Los nacionalistas critican el plan del Gobierno y la izquierda se desmarca

José Luis Rodríguez Zapatero no encontró ayer ni un amigo entre los grupos minoritarios, con los que desde el comienzo de la legislatura teje y desteje sus alianzas. Un dato que no es menor. El presidente sabe que si el PP no colabora, en los próximos días los necesitará para convalidar los decretos con los que ejecute el recorte de los gastos del Estado presentado hoy.

Con el objetivo de buscar complicidades, tuvo el detalle de telefonear el martes al portavoz de CiU, Josep Antoni Durán i Lleida, al que anticipó sus planes, y la vicepresidente segunda, Elena Salgado, hizo lo propio con los portavoces de PNV y ERC, Josu Erkoreka y Joan Ridao. La deferencia no tuvo efectos visibles con el nacionalista catalán, que fue muy duro y no comprometió apoyo alguno. El PNV, también muy crítico, no cerró la puerta. Dejó claro que tendrá que conocer la letra pequeña y recibir muchas aclaraciones antes de respaldar nada. De quien ya se puede despedir el Gobierno es de la izquierda, IU y BNG, y de UPyD.

Los primeros anunciaron una «oposición contundente» a «un ajuste de caballo» que recae sólo sobre las rentas más bajas, al tiempo que avisaron de que soplan vientos de huelga general. UPyD espetó a Zapatero que es «un incapaz» y que si es «un patriota» lo único que le resta es convocar elecciones.