TRES MIL AÑOS Y UN DÍA

CABALLERO BONALD, EN LA ACAMPADA

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Tiene 85 años pero en cierta forma, José Manuel Caballero Bonald participa en la acampada que sigue las consignas de «Democracia real, ya» desde la Plaza del Palillero en Cádiz, desde la Encarnación en Sevilla, la Puerta del Sol en Barcelona o en la Plaza de Catalunya en Barcelona, limpia como una patena por parte de los manifestantes, 24 horas después de que los Mossos d'Esquadra amagaran con limpiarles de allí. No solo hay jóvenes indignados sino que late en estas movilizaciones una indignación de siglos: «Creo que el acicate principal, el punto de partida de esa protesta ha sido el 'Indignaos', de Stephane Hessel y las muy parecidas actitudes de José Luis Sanpedro», afirma Caballero Bonald desde su domicilio en Madrid. No sabe, me dice, si internet ha contribuido mucho o poco a esta movilización general que se mantiene más allá del 15M, del 22M y que la prensa internacional refleja como «the spanish revolution». «Creo -me cuenta- que es la consecuencia lógica de una serie de hechos sociales y económicos cada vez más insufribles, más alarmantes. Digamos que ese es el reflejo en nuestro país de un clamor universal. Me he sentido naturalmente muy cerca de ese movimiento, de lo que en el fondo significa, incluso muy especialmente solidario. Lo que pasa es que hoy mismo he regresado de mi aislado refugio gaditano y mi vinculación no ha pasado de ahí».

Y aunque delata un papel «muy exiguo» de la cultura en este trance -«el compromiso es hoy un concepto que tiene algo de trasnochado»-, es consciente de que, al menos, ha procurado siempre «responder de algún modo con mi obra al tiempo histórico». «Pero también pienso que la responsabilidad cívica del ciudadano y la libertad creadora del escritor, no tienen por qué ser inseparables. El compromiso del escritor es fundamentalmente su capacidad indagatoria en el lenguaje». Lejos del Palillero, pero cerca de allí, Caballero entiende que al menos «se han desentumecido algunas conciencias timoratas, se ha demostrado que hay mucha gente que empieza a no tolerar los desmanes de los mercados, las corrupciones generalizadas, los abusos financieros, las falacias religiosas.». Y tiene la sensación de que algo importante se ha puesto en marcha: «Ojalá sea el origen de una más efectiva, coherente y natural relación entre la política y la ciudadanía».

No muy lejos de Cádiz, en su discreto aislamiento de Zahara, la cantante Clara Montes también cree lógicas las manifestaciones: «Y me parece que han llegado tarde», opina. «Ya era hora de que la gente joven despierte. Pareciera que estuviesen alelados y no lo están. Estamos viviendo un momento muy difícil para todas esas personas que han acabado sus carreras, los universitarios, un sector que es el empuje de un país. Que no se quejasen era raro. Es un momento difícil y la gente está llegando a límites extremos». «La cultura y el arte están en un momento difícil como todos. Siempre en momentos complicados de un país, es cuando tienen que manifestarse los artistas como pensadores libres, siempre; los creadores en literatura, en artes plásticas, en música. Pienso que ahora son quienes tienen que dar un poco más la nota y los que deben ponerle el punto a la i. Es como una obligación».

En cierta forma, Clara también está indignada y busca cambios «que verdaderamente sean sustanciales». «Últimamente -opina- la política es bastante decepcionante. Parece una política de pelearse entre ellos y nada más. Veo la pelea de quien consigue el poder, peleándose por conservarlo y quien no lo tiene por lograrlo; y echándose la patata caliente al tejado de unos o de otros». Mientras La Canalla cantaba en El Palillero, en donde anoche tenían previsto hacerlo Los Currelantes de Jesús Bienvenido, Javier Ruibal presentaba su disco 'Sueño' en El Puerto: «Mi sueño es también el de esos jóvenes que están acampados», proclamaba desde el teatro Pedro Muñoz Seca.

Al actor sanroqueño Juan Luis Galiardo, las protestas le han pillado convaleciente de una operación de pulmón que le tiene postrado en cama: «Ya es hora de protestar contra la partitocracia. Resulta fundamental cambiar la Ley Electoral porque no estamos representados en la adecuada proporción. Es injusto que Izquierda Unida, con un millón de votos, tenga dos representantes en el Parlamento y CiU con apenas ciento y pico mil, tenga cinco escaños en el Congreso. Me recuerda aquel mayo del 68 cuando yo era un joven perdido y no pude participar, porque no tenía la implicación en la vida que tengo ahora. Ahora, sí, ahora estoy implicado en los movimientos profesionales, en plataformas muy distintas. Nunca es tarde si la dicha es buena». «Si no fuera porque estoy convaleciente de una operación, sería un anciano de 71 años en la acampada. Qué pena que estoy recién operado del pulmón. Me parece que esa protesta es la unica manera de llamar la atención contra este juego perverso al que nos ha sumido la indolencia del estado del bienestar. Este es el pago de la pereza. Uno de mis hijos, Luis, está en la acampada, en Madrid, con otros jovenes de Cercedilla participando en una protesta silenciosa llena de coherencia».

Otros jóvenes, también coherentes pero nada silencios, los de Raperos Atípicos Gaditanos, canturreaban su estribillo en el kilómetro cero de Cádiz: «Ahora quieren que trabajemos quince años más, ¡te quieres ir al carajo ya!». Muchos, cercanos o lejanos, seguían sin enterarse. A sus 85 años, Caballero Bonald les entendía al dedillo.