Editorial

Grave tropiezo en Egipto

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Los graves sucesos del domingo en el centro de El Cairo (con la muerte de al menos 21 cristianos egipcios y tres militares) parecen algo ya visto solo bajo una mirada superficial, la del antagonismo entre los coptos y los musulmanes integristas y violentos, pero esta vez su importancia radica en que no pueden ser separados del fluido marco político nacional. Se asume generalmente que hay una provocación bien prosaica detrás del incidente. El papa copto, Chenuda III no ha dudado en denunciar a «elementos extraños a nosotros» que, supieron convertir una marcha pacífica en protesta contra el incendio de una iglesia en Asuan, en una operación crudamente anti-régimen. Una investigación está en marcha y ya hay detenciones de importancia que iluminarán los trágicos hechos. Eso, sin embargo, no atenúa la responsabilidad del Gobierno, que debió proteger mejor a los manifestantes, apoyados, por cierto, por muchos musulmanes del área. Lo sucedido es un fracaso de un Gobierno que ha hecho del mantenimiento del orden público una tarea esencial en tanto se crean las nuevas instituciones.