Cristiano Ronaldo fue el autor del disparo que precedió el gol del empate, tras el rechace de Juan Pablo que aprovechó Van der Vaart para empujarla dentro. :: AFP PHOTO
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Remontada blanca envuelta en polémica

El Madrid fue una calamidad en el primer tiempo pero remontó a balón parado cuando le despertó el gol del isleño David Barral Paradas Romero barrió para casa en el empate de Van der Vaart al no ver su control con la mano

MADRID. Actualizado: Guardar
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Victoria, nueva remontada pero imagen muy preocupante del Real Madrid, que fue una calamidad en la primera parte y sólo se desperezó cuando los cándidos asturianos se adelantaron en el arranque de la segunda parte. Es cierto que resolvió en cuanto aceleró, como casi siempre en la Liga, pero lo hizo a balón parado y con inestimable ayuda arbitral, ya que el malagueño Paradas Romero concedió un gol de Van der Vaart precedido de una mano y no vio dos posibles penaltis en área local. En el primer partido en el Bernabéu desde la debacle ante el Lyon, el conjunto de Pellegrini logró su decimocuarta victoria como local en esta campaña, lo que iguala el registro del curso 87-88, pero mostró una imagen de lo más vulgar. Aunque se acostase tres puntos por delante, mucho tiene que mejorar este Madrid para ganarle al Barça en tres semanas.

Bendita paciencia tuvo la exigente afición del Real Madrid para no pitar hasta el minuto 37, cuando Lass intentó un cambio de juego que mostró su falta de clase. Sólo un partido por semana a causa de los ridículos ante Alcorcón y Lyón y, sin embargo, un ritmo lento, cansino, desesperante, como si no estuviera en juego la Liga.

Cristiano contra todos, incluidos sus compañeros. Ciertamente, el portugués era el único que se movía, la pedía, arrancaba, intentaba driblar. Todo a una velocidad de vértigo, como si fuera el partido de su vida. Una actitud irreprochable, acompañada de gestos y aspavientos más discutibles. Signos de un ganador desesperado, acostumbrado quizá a otra forma de afrontar los partidos en la 'Premier'. Señalar a un compañero porque no le pase, no salga en su ayuda o no corra a un pase mal dado por el portugués puede hacer que ni tu propio vestuario te soporte.

¿Guti, revulsivo?

En esta tesitura, no es de extrañar que el Bernabéu aplaudiera cuando Guti salió a calentar. Casi 300 millones invertidos para que el elegido como revulsivo fuera el canterano. Sintomático, aunque el de Torrejón luego apareció más bien poco. Fue el Sporting el que golpeó primero, al aprovechar los enormes espacios que Marcelo deja partido tras partido. Se internó Barral, que arrancó al límite del fuera de juego y fusiló a Casillas, que se esperaba el pase de la muerte.

Un gol que despertó a la 'bestia' y al juez, que comenzó a barrer para casa. El Madrid puso la cuarta, la quinta, y remontó en un santiamén. Una faltita de Rivera, un zapatazo de Cristiano, un mal despeje de Juan Pablo, un control de Van der Vaart apoyándose con ambas manos y un remate a placer. Casi en la jugada siguiente, un córner, un salto portentoso de Cristiano y el cabezazo final de Xabi en el segundo palo. El Bernabéu ya sonreía. Pero hubo más polémica, ya que el contragolpe que culminó Higuaín, tras hallar una autopista en medio de sus rivales, vino precedido de un posible penalti de Arbeloa por sujetar a Barral. Los gijoneses, desesperados, llegaron a reclamar otra posible pena máxima de Ramos a Bilic tras un error tremendo del sevillano en el pase. Daba igual, cayeron pero acabaron ovacionados por su fiel hinchada. Mucho más que los merengues por su gente.