Sociedad

La castración de Michael

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Michael Jackson murió a los 50 años, el 25 de junio de 2009, tras una vida convulsa, siempre expuesta al escrutinio público y, sin embargo, llena de esquinas recónditas y de misterios brumosos. Un hombre seguramente infeliz, que conoció el éxito desde su infancia, que nació negro y se fue volviendo blanco, que amasó una cantidad indecente de dinero, que marcó una época en la historia de la música pop, que sufrió la dictadura de un padre avaricioso, que se casó dos veces de mentirijillas, que mantuvo oscuras relaciones con niños, que devoraba tranquilizantes, analgésicos y otras pastillas, que acabó viviendo en una burbuja por temor a los gérmenes... Todo eso fue Michael Jackson, pero nada de eso le interesaba al doctor Alain Branchereau, cirujano vascular del hospital de Marsella. Al doctor Branchereau solo le gustaba la ópera.

Un día, por azar, escuchó el tema 'Man in the mirror', que Michael compuso en 1988. Branchereau se quedó pegado en su asiento, casi petrificado, anonadado por el impacto de una voz extremadamente singular: «Me pareció que unía la potencia de una voz de hombre, el color de una voz de mujer y la fragilidad de una voz de niño». Su cerebro de melómano enseguida encontró una correspondencia: «Me recordaba la descripción de las voces de los 'castrati', esas estrellas de la ópera barroca que nadie ha vuelto a escuchar después del siglo XVIII», confesó Branchereau al diario 'La Provence'.

Intrigado por el hallazgo, el cirujano marsellés comenzó a investigar sobre la vida de Michael Jackson. Escuchó todos sus discos, leyó las biografías disponibles y se topó con un análisis muy sugerente de Seth Riggs, profesor de canto del rey del pop: «Decía que Michael cantaba en una tesitura de tres octavos, como María Callas. Podía pasar naturalmente de una voz de barítono medio a otra de soprano ligera».

Asombrado por lo que iba descubriendo, decidió compartir sus sospechas con otros médicos: «Creo que entrevisté a la mitad del Hospital de Marsella: fisiólogos, dermatólogos, psiquiatras, cirujanos estéticos... Incluso hablé con un viejo amigo que fue solista en un coro infantil. Me contó la tragedia que representa la llegada de la madurez para un niño aficionado a cantar». Y, en este punto, el doctor Alain Branchereau comenzó a trazar las primeras líneas de su hipótesis: «Todo indica que el cantante pudo sufrir una castración química a los 12 ó 13 años». Su investigación, repleta de detalles médicos, se ha convertido en un libro que promete generar un nuevo debate sobre la inagotable vida del rey del pop. 'Michael Jackson; el secreto de una voz' sale hoy a la venta en Francia.

Por culpa del acné

Según la tesis del cirujano marsellés, la castración pudo incluso ser accidental. A los doce años, según el propio Jackson confesaba en sus memorias, tuvo que lidiar con un terrible ataque de acné juvenil. Los granos desfiguraron su rostro y ese accidente pasajero, que para cualquier adolescente supone un trauma, se convertía en una tragedia inadmisible para un artista que iba de actuación en actuación y de plató en plató. «Por fortuna, cambié de régimen alimentario y todo se resolvió», contaba Michael en su autobiografía. Pero el doctor Branchereau no se lo cree: «Ahí es seguro que miente y que esconde algo», advierte en una entrevista concedida al diario 'Liberation'.

El cirujano parte de la certeza de que, a esa edad, la voz de Michael sostenía económicamente a toda su familia. Así que supone que, para atajar la ferocidad del acné, sus padres pudieron darle cyproterona, una hormona que rebajaba los niveles de testosterona y que, al retrasar la pubertad, obraba un doble milagro: eliminaba los granos e impedía que cambiara su voz blanca. «En el momento de la madurez -explica Branchereau-, la voz se quiebra. Uno nunca sabe lo que saldrá de su garganta. Y, después de la madurez, hay que aprender de nuevo a cantar. Ese proceso dura dos o tres años. Pero Michael jamás se tomó un descanso».

La castración química pudo finalizar a los 18 años. «Las fotografías demuestran que entonces le empezó a salir un poco de barba; pero su voz no cambió. A esa edad, la laringe ya está fijada. Ya no aumenta de volumen. Por eso, aunque ganó en potencia, pudo conservar esa voz de cristal», concluye Branchereau. El problema es que la hipótesis del cirujano marsellés no tiene confirmación posible: «Salvo que el entorno de Michael confirme que tomó cyproterona... El tratamiento no deja huellas».