Editorial

Occidente en guerra

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La muerte de 27 civiles en Uruzgan, por un bombardeo de la OTAN, es una mala noticia en el momento más delicado de la contienda afgana. Este error no es el primero de las fuerzas de la ISAF, que en alguna otra ocasión ha confundido civiles con insurgentes, en parte por la utilización de escudos humanos por parte de los rebeldes. En cualquier caso, actuaciones como ésta dañan la confianza ya débil de los afganos en las fuerzas extranjeras en su territorio. El episodio además tiene lugar al inicio de una ofensiva que decidirá el destino de esta guerra. Es encomiable la rápida reacción del general estadounidense Stanley McChrystal, quien ha ordenado de modo inmediato una investigación interna, pero no es suficiente. Como el presidente Obama expuso en su discurso en Oslo hace unos meses, el cómo hace la guerra un país democrático y civilizado es tan importante como las justificaciones. Hay buenas razones para que los países occidentales se comprometan en esta contienda justa, pero es necesario explicarlas bien y, por descontado, respetar al máximo a la población civil.