REFLEXIONES

LA DOBLE CARA DE LORENZO

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Jorge Lorenzo va a ganar el Mundial de MotoGP. Y se lo merece. Sí, vale, es verdad que los problemas físicos de Rossi y Pedrosa le han dado el empujoncito final hacia el título, pero esto no debería ser más que un argumento a modo de pataleta de sus críticos, que son muchos y variados en España, y fuera de ella, pero nunca una razón de peso para restarle mérito a lo que se ha ganado sobre el asfalto, poniendo a punto la moto junto a sus ingenieros y mecánicos, abriendo gas, apurando en las frenadas y jugándose el tipo a más de 300 kilómetros por hora.

Los resultados le avalan. Hasta hace un par de telediarios había escuchado siempre los himnos subido en el podio, y encima en siete ocasiones sonó el español en su honor. Pero lo cortés no quita lo valiente y todo el arrojo que demuestra sobre el carenado lo pierde asiduamente cuando se pone delante de una cámara o un micrófono. Como ayer, cuando después de que Valentino le mojara la oreja y él mismo reconociera nada más bajarse de la moto que no había «excusas» y el italiano había hecho «un carrerón» para batirle «en el cuerpo a cuerpo», poco después saca a relucir todo su aparato propagandístico ahuyenta fracasos para acusar al mejor piloto de la historia de competir de una forma sucia y retarle en un futuro no muy lejano, al más puro estilo de la mafia siciliana. «Sabía que no era muy limpio, pero a mí nunca me había tocado ni echado fuera de la pista. Esta vez sí. Creo que soy un piloto un poco más caliente que Stoner y Gibernau, así que quizá la próxima vez actuaré de forma más agresiva», vino a decir el 'bad boy' del motociclismo español ya en frío y sin guardar las formas, sacando su verdadero yo. Lo que ocurre es que esa chulería, prepotencia y falta de humildad que alimenta su personaje desvía la atención de lo que realmente le puede hacer grande: sus logros deportivos. Y quizás cuando estos se acaben se resienta lo que realmente le duele al mallorquín, que no es ni el dinero ni los triunfos, sino su ego. Es la doble cara de Jorge Lorenzo.