Sofi Oksanen, la escritora finlandesa autora de 'Purga', mejor novela europea de 2010. :: AFP
Sociedad

«La violencia se utiliza para destruir el yo y arrasar la identidad»

La trágica historia de Estonia permite a la finlandesa indagar en 'Purga' en las profundas heridas de la represión o el tráfico de mujeres

MADRID. Actualizado: Guardar
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'Purga' fue primero una obra de teatro. Luego una novela -la mejor de 2010 en Europa, traducida a 33 idiomas-, y será ópera y película. Un éxito que apenas conmueve a su autora, Sofi Oksanen (1977), finlandesa con raíces estonias de aspecto exótico, sonrisa y mirada esquivas y palidez extrema. Oksanen ha ganado un alud de premios con una historia muy, muy dura, de poder, opresión y violencia.

En 'Purga' (Salamandra) la represión en Estonia bajo el yugo soviético y la violenta sordidez de la trata de mujeres cruzan el destino de sus protagonistas: la joven rusa Zara y la anciana estonia Aliide. Es un fenómeno editorial al que asiste impávida la narradora báltica con el alma dividida. De padre finés y madre estonia, formada en el teatro, ha dado voz a quienes se la robaron. Narra en clave de thriller a partir de una historia familiar sepultada por temores, secretos y silencios. 'Purga' arranca en 1992, pero juega con el tiempo en un ir y venir por el terror nazi, el soviético y el de las mafias que trafican con seres humanos.

-¿Por qué 1992?

-La Unión Soviética se desmoronaba y Estonia recuperaba su independencia. Era un tiempo extraño e incierto para los estonios, que deseaban la independencia, la nueva moneda. Pero el Ejército Rojo, el de un país inexistente, permaneció hasta 1994. En su salida arrasó con todo, quemaron casas, robaron hasta los cables eléctricos. No tenían nada, ni un país al que regresar. Todo cambió y hubo una suerte de locura colectiva. Cambió el país, pero no unas mentes sometidas por los lavados de cerebro soviéticos. Sus huellas aún persisten.

-Aliide es una anciana solitaria que auxilia a la joven y explotada Zara. ¿Qué comparten?

-Son mujeres diferentes de épocas diferentes que han vivido las mismas experiencias. Son víctimas y supervivientes de una violencia extrema que les causó idéntico efecto. La violencia que se utiliza para destruir el yo íntimo y arrasar la identidad individual. La misma que ejercieron el nazismo y el estalinismo en Estonia. La que padecieron las mujeres violadas sistemáticamente en la guerra de los Balcanes o la que sufren las víctimas del tráfico sexual. La que regresó a la Europa de los 90, con campos de concentración que suponíamos desterrados para siempre.

-Narra a partir de una historia que adivinó de niña entre secretos susurrados en su familia. ¿La infancia es la patria del escritor?

-Mi infancia es clave para mi obra. De niña oía hablar sobre dos mujeres de mi familia que vivían solas en el campo tras la Segunda Guerra Mundial. Hallaron a un soldado malherido en su jardín y lo ayudaron. Lo escondieron en una habitación secreta, pero alguien les delató. La policía política se llevó a la hija de nueve años para interrogarla. Cuando regresó era otra. Jamás volvió a hablar. No se casó, ni fue madre. Vivió apartada. Le robaron la voz y la vida, como a Aliide y a Zara. Quiero devolvérsela, contar la historia de esas personas sin voz. No novelo sobre el universo de las mujeres, sí sobre el poder y el efecto de la violencia sexual, mafiosa o política.

-¿Por qué convirtió en novela la pieza teatral?

-Me formé como dramaturga. El teatro es un lenguaje próximo y natural para mí. Estudié literatura creativa y vi la oportunidad y la posibilidad de llevar 'Purga' a la novela, y lo hice. Cada género tiene su registro y peculiaridades. La violencia, con actores en escena, se delimita mucho. En prosa lo abordas de una manera muy distinta. La novela absorbe un nivel de detalle excepcional. El teatro no. 'Purga' será una ópera y de nueva será distinta. También habrá película. No participaré ni en el libreto ni en el guion.