Manuel Gallardo, en una escena de 'El galán fantasma', de Calderón de la Barca, en el Teatro Principal de Zamora. :: LUIS CALLEJA
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¡Artistas apurados!

En 2010 se repartieron más de 3 millones de euros entre 798 profesionales de la escena. Desde 2007 han aumentado en un 35% las ayudas que reciben los actores de los fondos de subsistencia que aportan las sociedades de propiedad intelectual

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se aferra a su vocación con uñas y dientes.

Son datos que aparecían en un informe de 2007 realizado por el equipo sociológico Ioé y, a estas alturas, el panorama será mucho más sangrante. Un botón de muestra: el año pasado, nada menos que 798 artistas pidieron dinero a los fondos de ayuda que gestionan las sociedades de propiedad intelectual. Entre AISGE (actores y bailarines), SGAE (letristas/cantautores) y AIE (músicos) se repartieron 3.152.364 euros. Un dinero destinado a evitar desahucios, financiar tratamientos médicos o velar por el bienestar de los veteranos de más de 65 años que, en un 9%, perciben una pensión inferior a 300 euros.

«También hay compañeros que piden para atender a sus padres en condiciones. Apenas tienen para vivir pero su prioridad son los padres. Solicitan ayuda económica para pagar a un cuidador; de eso cada vez hay más», apunta Xabier Elorriaga, miembro del patronato de AISGE y una de las estrellas de la serie televisiva 'Águila Roja' que emite TVE. Le toca interpretar al rey Felipe IV, un papel que le va como anillo al dedo. Licenciado en Periodismo y con varios cursos de Derecho, no se le escapa nada. Huye de los chanchullos, le gustan las cuentas claras y está encantado con la evolución de AISGE.

Desde 2007, el montante de las ayudas se ha incrementado en un 35% y el número de beneficiarios en un 39%. ¿De dónde sacan el dinero? De la propia recaudación por los derechos de propiedad intelectual: el 20% tiene que destinarse -por imperativo legal- a labores de asistencia y promoción. Una función que les confiere un carácter de mutua muy de agradecer en estos tiempos de incertidumbre y no poca desesperación.

La asociación de actores y bailarines, que también acoge a directores de escena y dobladores, se lleva la palma en esta labor, en gran medida porque Pilar Bardem abandera la causa con el ímpetu de un mariscal de campo. En 2010, AISGE echó un cable a 645 profesionales y distribuyó 2.783.364 euros. ¿Demasiado? Aquí sale al paso Iván Arpa, uno de los trabajadores sociales que atienden las solicitudes, para dejar claro que «la racionalidad y la equidad son el santo y seña».

- ¿No se cuelan muchos fraudes?

- Se evitan a toda costa. Nunca sufragamos el 100% de las necesidades y se exigen justificantes de todo. Se mira la situación financiera pero también el entorno familiar. Solo se ayuda a quienes no disponen de ningún tipo de apoyo. De ahí que la media de edad supere los 45 años. Hasta entonces, es habitual que la familia actúe como colchón.

Estrellas estrelladas

Ahora bien, también hay jóvenes como Luis -nombre ficticio- que dejó a medio terminar una carrera universitaria porque pensó que la televisión era una mina. Con un contrato «en una serie que prometía mucho», cogió carrerilla y dio un salto digno de la estrella que soñaba ser. Se compró un coche y se metió en una hipoteca sustanciosa. Pero la falta de audiencia del programa le dejó sin trabajo y ahora no tiene dinero ni para un alquiler de 600 euros.

Visto lo visto, su familia le ha dado la espalda «porque siempre me han tenido por un cabra loca sin remedio». No lamenta haber apostado por la interpretación, pero ya ha pasado a formar parte de ese 70% de actores y bailarines que no pueden vivir de su vocación. «O sirvo copas en un bar o doy clases de griego. Y lo primero está tremendamente difícil por la competencia de los inmigrantes».

Las oportunidades para las nuevas generaciones de artistas escasean -«si la crisis les ha pillado sin trabajo, yo creo que han perdido el tren», advierte el actor Emilio Gutiérrez Caba- pero son los mayores de 60 años los que más sufren en términos estadísticos. Son ellos los que acaparan cerca del 50% de las peticiones de ayuda dirigidas a AISGE. Si bien es verdad, matiza Iván Arpa, que «ya no son habituales las tragedias de otros tiempos».

