Caprichos. A pesar de la crisis, las ventas de Ferrari sólo cayeron un 1% en 2008; las embarcaciones de recreo se desplomaron un 50% entre 2007 y 2009. :: ANDRÉS LANZA
Sociedad

Los millonarios también pierden

Los españoles más pudientes ya no tienen tanto dinero en efectivo y procuran mantenerse lejos de aventuras financieras

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Rara vez perderán todas sus casas por no poder pagar las hipotecas. Ni se verán obligados a pedir comida en la parroquia del barrio. Ellos no pasan por esos dramas en tiempos de crisis. Cuando se dispone de un patrimonio financiero (dinero contante y sonante para invertir) que oscila entre 300.000 y 10 millones de euros, la miseria no revolotea como un pajarraco de mal agüero ni te picotea las entrañas. Ellos están acostumbrados a tratar de tú a tú a las entidades financieras y en su círculo de amigos no falta un abogado-economista que les da consejos gratis y, encima, aporta las claves para capear el temporal y seguir tan campantes. Así es su vida y, no obstante, esto no quita para que se hayan llevado más de un disgusto en los últimos tiempos. Los bandazos bursátiles de 2008 y el desplome del mundo inmobiliario les han golpeado de lleno y, quien más quien menos, ha acusado el porrazo.

Entre 2007 y 2009, el número de personas con más de 300.000 euros en el banco ha caído en España un 9, 92%. Ha pasado de 443.261 a 399.304. Y el volumen total de sus fortunas ha menguado aún más: un 21,61%, lo que supone bajar de 492.557 a 386.100 millones de euros. Son datos divulgados por Banif, la sección de banca privada del Santander, que ofrece servicios de asesoramiento y gestión a los clientes que ingresan, como mínimo, los famosos 300.000 euros. Si no les parecen tantos -son 50 millones de las antiguas pesetas-, no olvidemos que también los hay que entregan tranquilamente cantidades muy superiores, como para comprarse un helicóptero o una isla con hotel y todo. ¡Quién nos ha visto y quién nos ve! «Nuestro país ha pasado de malísimos tiempos, de pasar hambre de verdad, a una bonanza que ha situado en el disparadero a muchos profesionales. Había oportunidad de hacer negocio y ellos la han aprovechado», apunta Francisco Villota, profesor de Economía en la Universidad Complutense de Madrid.

¿Cómo es esta gente? ¿A qué dedica su tiempo libre? Vayamos por partes. «Cerca del 75% son empresarios, abogados, médicos... Gente que ha amasado una fortuna con su trabajo. El 25% restante son ricos herederos. Nada que ver con el pasado. En los años 70, la proporción era al revés. La inmensa mayoría eran los típicos ricos de toda la vida, dueños de fortunas familiares que buscaban una administración eficaz», explica un portavoz de Banif. Vivir de las rentas era un lujo que, por regla general, sólo estaba al alcance de los potentados que habían 'mamado' la riqueza desde la cuna. Pero la vida da muchas vueltas: ahora hay bastantes 'currantes' que llevan meses de brazos cruzados y no les falta de nada. ¿De quiénes hablamos? Pues de empresarios que dejaron de sudar la gota gorda en el sector industrial para conseguir beneficios anuales del 30%, del 40%, o hasta del 50%, en el mundo inmobiliario.

La especulación en la venta y compra de viviendas era un deporte nacional que sólo conocía ganadores; el tradicional 'triángulo de oro' -con los vértices en Madrid, País Vasco y Cataluña- se alargaba hasta el Levante, donde los llamados 'ladrilleros' se hacían de oro. Hasta que el derrumbe del sector inmobiliario les cortó en seco tanta alegría. Se acabó el chollo. Ni ganas les quedaron de seguir trasteando por esos 'mercadillos de lujo' donde pagas 200 euros para alegrarte la vista con yeguas de 200.000 euros, Ferrari que rondan los 300.000 y alguna joyita de Chopard que no supere los 77.000. Cuando no hay trabajo, las prioridades cambian. Da igual que te sobre el dinero; los caprichos ya no se disfrutan tanto como antes.

Yates y caballos

La venta de embarcaciones de recreo, por ejemplo, se ha hundido un 50% entre 2007 y 2009; las 13.000 matriculaciones anuales de antaño se han quedado en 6.700. Y qué decir de los 'ponies' que recibían en Navidad los hijos de los empresarios con finca en Andalucía... «Eso ya es trágico. Lo habitual era recoger unos 180 équidos abandonados al año, y ahora esa cifra se ha triplicado. Si les ha ido muy mal en los negocios, no dudan en dejar tirados a los animales...», se queja Virginia Solera García, portavoz de la Asociación CYD Santa María con sede en Málaga, donde dispone de una casa de acogida para esos cuadrúpedos.

