalips, desde el nuevo Estadio convertido en un complejo comercial y hotelero, hasta el edificio Glorieta, se crearía una suerte de nuevo e insólito espacio de oportunidades y de regeneración urbana, con 854 viviendas, comercios, aparcamientos y un gran palacio para espectáculos, con capacidad para hasta diez mil espectadores. Entre tanto, supondrá trabajo y movimiento económico.

Termina así el mandato de José de Mier en el Consorcio de la Zona Franca y prácticamente su carrera política, pues el delegado cumple en unos meses 65 años y cuenta ya con volverse a su Chiclana natal, donde a buen seguro no se retirará del todo. Dejará entonces en su haber una trayectoria bien productiva que, a veces, ha tenido que desarrollar incluso con gran coste personal y falta de apoyos. En Zona Franca, en estos últimos años, ha dado muestras de falta de sectarismo, ha colaborado con juego limpio con el Ayuntamiento del PP y ha sabido lidiar con la herencia más compleja, la gestión de Rodríguez de Castro y de Osuna, con los agujeros de Rilco y de Quality Food que ahora comienzan su tramo final, en la jurisdicción penal. Desde el principio su objetivo fue desligar la gestión del Consorcio de estos escándalos y seguir adelante, para dejar a salvo el prestigio de la institución, un organismo clave para el desarrollo gaditano. Hoy los resultados le avalan, tanto por haber superado el déficit dejado por sus predecesores como por haber dejado una impronta muy chiclanera, que deberíamos acoplar en el adn colectivo: «Como haya un inversor, damos con él». No es mal lema para estos tiempos.