Casos como el de Rafael Arcos, que murió en la miseria hace diez años, o Gracita Morales, que se las veía y deseaba para comer caliente todos los días, tienen su lugar en las hemerotecas. Ya nadie se conforma con un whisky para engañar el hambre -sin unas humildes aceitunas, que eso costaba dinero- ni se guardan en un cajón de la cómoda las cartas de amor de los 'fans'. Aquello era más propio de los años 50, cuando el mismísimo Fernando Fernán Gómez comía gratis en algunos restaurantes porque cada día que pasaba se le veía más delgado y con la nariz más afilada. No hacía falta que lo pidiera, era un favor que se le hacía de mil amores. En una época gris, de niños con sabañones y padres de familia que compaginaban tres trabajos para llegar a fin de mes, las estrellas de cine tenían el mismo rango que Santa Rita o San Pancracio. O casi.

Manuel Gallardo, miembro del sindicato Unión de Actores, vivió esa época con intensidad y no la echa de menos. Es un veterano de la escena, de 74 años, al que le tocaba encadenar «semanas sin descanso y jornadas con tres funciones». Una locura que despertó su vena sindicalista. No obstante, le puede la nostalgia cuando evoca los cafés Dorín y Las Cancelas. «Ay, sí, eran un hervidero a todas horas, un espectáculo que atraía a los curiosos que nos querían ver en nuestra salsa. Ahí se han formado repartos para un 'Don Juan Tenorio' en un pin pan pun... Llegaba el empresario y decía 'tú, tú y tú'», rememora entre risas.

Ya no hay lugares de encuentro -«normal, se arruinaron por nuestra culpa»- y eso pasa una factura muy alta cuando llega la vejez. Pilar Bardem tiene 72 años y entiende muy bien «la soledad y la depresión de los que caen en el olvido». No es su caso, pero ella se apunta a todos los bombardeos. Sin sobrepasar los límites de su campo de batalla. «No pido nada que no sea justo», zanja sin medias tintas.

- Así que no defiende el proyecto del 'hogar del actor', un asilo para los jubilados sin recursos.

- No.

- Pues es la niña bonita de La Casa del Actor, una fundación nacida para dar la cara por los más necesitados.

- Lo sé, lo sé. Llevan luchando desde que Dios creó el mundo. Eso del 'hogar del actor' existe en México, Uruguay... países donde no hay sanidad pública universal. ¡Aquí, en cambio, sí la tenemos! No veo razonable montar algo que va a exigir ayuda estatal para la asistencia médica. Por esa regla de tres, los abogados, o quien sea, también podían organizar algo parecido...

- ¿Y qué pasó con esa iniciativa de AISGE que pretendía meter en un mismo piso a un actor jubilado y a uno joven?

- Fracasó. La idea era ofrecer alojamiento gratis a los chicos. La casa la ponían los mayores que, a cambio, iban a disfrutar de compañía, charla y cariño. Era bonito en teoría pero, ya sabe, la convivencia nunca es fácil. La brecha generacional, las diferencias en los horarios, los temperamentos..., todo eso complicaba las cosas. Una pena. Nuestros jubilados se sienten muy solos. El olvido de la gente les mata. Eso es algo que me preocupa mucho. Por eso lanzamos el 'taller de la memoria' en AISGE.

- ¿Para recordar sus años de gloria?

- Algo parecido. Les damos la oportunidad de poner por escrito su vida, bajo la tutela de una persona que da algunas pautas. ¡Salen historias increíbles! Tienen muchas cosas dentro y está bien que afloren. Es terapéutico y, además, nos van dejando un legado que conservaremos con mimo.

- Con la crisis, ¿estarán cayendo en picado las vocaciones?

- Mire, si este mundo te llama, no hay forma humana de resistirse. Eso sí, cualquiera no puede dedicarse a ello. Hay que tener una fortaleza física y moral a prueba de bomba. Esto es una carrera de fondo que exige largo, largo aliento... El amor a tu profesión puede con todo. Suena duro pero eso de 'enterró a su padre y salió a escena' no es una exageración. Somos muy fuertes. Cada vez que se levanta el telón, nos echamos a volar como el ave fénix. Un milagro.

- Eso ocurre cuando se tiene trabajo.

- Ya, un lujo en estos tiempos.

