Dominique Strauss-Kahn regresa a la corte tras un descanso. :: R. DREW / AP
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La avalista enamorada

Anne Sinclair destina su enorme fortuna a defender al marido que ha frustrado su sueño de llevar a un judío a la presidencia francesa

PARÍS. Actualizado: Guardar
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Dominique Strauss-Kahn es un hombre afortunado. Sobre todo por vía conyugal. Su esposa lo ha liberado de las esposas. Anne Sinclair es la riquísima heredera de un marchante de Picasso. La avalista enamorada del 'Manhattan transfer' desde la cárcel al arresto domiciliario. La periodista estrella de la televisión francesa en los años 1990 subvenciona la jaula de oro. También iba a financiar la campaña electoral del pájaro de pico pardo. Quería demostrar que los franceses eran capaces de exorcizar los demonios de la Segunda Guerra Mundial y elegir presidente a un judío como ella, 75 años después de Léon Blum. Pero el candidato se suicidó políticamente en la suite de un hotel neoyorquino.

Anne Sinclair nació en Nueva York, la ciudad en la que los sueños del seductor se han transformado en pesadilla. Sintoniza en edad con su marido de baja fidelidad, que también ha cumplido 62 años. Inscrita en el registro como Anne-Elise Schwartz, Sinclair era el nombre de guerra de su padre durante la Resistencia a la ocupación nazi. Joseph-Robert Schwartz se casó con Micheline Nanette Rosenberg, hija de Paul Rosenberg (1881-1959), uno de los más importantes marchantes de arte del siglo XX. Picasso y Matisse, con los que tenía contrato de exclusividad, además de Renoir, Degas, Cézanne, Léger o Braque, figuraban en su nómina de pintores.

Desde la muerte en 2006 de su madre, Anne Sinclair es la heredera directa de una fabulosa colección de cuadros, no recuperada en su integridad del expolio nazi. Solo el retrato de su abuela con su madre todavía bebé, pintado por Picasso en 1908 y entregado en dación como pago de derechos sucesorios, estaba valorado en una treintena de millones de euros. En noviembre de 2007 la 'Odalisque' de Matisse fue adjudicada por 33,6 millones de dólares (23,7 millones de euros) con Sinclair en primera fila de la subasta. La fortuna se completa con bienes inmobiliarios en París, Washington y Marrakech.

Reina del periodismo

Divorciada del periodista radiofónico Ivan Levai, con el que tuvo dos hijos que están a punto de hacerla abuela, Sinclair se casó en 1991 con DSK, que aportó cuatro hijos de dos matrionios precedentes. Era entonces la indiscutible reina del periodismo político, célebre por la mirada azul y los jerseis de angora. Los domingos reunía hasta once millones de telespectadores con su programa '7 sur 7', por el que desfilaron todos los líderes, con excepción del ultra Jean-Marie Le Pen. Por un deontológico sentido de la imparcialidad, dejó el espacio en 1997 cuando nombraron a su marido ministro de Economía en el Gobierno del socialista Lionel Jospin.

Dicen que el amor es ciego. Lo cierto es que Sinclair siempre ha cerrado los ojos y hecho oídos sordos a los rumores sobre las infidelidades de DSK. Cuando en 2008 se conoció su aventura con Piroska Nagy, economista del FMI a sus órdenes, salió a defenderlo en su blog personal. «Estas cosas pueden suceder en todas las parejas (...). Hemos pasado página; nos queremos como el primer día», escribió.

Ahora solo ha interrumpido su silencio para proclamar en un comunicado que «no creo ni un segundo en las acusaciones» de violación, secuestro y agresión sexual contra la gran esperanza rosa para desalojar a Sarkozy de la presidencia francesa.

Ambiciones

Los íntimos de la pareja coinciden en que ella tenía más ganas que él de conquistar el Palacio del Elíseo. Veía la llegada de un judío a la jefatura del Estado francés como una formidable revancha sobre las páginas más negras de la Historia. Era la baza maestra para fomentar, financiar y proteger las ambiciones presidenciales de un esposo apasionado por la economía y las mujeres, pero poco inclinado a la política. Tan escasamente entuasiasta con la idea de fajarse a golpes bajos por el poder en una campaña que se perfilaba cenagosa que en Francia cunde la teoría de un suicidio político.

Algunos psiquiatras plantean la hipótesis del acto fallido para explicar la misteriosa autodestrucción de un mandatario consciente de su debilidad por las mujeres. «Es difícil de imaginar que él no haya deseado en 'alguna parte' esta caída que marca el rechazo de un destino preconcebido», escribe en 'Le Monde' el psicoanalista Serge Hefez, quien traza un paralelismo con el cabezazo con el que Zinedine Zidane abandonó por la puerta de atrás la elite del fútbol. «Las fuerzas telúricas que nos habitan se nutren de una mitología íntima en la que se codean Ícaro y Edipo, Caín y Antígona, y todos esos héroes superados por un destino marcado por la gloria y la caída, a veces la resurrección», argumenta Hefez.