El presidente de la Generalitat, José Montilla. :: EFE
ESPAÑA

El PSC tensa la cuerda con Ferraz

Los de Montilla tratan de convencer a sus compañeros del resto de España de la necesidad de renovar el tribunal El Estatut y el Constitucional ahondan en las fisuras entre socialistas catalanes y PSOE

BARCELONA. Actualizado: Guardar
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El pasado 23 de abril, casi 4.000 personas acudieron a la ceremonia en la Catedral de Barcelona para despedir al ex presidente del Comité Olímpico Internacional (CIO), Juan Antonio Samaranch. Sólo hubo una ausencia ilustre, la del presidente del Gobierno y ministro de Deportes, José Luis Rodríguez Zapatero. El detalle escenificaba las diferencias que el debate sobre el Estatut y la legitimidad del actual Tribunal Constitucional para emitir la sentencia ha provocado entre el PSC y el PSOE.

Una tensión creciente, que vivió su momento más delicado el pasado viernes, cuando el consejero de Economía y líder de la corriente más catalanista del PSC, Antoni Castells, reprochó a Zapatero que no defienda con más ímpetu el Estatut, y cuando además Jaume Collboni, director de la campaña de los socialistas catalanes, dejó caer que en estos momentos no es muy prudente que el presidente del Gobierno participe en los mítines electorales.

Lo que subyace en este clima de tensión y que tiene como eterna espada de Damocles la amenaza del PSC de que se desmarcará del PSOE en el Congreso, es la presión que los socialistas catalanes están ejerciendo sobre los del resto de España para que apoyen una reforma del Constitucional. Consideran que esta renovación permitiría desencallar un fallo sobre el Estatut más favorable que el que previsiblemente preparan los miembros actuales. Desde la sede socialista de Barcelona entienden que si Zapatero no apoya esta sustitución de los miembros del tribunal cuyo mandato ya ha expirado será responsable, en parte, de los severos recortes que el actual Constitucional prevé infligir al Estatut.

Y es que, los socialistas catalanes siempre recuerdan la famosa declaración del 14 de noviembre de 2003, cuando el entonces candidato a la presidencia del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, dijo aquello de «apoyaré la reforma del Estatuto de Cataluña que apruebe el Parlamento de Cataluña».

Promesa

Los socialistas catalanes creen, por tanto, que para que la promesa de Zapatero se cumpla, aunque el Estatut ya fuera rebajado en el Congreso, aún falta que el presidente del Gobierno impulse la renovación del Tribunal Constitucional

Pero como el secretario general del PSOE ya ha dicho que este no es el momento de plantear este debate, en parte hay un sentimiento de promesa incumplida y Zapatero, que fue un buen gancho electoral en Cataluña, no vive sus momentos de mayor popularidad y por mucho que declare a los cuatro vientos su barcelonismo y su admiración por Messi y Xavi, ya no cae tan bien como otrora.

«Las relaciones entre PSC y PSOE pasan por su peor momento», ha dicho esta semana el ex consejero de Cultura de la Generalitat, Ferran Mascarell. «Esta ambigüedad del PSOE de querer jugar a la pluralidad de España y a la vez hacer seguidismo al PP le aleja del PSC», dijo. «No es fácil ver cómo se resolverá porque el PSC no puede dejar de defender el Estatut y el carácter nacional de Cataluña», añadió.

Esta defensa numantina de la carta magna catalana llevó a los socialistas catalanes a aprobar el jueves pasado, en una iniciativa sin precedentes, una resolución en el Parlament, que contó con el 87% de los votos, que considera al actual TC incompetente para dictar sentencia sobre la ley fundamental catalana. La propuesta llevará además al Senado y puede que al Congreso la voluntad de renovar el Constitucional y promover una reforma de la ley del Tribunal, que podría conducir a los socialistas catalanes, en caso de que el texto arribara al Congreso, a votar de forma diferente que sus compañeros. «Es más importante Cataluña que nuestra vinculación con Zapatero», dijo Castells. El viceprimer secretario del partido, Miquel Iceta, mostró la cara amable del PSC y el sábado rebajó la tensión, al subrayar que el PSOE resultó clave para la consecución del Estatut y que la intención del PSC no es votar diferente del PSOE, sino convencerle de que vote lo que pensamos que debe votar.

Órdago

No obstante, el órdago del frente común catalán, o farol, según algunos, tiene también un alto contenido electoral. A nadie escapa que los comicios catalanes están muy próximos y Montilla se ve obligado a tomar el mando y a no dejar que CiU abandere la defensa del Estatut, tal y como pasó cuando Artur Mas y José Luis Rodríguez Zapatero negociaron en privado, y al margen del PSC, el contenido del texto.

Una actitud de tibieza frente al Estatut por parte de los socialistas podría restarles credibilidad y les costaría mostrarse como la opción adecuada para seguir gobernando en la Generalitat. CiU también ha encontrado un filón en este contexto para venderse como la única formación que defiende las mismas posiciones en Madrid y en Barcelona y de paso le sirve para hurgar en la herida del PSC-PSOE.