La ostentación no está de moda. Otra cosa muy distinta son los productos de primera necesidad. Si nos asomamos al mundo de las viviendas fastuosas, veremos que los profesionales continúan frotándose las manos. «Cuando se trata de 'lujo-lujo', la oferta es muy poca y demanda siempre tendremos», constata Óscar Martínez, presidente de la Asociación Profesional de Expertos Inmobiliarios (APEI). O sea, que lo compradores potenciales son habas contadas. Algo lógico cuando el precio del metro cuadrado, agárrense, supera los 6.000 euros y puede llegar a los 14.000 en capitales como Madrid y Barcelona. Estas cantidades, si acaso, podrán bajar «un 20% como mucho». Nada que ver con el 40% que está haciendo temblar «el sector de las casa baratas».

Con la segunda residencia, no obstante, el tema se complica: «Los chalés de cuatro millones de euros para arriba, ya sea en lugares como Marbella o Mallorca, no son nada fáciles de revender». Difícil pero no imposible. Una vez más, la red de contactos de los millonarios les permite salir a flote. «Lo habitual es que, en caso de apuro, se traspasen los inmuebles entre ellos. Si necesitan librarse de una mansión, no tienen más que coger el móvil y llamar a un amigo... De esa manera, también evitan que se progague que les va mal... No debe notarse que la empresa se ha dado un peñazo». Las apariencias son un 'plus' que se cotiza muy alto en el mercado de las vanidades.

Las fuentes que utiliza Banif para calcular el total de ricos en España son el INE (Instituto Nacional de Estadística), Banco de España y sus propias estadísticas. Más les vale tenerlos bien fichados; así no se les escapan tan fácilmente. «El 60% de los clientes ha perdido confianza en los gestores de su patrimonio. Eso no lo vamos a negar. Por eso, ahora más que nunca, hay que apostar por la transparencia; debemos poner al corriente de todos los riesgos a nuestros clientes. Para que no suceda lo de 2008...», reconocen desde el propio Banif.

China, la tierra prometida

Vaya trauma. Imposible olvidar que hace dos años la Bolsa se volvió loca, cayó casi un 50% y se perdieron unos 30 billones de dólares en todo el mundo. Repetimos: 30 billones de dólares, o sea, unos 22 billones de euros. Así se las gastaba el mundo globalizado que giraba en torno a productos financieros con nombres tan extraterrestres como CDOs (Collateralized debt obligations) o CDS (Credit Default Swap). ¿Quién diablos sabía exactamente cómo funcionaba eso?

Con toda seguridad, los asesores a sueldo de los bancos se movían como pez en el agua en ese mundo de fantasía; la economía financiera tan popular entonces consistía en sumar ceros y ceros sin que, a ciencia cierta, hubiera nada detrás. Ni tierras, ni inmuebles, ni billetes, ni diamantes negros. Saltaba a la vista que ese tinglado no podía tenerse en pie eternamente: el gran chasco se dio cuando el colapso de Lehman Brothers -el cuarto banco de inversión de EE UU- se llevó por delante el dinero de un montón de clientes. Mal asunto. Es lo que tiene la globalización, basta que una mariposa agite las alas en Nueva York para que alguien coja un gripazo en Almería.

La bola de nieve sigue rodando y empresarios con mucha vista como Amancio Ortega -décimo hombre más rico del mundo- han puesto sus barbas a remojar. Tras retirar una gran cantidad de fondos de las SICAV (sociedades anónimas que gestionan grandes fortunas), ha decidido poner orden en su patrimonio inmobiliario. El gallego, igual que Escarlata O'Hara, quiere tocar tierra y sentirse seguro. Llegados a este punto, no olvidemos una certeza entre tanta zozobra: China es la tierra prometida. Si tiene una cuenta bancaria a la altura de la Gran Muralla, no se lo piense dos veces. El propio Alfredo Sáenz, vicepresidente del Grupo Santander, lo tiene clarísimo: «Dentro de 15 años el ombligo del mundo estará en Asia». Lo decía en 2008 y, para variar, no se equivocaba.

El Informe sobre la Riqueza Mundial 2009, elaborado por las consultoras Merril Lynch y Capgemini, refuerza ese pronóstico: el gran dragón asiático acabó 2008 con un crecimiento del PIB del 9%, frente al 1,1% de EE UU y el 1,3% de Alemania. Y los millonarios chinos tampoco lo hicieron nada mal; desbancaron del cuarto puesto a los británicos dentro del ránking mundial de número de ricos. Eso sí, por los pelos: 364.000 frente a 362.000. No importa. Para 2018, se espera que tripliquen el número hasta superar el millón. Palabras mayores, sobre todo porque el Informe de Merril Lynch y Capgemini aplica baremos más exigentes que en España: si no dispones de 734.512 euros (un millón de dólares), ya te puedes despedir del estatus de millonario. Nada difícil en estos tiempos tan turbulentos. Aunque, seamos sinceros, ¿ya les importará bajar de categoría? La vida con 700.000 ó 500.000 no debe de ser tan distinta, ¿no les parece?