Los niños que participan en los talleres van de los cuatro a los doce años. :: FRANCIS JIMÉNEZ
talleres de inglés

'Speaking english in' La Caleta

Mientras los pequeños aprenden, los mayores que visitan la playa se lamentan por no haber tenido las mismas oportunidades El Ayuntamiento lleva a cabo un taller de inglés para niños por las tardes

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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A las cinco de la tarde en La Caleta comienzan a escucharse palabras extrañas. No es que lo habitual sea que por los altavoces se reciten versos de Góngora, pero tampoco lo es el que la lengua de Shakespeare sea la que usen los niños mientras juegan en la arena.

La causa de este extraño fenómeno no es sobrenatural, sino municipal. Como en años anteriores, los talleres de Inglés forman parte de la oferta de 'Un mar de actividades', el programa que el Ayuntamiento de Cádiz pone en marcha para que los más pequeños encuentren en atractivo más en sus jornadas playeras.

Mientras los niños se divierten y aprenden, sus padres se muestran encantados con el taller. Algunos se acercan, los menos les echan una mano con las fichas en las que tienen que relacionar objetos y colores o hacer sopas de letras -todo en inglés, por supuesto-, los más, se quedan admirados con el trabajo de sus pequeños. Y lo hacen no sin cierta envidia, porque, como ellos dicen: «Ojalá hubiera habido cosas así en mi época. Qué le vamos a hacer, aquellos eran otros tiempos y entonces no se estudiaba inglés».

Alrededor de cuarenta niños de entre cuatro y doce años participan de lunes a viernes en este taller que se celebra tanto en la playa de La Caleta como en La Victoria. Se divierten, juegan, colorean y, casi sin darse cuenta, fortalecen sus conocimientos del idioma.

De entre todas las actividades coordinadas por los monitores del programa municipal es una de las más valoradas por los mayores. Mientras se reparten los cartones para jugar el bingo un grupo de mujeres se ríen cuando se les pregunta si ellas sabrían decir en inglés algunas palabras básicas. «Uy, qué va. Yo te digo lo que quieras en español y malamente, imagínate lo que te puedo decir en inglés», contestan.

Hay otras que se lanzan. Al reto de decir en inglés «me encanta La Caleta», una señora no duda en responder con un ininteligible 'speech' en el que solo una palabra se distingue con absoluta claridad: «Caleteichon». Las risas de sus acompañantes y de ella misma son la mejor carta de presentación de quien afrontar el no saber sin complejos y con mucha gracia. Dignos sucesores que aquellos gaditanos que en su día se adueñaron del «guachisnei» y del «liquindoi». Otra mujer a su lado se lamenta de no poder encadenar más de dos palabras en inglés. «Mi hijo está en Alemania y habla perfectamente el alemán. A mi me hubiera encantado tener también esa oportunidad». Por fin hay alguien que contesta: «My name is Toñi», y se hace el revuelo a su alrededor. Eso sí, es más joven que sus acompañantes, y es que en el aprendizaje de idiomas las diferencias generacionales se hacen notar.

Mientras tanto, los niños del taller siguen trabajando con las monitoras el tema de la semana: colores y números. La semana que viene las fichas y juegos se centrarán en la familia y las partes del cuerpo. La siguiente en los animales y la escuela. Y así sucesivamente hasta que termine el mes de agosto.

Ellos disfrutan de lo lindo. No lo ven como una clase. De hecho no lo es. Cuando tienen calor se van a dar un baño y vuelven. Cuando tienen hambre se comen un bocata. Y cuando se quieren ir se van.

La dinámica de este taller cambia según el día. A veces los niños aprenden canciones en inglés, otras veces trabajan con fichas. Allí se encuentran con sus compañeros del colegio y hacen nuevas amistades. Carmen Revuelta, de diez años, coincide con el resto de sus compañeros cuando dice: «Vengo porque es muy divertido. Estamos jugando y a la vez aprendemos».