O lvídense de las alfombras rojas, los autógrafos a pie de limusina y las entrevistas a todo color en revistas de papel 'couché', con la pareja agarrada de la cintura. Hagan un esfuerzo y dejen aparcado el 'glamour', las piernas kilométricas y el esmóquin a juego. Vamos a hablar de actores y bailarines, pero de los que luchan día a día por llegar a fin de mes. Más de la mitad no alcanza el salario mínimo interprofesional, que en la actualidad se sitúa en 8.979,60 euros anuales. El grueso se concentra en la franja de edad entre los 25 y 44 años, no tiene hijos y aferra a su vocación con uñas y dientes.

Son datos que aparecían en un informe de 2007 realizado por el equipo sociológico Ioé y, a estas alturas, el panorama será mucho más sangrante. Un botón de muestra: el año pasado, nada menos que 798 artistas pidieron dinero a los fondos de ayuda que gestionan las sociedades de propiedad intelectual. Entre AISGE (actores y bailarines), SGAE (letristas/cantautores) y AIE (músicos) se repartieron 3.152.364 euros. Un dinero destinado a evitar desahucios, financiar tratamientos médicos o velar por el bienestar de los veteranos de más de 65 años que, en un 9%, perciben una pensión inferior a 300 euros.

«También hay compañeros que piden para atender a sus padres en condiciones. Apenas tienen para vivir pero su prioridad son los padres. Solicitan ayuda económica para pagar a un cuidador; de eso cada vez hay más», apunta Xabier Elorriaga, miembro del patronato de AISGE y una de las estrellas de la serie televisiva 'Águila Roja' que emite TVE. Le toca interpretar al rey Felipe IV, un papel que le va como anillo al dedo. Licenciado en Periodismo y con varios cursos de Derecho, no se le escapa nada. Huye de los chanchullos, le gustan las cuentas claras y está encantado con la evolución de AISGE.

Desde 2007, el montante de las ayudas se ha incrementado en un 35% y el número de beneficiarios en un 39%. ¿De dónde sacan el dinero? De la propia recaudación por los derechos de propiedad intelectual: el 20% tiene que destinarse -por imperativo legal- a labores de asistencia y promoción. Una función que les confiere un carácter de mutua muy de agradecer en estos tiempos de incertidumbre y no poca desesperación.

La asociación de actores y bailarines, que también acoge a directores de escena y dobladores, se lleva la palma en esta labor, en gran medida porque Pilar Bardem abandera la causa con el ímpetu de un mariscal de campo. En 2010, AISGE echó un cable a 645 profesionales y distribuyó 2.783.364 euros. ¿Demasiado? Aquí sale al paso Iván Arpa, uno de los trabajadores sociales que atienden las solicitudes, para dejar claro que «la racionalidad y la equidad son el santo y seña».

- ¿No se cuelan muchos fraudes?

- Se evitan a toda costa. Nunca sufragamos el 100% de las necesidades y se exigen justificantes de todo. Se mira la situación financiera pero también el entorno familiar. Sólo se ayuda a quienes no disponen de ningún tipo de apoyo. De ahí que la media de edad supere los 45 años. Hasta entonces, es habitual que la familia actúe como colchón.

Estrellas estrelladas

Ahora bien, también hay jóvenes como Luis -nombre ficticio- que dejó a medio terminar una carrera universitaria porque pensó que la televisión era una mina. Con un contrato «en una serie que prometía mucho», cogió carrerilla y dio un salto digno de la estrella que soñaba ser. Se compró un coche y se metió en una hipoteca sustanciosa. Pero la falta de audiencia del programa le dejó sin trabajo y ahora no tiene dinero ni para un alquiler de 600 euros.

Visto lo visto, su familia le ha dado la espalda «porque siempre me han tenido por un cabra loca sin remedio». No lamenta haber apostado por la interpretación, pero ya ha pasado a formar parte de ese 70% de actores y bailarines que no pueden vivir de su vocación. «O sirvo copas en un bar o doy clases de griego. Y lo primero está tremendamente difícil por la competencia de los inmigrantes».

Las oportunidades para las nuevas generaciones de artistas escasean -«si la crisis les ha pillado sin trabajo, yo creo que han perdido el tren», advierte el actor Emilio Gutiérrez Caba- pero son los mayores de 60 años los que más sufren en términos estadísticos. Son ellos los que acaparan cerca del 50% de las peticiones de ayuda dirigidas a AISGE. Si bien es verdad, matiza Iván Arpa, que «ya no son habituales las tragedias de otros tiempos».

