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El TSJA da por válido el despido de dos sindicalistas por bajo rendimiento

Las salidas de la presidenta y un miembro del comité de la conservera Rey de Oros de Barbate provocó una huelga

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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La protección normativa que tienen los delegados sindicales en sus respectivas empresas para ejercer su deber de representación y defensa de los intereses de los trabajadores no es una patente de corso como a veces se quiere cuestionar. La sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) acaba de validar el despido procedente a dos sindicalistas que se ejecutó el año pasado en la conservera barbateña Rey de Oros. Una decisión empresarial que motivó el rechazo de la plantilla y cierta movilización en la localidad jandeña. Pero pasado el tiempo, la Justicia le ha venido a dar la razón a la dirección, que justificó esa salida por el bajo rendimiento de ambas empleadas.

La primera decisión en este sentido adoptada por el juzgado de lo Social nº 3 de Cádiz fue recurrido por el sindicato UGT, que se mostraba confiado en obtener un fallo favorable del Alto Tribunal y que éste declarara nulo la medida impuesta a la presidenta y una empleada del comité, como es habitual en los casos de despidos de delegados sindicales.

Sin embargo, la nueva sentencia, que puede ser recurrida, considera probado que las demandantes estuvieron percibiendo un plus de productividad hasta la campaña de 2007. Pero que entre el 14 de noviembre de 2008 al 5 de diciembre del mismo año no llegaron a la productividad media. «Y ello fue debido a que en la campaña de 2008, que fue mejorada en sus condiciones laborales, aunque no se llegó a un acuerdo sobre la prima de producción, voluntariamente bajaron el rendimiento, de forma intencionada», relata el TSJA.

Las trabajadoras alegaron en su día que habían impuesto un nuevo sistema de producción, sin pactarlo con el comité, mediante el cual se computaba el trabajo efectivo que hacía cada empleada bajo unos criterios que ellas cuestionaban. Los despidos también afectó a una tercera trabajadora, que finalmente fue admitida como parte del acuerdo que supuso el final del conflicto en esta empresa barbateña. Precisamente, en esas negociaciones quedaron fueran las dos sindicalistas para no bloquear las conversaciones con la empresa. Así lo justificó en su día el sindicato.

La empresa presentó un informe pormenorizado del número de kilos de género que manipulaba a la hora cada trabajadora, subrayando cómo nuevas incorporaciones a la plantilla, pese a no tener experiencia, daban mejores cifras de rendimiento.