ANÁLISIS

Chipre... ¿qué Chipre?

La liviandad de sucesivos gobiernos y la ceguera deliberada de instituciones y público llevaron al abismo de una segura bancarrota solo evitada por el radical rescate de Bruselas

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Chipre está de moda y no por su gusto, pero sí por su culpa: la liviandad de sucesivos gobiernos, muchos de izquierda y hoy de derecha (con Nikos Anastasiadis recién elegido presidente por el “Partido Democrático”) y la actitud que un observador local describe como ceguera deliberada de instituciones y público llevaron al abismo de una segura bancarrota solo evitada por el radical rescate financiero impuesto por Bruselas.

Tal imposición es inevitable y hacedera porque, sin que se sepa muy cómo fue posible, la República de Chipre es miembro de pleno derecho de la Unión Europea desde 2004. Es sabido que la UE exige un largo y rígido examen de las candidaturas antes de aprobarlas, pero los servicios comunitarios de control, que no pasan por sus mejores tiempos, dieron por buenas las cifras y las promesas.

Cuando eso sucedió la economía chipriota había crecido y se diversificaba, pero solo en la púdicamente llamada economía financiera, es decir, dinero que busca dinero y necesita un marco muy liberal, gran dinamismo bancario y un gobierno capaz de cerrar un ojo y la mitad del otro. Esta es la versión moderada, la cruda describe hace años a la isla como un Liechtsenstein insular, una verdadera lavadora de dinero negro, en gran parte ruso, y da la explicación de por qué un país muy pequeño y muy poco poblado dispone de tal densidad bancaria.

Un poco de historia

Chipre, una isla de poco más de 9.000 kilómetros cuadrados (como la provincia de Lugo más o menos) a menos de 200 kilómetros de Líbano o Israel, ha sido vista, como otras durante siglos, como una base para las flotas navales y, llegado el tiempo, las fuerzas aéreas. Huelga decir que fue pieza clave del despliegue militar de Inglaterra que aún hoy reina sobre un par de trocitos escogidos cuidadosamente: las bases aeronavales de Akrotiri y Dhekelia. Todavía es un misterio como la resistencia nacional aceptó la independencia cediendo la soberanía nacional de esas dos áreas devenidas bases de la Royal Air Force y sus invitados. Así, de facto, Chipre es un país de la OTAN.

La independencia es de 1960, cuando ya había en la isla alrededor de un tercio de su superficie, en el norte, habitado por turcos. Solo la parte griega fue convertida en un Estado soberano y los turcos siguieron siendo un enclave protegido por Turquía. El líder nacionalista y presidente Arzobispo Makarios nunca pudo obtener la reunificación y cuando en los últimos años de su mandato, en 1974, la Junta Militar griega que había acabado con la democracia y, de paso, con la monarquía, decidió anexionarla por la fuerza entre el entusiasmo popular, el ejército turco desembarcó y recuperó y, sobre todo, amplió su zona. Un referéndum de reunificación sensato, de tono confederal y muy bien preparado por la ONU fue aprobado en 1974 por la población turca, pero rechazado por la griega.

Y así seguimos a día de hoy. El asunto no es menor y la crisis está siendo seguida en Turquía con una mezcla de interés y placer no confesado. Ciertos medios muy nacionalistas no se han privado, sin embargo, de hacer reportajes en los que risueños chipriotas de la parte turca,dicen no tener problema alguno en los cajeros automáticos, que les dan cuanto dinero turco (liras) precisen y se benefician del gran desarrollo económico que conoce su país.

El inmediato porvenir

Estos lados del poliedro chipriota sugieren que, en su pequeñez material (la economía nacional es medio punto de la del conjunto de la UE y la población de solo 1,3 millones de habitantes) la crisis en Chipre tiene gran voltaje social y traduce, en términos pedagógicos, un gran fracaso: el de la UE que no aplazó sine die el ingreso en tanto la realidad coincidiera con la verdad oficial, el de los gobiernos locales, que vivieron la fiesta trivialmente mientras duró, y es relevante en términos de opinión pública europea… y rusa.

En Ankara hicieron saber hace un par de semanas que no se opondrían a un uso provisional de la lira turca en toda la isla si eso ayudaba y ciertos medios en Moscú (no su gobierno directamente) fueron menos cautelosos: Rusia podría ocuparse de todo, salvando sus inversiones allí (en realidad, depósitos a buen recaudo, no inversiones productivas)… y anudando una relación bilateral especial con el país, incluyendo bases militares… ¿Alquiladas por 99 años o soberanas y, por tanto, eternas como las británicas?

Hay, en fin, un factor añadido de gran peso: el descubrimiento y próxima explotación de enormes reservas de gas en sus aguas (en las vecinas) va a cambiar su economía en poco tiempo. Chipre será, sencillamente, rico… pero deberá resolver cuidadosamente con sus vecinos el reparto del botín según los límites, y eso vale para Siria, Israel – que sigue el asunto con lupa – Líbano… y sobre todo, Turquía. Con razón escribe hoy el “New York Times” que Chipre se muestra muy amable y moderado con Turquía…