Casos como el de Rafael Arcos, que murió en la miseria hace diez años, o Gracita Morales, que se las veía y deseaba para comer caliente todos los días, tienen su lugar en las hemerotecas. Ya nadie se conforma con un whisky para engañar el hambre -sin unas humildes aceitunas, que eso costaba dinero- ni se guardan en un cajón de la cómoda las cartas de amor de los 'fans'. Aquello era más propio de los años 50, cuando el mismísimo Fernando Fernán Gómez comía gratis en algunos restaurantes porque cada día que pasaba se le veía más delgado y con la nariz más afilada. No hacía falta que lo pidiera, era un favor que se le hacía de mil amores. En una época gris, de niños con sabañones y padres de familia que compaginaban tres trabajos para llegar a fin de mes, las estrellas de cine tenían el mismo rango que Santa Rita o San Pancracio. O casi.

Manuel Gallardo, miembro del sindicato Unión de Actores, vivió esa época con intensidad y no la echa de menos. Es un veterano de la escena, de 74 años, al que le tocaba encadenar «semanas sin descanso y jornadas con tres funciones». Una locura que despertó su vena sindicalista. No obstante, le puede la nostalgia cuando evoca los cafés Dorín y Las Cancelas. «Ay, sí, eran un hervidero a todas horas, un espectáculo que atraía a los curiosos que nos querían ver en nuestra salsa. Ahí se han formado repartos para un 'Don Juan Tenorio' en un pin pan pun... Llegaba el empresario y decía 'tú, tú y tú'», rememora entre risas.

Ya no hay lugares de encuentro -«normal, se arruinaron por nuestra culpa»- y eso pasa una factura muy alta cuando llega la vejez. Pilar Bardem tiene 72 años y entiende muy bien «la soledad y la depresión de los que caen en el olvido». No es su caso, pero ella se apunta a todos los bombardeos. Sin sobrepasar los límites de su campo de batalla. «No pido nada que no sea justo», zanja sin medias tintas.

- Así que no defiende el proyecto del 'hogar del actor', un asilo para los jubilados sin recursos.

- No.

- Pues es la niña bonita de La Casa del Actor, una fundación nacida para dar la cara por los más necesitados.

- Lo sé, lo sé. Llevan luchando desde que Dios creó el mundo. Eso del 'hogar del actor' existe en México, Uruguay... países donde no hay sanidad pública universal. ¡Aquí, en cambio, sí la tenemos! No veo razonable montar algo que va a exigir ayuda estatal para la asistencia médica. Por esa regla de tres, los abogados, o quien sea, también podían organizar algo parecido...

- ¿Y qué pasó con esa iniciativa de AISGE que pretendía meter en un mismo piso a un actor jubilado y a uno joven?

- Fracasó. La idea era ofrecer alojamiento gratis a los chicos. La casa la ponían los mayores que, a cambio, iban a disfrutar de compañía, charla y cariño. Era bonito en teoría pero, ya sabe, la convivencia nunca es fácil. La brecha generacional, las diferencias en los horarios, los temperamentos..., todo eso complicaba las cosas. Una pena. Nuestros jubilados se sienten muy solos. El olvido de la gente les mata. Eso es algo que me preocupa mucho. Por eso lanzamos el 'taller de la memoria' en AISGE.

- ¿Para recordar sus años de gloria?

- Algo parecido. Les damos la oportunidad de poner por escrito su vida, bajo la tutela de una persona que da algunas pautas. ¡Salen historias increíbles! Tienen muchas cosas dentro y está bien que afloren. Es terapéutico y, además, nos van dejando un legado que conservaremos con mimo.

- Con la crisis, ¿estarán cayendo en picado las vocaciones?

- Mire, si este mundo te llama, no hay forma humana de resistirse. Eso sí, cualquiera no puede dedicarse a ello. Hay que tener una fortaleza física y moral a prueba de bomba. Esto es una carrera de fondo que exige largo, largo aliento... El amor a tu profesión puede con todo. Suena duro pero eso de 'enterró a su padre y salió a escena' no es una exageración. Somos muy fuertes. Cada vez que se levanta el telón, nos echamos a volar como el ave fénix. Un milagro.

- Eso ocurre cuando se tiene trabajo.

- Ya, un lujo en estos tiempos.