Editorial

Coalición británica

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El nuevo Gobierno británico, salido de las elecciones de la semana pasada, celebró ayer su primer Consejo de ministros en un ambiente de saludable dinamismo y la diligencia exigida por la situación. Es el primer Ejecutivo de coalición en setenta años y, en realidad, mucho más porque el Gobierno formado al estallar la II Guerra Mundial fue de unidad nacional creado para enfrentarse a la Alemania nazi. Otra cosa. Sumados los efectivos conservadores y liberal-demócratas, el Ejecutivo, presidido por el líder 'tory', David Cameron, dispone de una holgada mayoría parlamentaria y eso más la calidad atribuida a quienes lo integran permiten augurar la adopción rápida de fuertes decisiones de orden económico. Con altura de miras y responsable sentido de la urgencia, muy dignas de emulación, los dos socios del Gobierno supieron pronto que su alianza tenía la preferencia del público e incluso los laboristas, con la renuncia de Gordon Brown en cabeza, hicieron lo correcto al no insistir en una suerte de puja para ver quién daba más y mejor a los liberales. La clase política hizo exactamente lo que debía y se ha puesto al trabajo rápidamente. Merece buena suerte en la difícil coyuntura.