Economia

Los ministros van a la oficina

Tienen que esperar dos años tras su cese para desempeñar actividades en áreas sobre las que han dictado resoluciones Los ex miembros del Gobierno copan las presidencias y los consejos de las grandes compañías

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Juan Costa, ex ministro de Ciencia y Tecnología con José María Aznar, lo anunció hace unas semanas. «En ocasiones -argumentó en rueda de prensa- hay que valorar si estás aportando algo o no, pues en política hay que estar en condiciones de aportar, de trabajar, de sentirte orgulloso, comprometido y tener la impresión de que con tu esfuerzo estás moviendo la máquina de un proyecto». De esta forma decidía abandonar su escaño, en la última fila del Congreso de los Diputados, y poner rumbo a Londres, a la dirección de la división para el cambio climático de la consultora Ernst and Young.

Una quinta parte de los 162 ministros de las nueve legislaturas de la democracia ha tomado ese mismo camino hacia la empresa privada. Sus nombres copan las presidencias, direcciones generales y consejos de grandes compañías. Otros han buscado su oportunidad en proyectos mucho más humildes. Aun así, medio centenar todavía no ha abandonado la administración y sigue ocupando un cargo institucional.

Durante el tiempo que forman parte del Gobierno, los ministros deben dedicarse exclusivamente al cargo. En los dos años posteriores a su cese todavía siguen percibiendo un sueldo por parte del Estado, como contrapartida a que, por ley, no pueden realizar actividades sobre las que hayan dictado resoluciones. Es una de las razones por las que Jordi Sevilla es el único miembro de los Gabinetes de José Luis Rodríguez Zapatero que se ha pasado a la empresa privada. Cesó en el cargo en julio de 2007 y en septiembre de 2009 abandonó su escaño en el Congreso para formar parte de la consultora PriceWaterhouse Coopers (PwC).

«Todos los políticos deberían pasar por la empresa privada y luego trabajar para la administración, como en cualquier país desarrollado», reclama Eduardo Serra, el titular de Defensa en la primera legislatura de José María Aznar. Critica duramente el hábito de «estar de los 17 a los 75 años encerrado en un partido». En su opinión, esto provoca que «vivan ajenos a las necesidades de la gente» y que «prohíban los toros cuando hay cinco millones de parados».

Serra ahora preside la Fundación Everis. En las últimas semanas ha vuelto a la primera plana de la información por un manifiesto enviado al Rey que contiene un plan de transformación de la economía española. Además de este cargo, también es consejero en Zeltia, Ono y Rolls Royce. «En la empresa privada se aprende lo difícil que es ganar dinero y lo difícil que es crear puestos de trabajo», declara.

Josep Piqué, titular de Industria y Asuntos Exteriores entre 1996 y 2003 y actual presidente de la aerolínea Vueling, comprende que es «impopular» que un antiguo ministro se pase a la empresa privada. «Todavía nos falta madurez democrática», advierte el también máximo responsable de la página nupcial Bodaclick.

«En cualquier organización hay que poner cierto orden entre las personas», razona Rodolfo Martín Villa, y añade que lo importante es «formar equipos y marcar objetivos con claridad». Para el ex ministro de Unión de Centro Democrático (UCD), la única diferencia es que en la empresa «uno juega a favor de unos objetivos legítimos y concretos», mientras en la administración pública se hace «a favor de unos intereses generales». Recuerda cómo sus primeros pasos en los negocios, a comienzos de los ochenta, fueron por «decisión personal» de su amigo y entonces presidente del Banco Bilbao, José Ángel Sánchez Asiaín, que le facilitó su entrada en Ibercobre y Celofán Española.

«Según iba ejerciendo en la empresa privada, ya fui labrando un currículo de cierto prestigio», explica Martín Villa. En 1997 dio el salto a la gran empresa para dirigir Endesa durante cinco años y hasta hace un mes fue presidente de Sogecable. Ahora, su ex compañero en el Ministerio de Industria y actual presidente de Técnicas Reunidas, José Lladó, le ha «ayudado». Ante los inconvenientes de «trabajar en casa», le ha ofrecido un puesto de consejero en la filial de ingeniería Initec.

Tras el descalabro

Martín Villa no fue el único ministro que se vio obligado a poner rumbo a la empresa privada tras el descalabro electoral de UCD en 1982. «Comprendí que había terminado mi carrera política e incluso una forma de hacer política. Tomé la decisión y nunca me he arrepentido de dar ese paso», apunta el ex titular de Agricultura Jaime Lamo de Espinosa.

Actualmente ocupa un puesto en los consejos de administración del grupo García Carrión y de la Mutua Madrileña, además preside la patronal de las constructoras independientes (ANCI) y dirige la revista 'Vida Rural'. Lamo de Espinosa no duda de que las 'lecciones' que aprendió en la política le han servido para su vida en la empresa privada: «A todos nos hizo mucho más dialogantes, nunca dogmáticos, y nos enseñó a saber que todo el mundo siempre tiene algo de razón».

El ex ministro de la Presidencia Matías Rodríguez Inciarte también abandonó el Congreso después de la derrota de Landelino Lavilla. «Mi etapa en la administración había concluido y, al poco tiempo, me incorporé al Banco Santander», relata. Junto a él, entre los administradores de la entidad dirigida por Emilio Botín hay otros dos antiguos ministros (Isabel Tocino y Abel Matutes), un secretario de Estado de Economía (Guillermo de la Dehesa) y un ex gobernador del Banco de España (Luis Ángel Rojo).

Los ministros socialistas muestran menor predisposición a hablar de su vida en la empresa privada. El antiguo titular de Turismo y Comercio Javier Gómez Navarro no pone trabas para hacerlo. El actual presidente del consejo superior de las Cámaras de Comercio sigue muy ligado al sector que corresponde a su antigua cartera. «Cuando concluyeron los dos años de incompatibilidad -comenta-, monté una serie de empresas y luego me pidieron que presidiese Aldeasa».