El claustro. Articula todo el edificio, está invadido por la maleza. :: FOTOS CEDIDAS AMIGOS DE SANTA MARÍA
CÁDIZ

Un convento que se niega a morir

La asociación Amigos de Santa María trabaja ya en el proyecto de restauración de la primera fase del monasterio

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Era un camino impreciso, extraño y triste. Para cavilar un «hasta cuándo se alargará esta situación», para echar de menos a los que tiraron la toalla e incluso a los que prometieron el oro y no dejaron nada. Unos 800 metros, de Feduchy a Teniente Andújar, para andar rápido y sin mirar atrás. Terreno hostil para una monja de clausura para llegar a un destino aún más desesperanzador: un monasterio que se cae a trozos. De nada pareció servir ser abadesa del primer convento de la ciudad, una joya del barroco gaditano con trazas artísticas del XVI al XVIII, para tenerse que ver realojada a su comunidad en otro monasterio de la orden de las concepcionistas. De La Piedad a Santa María, el camino de Sor María Luz Suárez era un improvisado Gólgota durante los pasados siete años. Pero ahora, la abadesa no puede ocultar su ilusión al saberse benefactora de la desinteresada labor de una asociación, Amigos del Monasterio de Santa María. El nombre ya deja ver las intenciones de 13 gaditanos que componen un equipo multidisciplinar de arquitectos, aparejadores, historiadores o historiadores del arte.

Por si acaso, su presidente, Antonio Jiménez, aclara las dudas: «Estamos aquí para ayudar a las monjas a que puedan volver a su convento». Y ese fin loable pasa por un ambicioso proyecto en el que recaudar fondos para rehabilitar, restaurar y reconstruir el Monasterio de Santa María. El pasado lunes se presentaron a la luz pública, pero su labor ya lleva meses de andadura. Pretenden emplear «todos los medios habidos y por haber» para poner en valor y hacer habitable de nuevo un edificio que está catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC). Necesitan dinero, bastante dinero, más bien, pero no se arrugan. Mientras confían en que lleguen los patrocinios, donaciones particulares o empresariales, colaboraciones institucionales o el préstamo de materiales, en la asociación ya han comenzado a trabajar sobre el terreno.

Rehabilitación por etapas

«La idea es llevar a cabo la restauración por fases. Hace un mes ya se tuvo un contacto con la madre abadesa en la que se comunicó qué parte del convento constituirá la primera fase», explica Jiménez. Concretamente, esa primera etapa donde ya trabaja la entidad es en la parte del edificio más cercana a Teniente Andújar. Unos 800 metros cuadrados distribuidos en dos plantas (del total de 3.000 metros cuadrados del convento) en el que habilitar seis celdas un comedor, salón, cocina y demás dependencias básicas. Esos serán los mimbres de una primera fase que incluya la restauración del patio menor del convento.

Unas dependencias datadas por los hermanos Lorenzo y Juan de la Sierra en 1631 y que, con su patio dominado por un brocal y soportado por arcos con columnas toscanas, constituye la parte más antigua del monasterio. La restauración de esta zona puede dejar sorpresas, tal y como explican los hermanos De la Sierra en un informe que se realizó hace años para el primer proyecto de restauración que se proyectó. En la actualidad, existen crujías en el patio que carecen de arcadas por lo que puede que existan algunas ocultas, embutidas bajo una pared actual.

Con su restauración, las monjas podrán volver al convento, una tarea que en la entidad se toma «a medio plazo», dentro del Plan director que guiará los pasos de la intervención en el edificio. De momento, el pasado viernes el equipo de topógrafos de la asociación ya estuvo realizando las mediciones precisas que permitan pasar del anteproyecto al proyecto definitivo de rehabilitación. En la asociación, todavía no prefieren hablar de cantidades concretas hasta que «no estén seguras», pero a buen seguro la inversión superará los 400.000 euros. Esta zona, en un futuro, está previsto que se convierta en una hospedería monástica que sea gestionada por las propias monjas y que permitan a las religiosas hacer viable el mantenimiento del convento.

Pero, para llegar a ese momento, primero es necesario avanzar en una fase esencial «de estabilización y consolidación», como explica uno de los arquitectos de la entidad, Alfonso Montes, experto además en proyectos de restauración.

Años de abandono

De hecho, junto a la materialización de la primera fase, a corto plazo Amigos de Santa María se ha puesto como objetivo detener el deterioro inexorable en el que se ve sumido el edificio. «La actuación más urgente es el apuntalamiento de forjados y cubiertas, para conseguir una consolidación general del edificio», matiza Montes. «El siguiente cometido es actuar en las fachadas siguiendo los requerimientos del Ayuntamiento», aclara el arquitecto en referencia a los requerimientos de ornato y seguridad realizados por el estado de la fachada de la sacristía (que necesita «el clásico encintado y teñido de sillares tan frecuentes en la arquitectura barroca del siglo XVIII», como explican los hermanos De la Sierra en un estudio histórico artístico).

Los años de abandono por la paralización y la desestimación final del primer proyecto suscrito con la Junta han dejado mella en el edificio. tanto las cubiertas del lavadero como el acceso a azoteas son las zonas más deterioradas, como confirma Montes. «El claustro está invadido por la vegetación, los excrementos de aves y otros materiales. Existen forjados que requieren un urgente apuntalamiento, como son la planta alta de la casa del capellán, el refectorio y determinadas zonas de las celdas», como detalla el arquitecto. Para estas, zonas la asociación ya ha realizado un llamamiento a las empresas de construcción. La idea es conseguir puntales para consolidar el edificio apuntalando las cabezas de las vigas.

El origen de todas estas patologías viene determinado «por el agua de lluvia y la deficiente protección de las carpinterías y el nulo mantenimiento del conjunto, desde que las monjas abandonaron el convento». Por eso, la idea primordial es que las monjas vuelvan lo antes posible. Todo ello, asentado en una restauración respetuosa con el valor artístico e histórico. Montes lo explica: El objetivo es mantener el uso del edificio, actualizando instalaciones, rehabilitando áreas, con los criterios conservadores de la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía o los descritos en la carta de Atenas de 1931».

Eso garantizará que el monasterio regrese a su estado original, y lo que es más importante que a Sor María Luz los metros que separan La Piedad de Santa María se hagan lo más liviano posible. Porque visitar esa joya decadente, del corazón del barrio cuna del flamenco, pensando en un pronto regreso se hace de lo más liviano. De momento, la esperanza ha vuelto a las concepcionistas mientras Santa María se despierta con la ilusión de que esta vez, sí sea la definitiva.