Editorial

La opción del PP

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Rajoy desgranó ayer ante la clase empresarial el escorzo de su programa económico, que, en estos tiempos de gran nivelación ideológica, se corresponde con las recetas aplicadas en Europa y, en cierta medida, también en España. Así, el líder de la oposición se mostró favorable, entre otras cuestiones, a constitucionalizar el equilibrio presupuestario; a reformar la ley de Cajas para separar la gestión bancaria de la fundacional; a regular el sistema financiero pero no a imponer tasas a las transacciones y a los bancos como quiere Alemania; a reducir los impuestos «para garantizar la recaudación»; a desligar en la reforma laboral la negociación colectiva de los sectores y a condicionarla a cada empresa; a reformar la educación -con el castellano como idioma vehicular-, el sistema energético y las administraciones públicas. Rajoy criticó no sólo al Gobierno sino también a CiU por apoyar el decreto gubernamental de medidas de ajuste. Y dio, en fin, la impresión de que, al frente de una opción sin duda sólida, tampoco tiene recetas milagrosas contra la crisis. Al cabo, en estos tiempos, la credibilidad política, capaz de suscitar confianza, es más relevante que el propio programa.