Vista de la erupción del volcán Grimsvoetn. :: E. ADALSTEINSSONFE / EFE
MUNDO

Europa aprende del caos del Eyjafjalla

La flexibilización de la normativa y una mejor coordinación en la UE minimizan el impacto de una nueva nube volcánica

BRUSELAS. Actualizado: Guardar
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Europa ha aprendido del caos aéreo que provocó hace poco más de un año la erupción del Eyjafjalla. Los cambios en la normativa aprobados tras el desastre de la primavera pasada y una mayor coordinación a escala comunitaria han permitido minimizar esta semana el impacto de la nube de cenizas expulsada por otro cráter islandés. Aunque se suspendieron 900 vuelos y algunas aerolíneas criticaron la respuesta de las autoridades, la UE parece haber encontrado el camino para convivir con la amenaza de los volcanes.

Pese a que Europa respira ahora más tranquila, el pasado martes volvieron a emerger los fantasmas del Eyjafjalla. La erupción de este volcán provocó en abril de 2010 el mayor cierre del espacio aéreo europeo desde la Segunda Guerra Mundial. Los principales aeropuertos del continente permanecieron clausurados seis días. Durante este periodo, se cancelaron 100.000 vuelos y alrededor de 10 millones de pasajeros se vieron afectados. La aerolíneas, según los cálculos de la UE, perdieron 1.200 millones de euros.

Aquella semana negra volvió a la mente de todos el martes. Europa se levantó de la cama ese día con el nombre de otro volcán islandés en las noticias. El Grimsvoetn, el cráter más activo de la isla, rugía con una fuerza desconocida desde 1873. Su erupción, que llegó a generar una columna de humo de 20 kilómetros de altura, había propagado una nube de partículas que ya estaba sobre Reino Unido. Las autoridades británicas ordenaron el cierre de los aeropuertos de Escocia, parte de Ulster y el norte de Inglaterra. En la terminal de Edimburgo, alrededor de 400 pasajeros tuvieron que pasar la noche entre pasillos y salas de espera.

Principio de prevención

El panorama empezaba a parecerse demasiado a la erupción del Eyjafjalla. Toda Europa miraba con lupa los mapas difundidos por Eurocontrol, la agencia comunitaria de navegación aérea que engloba a 39 países, intentando pronosticar la evolución de la nube de cenizas. Aunque en un principio la información era casi idéntica a la de 2010 con grandes zonas rojas en las que estaba prohibido volar, las diferencias no tardaron en destacar a simple vista. Los mapas mostraban ahora grandes áreas grises y azules en las que se permitía operar a las aerolíneas.

Durante el caos del año pasado, la UE comprendió que la normativa de la Organización Internacional de Aviación Civil había quedado desfasada. Según Bruselas, las pautas de actuación ante la concentración de cenizas volcánicas estaban basadas en un «estricto principio de prevención». El espacio aéreo debía cerrarse ante la mínima previsión de que pudieran existir partículas en la atmósfera. Ahora, sin embargo, el organismo mundial ha aceptado que se establezcan tres niveles de densidad que flexibilizan de forma notable las opciones de las aerolíneas. La clave de este nuevo sistema es la tolerancia de los motores de los aviones.

Las compañías pueden presentar a las autoridades nacionales un certificado con la resistencia de sus turbinas a las cenizas. En función de este grado de protección, las aerolíneas reciben el permiso para operar en uno de los tres niveles de concentración de partículas. En Reino Unido, las aeronaves pudieron volar en áreas de baja y media densidad. En Alemania, donde el miércoles se cancelaron 400 vuelos, ocurrió algo similar, aunque el Gobierno germano es partidario de una normativa más restrictiva que impida volar en espacios con una concentración media.

El otro aspecto principal en el que ha trabajado Europa desde la crisis del Eyjafjalla es la detección de partículas. Eurocontrol cuenta con nuevos radares en Islandia para seguir de cerca las erupciones y el Centro de Asesoramiento de Cenizas Volcánicas, con sede en Londres, también ha mejorado sus equipos. Este organismo se encarga de elaborar los mapas que indican los tres niveles de concentración.

Vuelos de prueba

Algunas aerolíneas, sin embargo, no acaban de fiarse de la precisión de los pronósticos. Tanto Ryanair como British Airways realizaron el martes vuelos de prueba sobre Escocia y no detectaron ni rastro de cenizas. La compañía de bajo coste amenazó incluso con reiniciar las operaciones de forma unilateral por la «incompetencia burocrática» de las autoridades. 'The Guardian' denunció a su vez que el Gobierno británico carecía de una aeronave para verificar la densidad real de partículas.

El caos aéreo, al igual que la crisis económica, también ha enseñado a la UE que la coordinación es fundamental en un continente sin fronteras. Nada más conocerse que la última erupción podía afectar al tráfico aéreo, Bruselas puso en marcha la nueva célula de emergencia que cuenta con representación de las autoridades, aeropuertos y líneas aéreas. Además, la Unión había ensayado para afinar mejor una respuesta común. A mediados de abril se realizó un simulacro por nube de cenizas que, casualmente, tenía como protagonista al Grimsvoetn.

La Unión admite que la distinta reacción de los gobiernos el año pasado «exacerbó e intensificó» los efectos del colapso aéreo. Por ello, ha acelerado la creación del cielo único europeo, una estructura comunitaria que permitirá gestionar mejor el tráfico y las rutas aéreas a través de bloques supranacionales. De momento, ya se han creado tres segmentos en los que no está incluida España. Los socios comunitarios tienen de plazo hasta finales de 2012 para culminar este proceso.