Un Ford por los aires en una secuencia de la película 'Cannonball', que protagonizó en 1976 David Carradine, una de las muchas cintas inspiradas en la carrera que atravesaba EE UU. :: EVERETT COL
Sociedad

De costa a costa

La Gumball se inspira en la Cannonball Baker, una prueba semiclandestina que cruzaba EE UU y que generó una fecunda filmografía

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En España se llamó 'Locos al Volante' y pasó por las salas de cine con más pena que gloria en la segunda mitad de los setenta. 'The Gumball Rally', que así se titulaba en su versión original, fue una de las muchas películas que se hicieron en aquella época inspiradas en la llamada Cannonball Baker, una carrera semiclandestina que atravesaba Estados Unidos de costa a costa y que llegó a adquirir una notable popularidad gracias a su traslación a la pantalla. La idea surgió de un periodista que era a la vez corredor de coches -Brock Yates- cuando comentaba con un grupo de amigos los límites de velocidad que empezaban a implantarse por entonces en las carreteras estadounidenses. Establecer un máximo de 55 millas (unos 90 kilómetros por hora) les parecía a los aficionados al motor una aberración, sobre todo teniendo en cuenta el esfuerzo hecho en los años cincuenta y los sesenta en mejorar la red interestatal de autopistas.

Alguien comentó que respetando ese límite sería difícil mejorar una vieja marca de 1933 que establecía en 53 horas y 30 minutos el tiempo necesario para atravesar en coche todo el país. El récord lo ostentaba un tal 'Cannon Ball' Baker a bordo de un Graham-Paige que apenas podía pasar de los 80 por hora. Aquella conversación sería el germen de una idea que se puso en práctica en mayo de 1971, cuando uno de los hijos de Yates se dispuso a realizar con un amigo el trayecto entre Nueva York y Los Ángeles, de costa a costa, sin parar a bordo de una furgoneta Dodge.

El desafío empezó a calar entre la gente del motor y llegó a oídos de Dan Gurney, un piloto que había alcanzado la gloria unos años antes al ganar las 24 Horas de Le Mans, por entonces la carrera más importante del mundo. Gurney consiguió un Ferrari Daytona, se puso en contacto con Yates padre y juntos emprendieron una loca carrera que les llevó a recorrer las 2.863 millas (4.608 kilómetros) que hay entre el Atlántico y el Pacífico en 35 horas y 54 minutos. La media fue de unos 130 km/h. «Nunca sobrepasamos las 175 millas por hora (280 km/h) », aseguró un burlón Gurney cuando llegó a la costa californiana.

La nueva marca se convirtió en una referencia y también en una obsesión para muchos aficionados. Durante la segunda mitad de los años setenta cientos de vehículos se pusieron a cruzar alocadamente el país intentando mejorar el récord. Los agentes de tráfico que se cruzaban en su camino intentaban al principio capturarlos, aunque al final se resignaron a verlos pasar como centellas. En 1979 un Jaguar XJS conducido por David Heinz mejoró el tiempo de Gurney con una nueva marca de 35 horas y 51 minutos. Aquel fue el último año de la Cannonball. Aunque Yates recibió multitud de ofertas para resucitar la prueba, se resistió en redondo porque las transformaciones experimentadas por el tráfico la hacían, en su opinión, del todo inviable.