ESPAÑA

SIN ACRITUD

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Con la convocatoria electoral vivimos una sensación de paz política que nos permite respirar aliviados, al menos de momento. Todos los actores en juego (presidente, candidatos, partidos políticos, sindicatos.) parecían haber probado el milagroso 'soma' que Aldous Huxley diseñó para sumergir a sus personajes en 'Un Mundo Feliz'. El punto de partida de la nueva etapa parece una balsa de aceite en la que todos los protagonistas cumplen su obligación con responsabilidad y sin malos modos. Algo que muchos añoraban en esta España de la crispación.

Zapatero contentó a todos. Escuchó las muchas voces que pedían el adelanto electoral para el otoño, pero se permitió una última travesura al anunciar con casi dos meses de adelanto la disolución de las Cortes. Se apuntó otra primicia en su haber pues no se conoce precedente. El presidente dijo que desveló la noticia -que suelen guardar celosamente todos los presidentes- porque pensó en el próximo Gobierno y en los intereses del país, que exigen certidumbres. Aun así, la Bolsa no se conmovió gran cosa con el anuncio y la prima de riesgo permaneció inmutable en los insoportables 300 puntos. Se ve que a la famosa prima le trae al fresco esto de la política. El proceso se estrenó con buenas maneras y un trato de guante blanco porque el todavía jefe del Gobierno tuvo la deferencia de adelantar en privado su decisión a los dos candidatos en liza. Y ninguno se fue de la lengua. El líder de la oposición, que hizo ostentación de una meticulosa preparación, estrenó su campaña electoral en cuestión de minutos, con un mensaje centrista, conciliador y prudente, lo hizo sin estridencias ni sorpresas, sin pasión pero sin acritud. Rajoy soñó con la concordia y la cooperación. El candidato del PSOE fue mucho más al grano -también a su estilo- y aprovechó para atribuirse el mérito de las nuevas medidas hipotecarias del Banco de Santander. Reconoció que su objetivo es «recuperar» la confianza en el PSOE para abrir un nuevo tiempo político y confirmó -se ve que considera necesario aclararlo- que su intención es ganar y gobernar. Pero no hizo concesiones a la galería para los 'hooligans socialistas' porque prefiere -dice- sumar y no restar; ahora quiere cautivar a esa mayoría de españoles que prefiere objetivos compartidos a disputas entre las dos Españas. Hubo 'soma' para todos y nadie osó utilizar como arma electoral la coincidencia de la fecha de las votaciones con la muerte del dictador. Al menos en eso, los políticos han actuado en sintonía con los ciudadanos porque, ante los comentarios sobre la curiosa casualidad, mi madre (más de 70 años) me preguntó: «¿Pero qué pasa el 20 de noviembre?». Pues que es un día como otro cualquiera, respondió ZP desde el televisor.