historia

El día que Gernika sucumbió a las bombas

La villa vizcaína conmemora el 75º aniversario del bombardeo que destruyó la localidad en apenas tres horas

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El 26 de abril de 1937, como todos los lunes, era día de mercado semanal. Gernika entera, con los cerca de 5.000 habitantes que tenía entonces la villa vizcaína (muy próxima a Bilbao), estaba en la calle. Eran las cuatro y media de la tarde cuando las campanas de las iglesias del pueblo doblaron con más fuerza que nunca.

No anunciaban nada bueno: las aviaciones alemana e italiana se acercaban. Los jinetes del Apocalipsis, pilotando 31 bombarderos y 36 cazabombarderos Junkers, Heinkels y Dorniers de fabricación nazi, lanzaron 30.000 kilos de explosivos incendiarios sobre la localidad vasca. Los aviones de la terrible Legión Cóndor y la Aviación legionaria italiana escupieron tantas armas de destrucción masiva que la localidad quedó prácticamente destruida en poco más de tres horas.

El balance fue terrible. Rafael Alberti lo describió con cinco palabras: «Guernica. Dolor al rojo vivo». Picasso lo dibujó en blanco y negro en su obra cumbre, el ‘Guernica’, que habla de los horrores de la guerra y que se convirtió en todo un alegato antibelicista, un icono mundial del convulso siglo XX. Aunque no hay consenso entre los historiadores sobre la cantidad exacta de personas que perdieron la vida en la llamada ‘operación Rügen’, el hispanista Hugh Thomas estima la cifra entre 100 y 1.600. La diferencia se explica en que justo un día después del bombardeo, los dos bandos enfrentados en la Guerra Civil, los republicanos y los nacionales, se culparon mutuamente de la autoría.

Pero la presencia de corresponsales de prensa extranjeros en Bilbao despejó todas las dudas sobre quién era el responsable del hasta entonces mayor y más devastador bombardeo sobre la población civil de la historia. George Steer, periodista de ‘The Times’, fue la primera persona que informó de la tragedia. Llegó a Gernika horas después del bombardeo y esa misma noche envió su reportaje, que se publicó también en ‘The New York Times’. Fue el primer documento escrito que alertó al mundo de lo que había pasado, lo que provocó una oleada de manifestaciones en Londres y Nueva York.

Mucho se ha escrito sobre por qué Franco, en alianza con Hitler y Mussolini, escogió la pequeña villa vizcaína para sembrar el terror. Se aducen razones de pura estrategia militar, para destruir un puente y una fábrica de armas que había en el pueblo y también para combatir al frente republicano que se había hecho fuerte en el entorno de Bilbao en plena Guerra Civil; se ofrecen además explicaciones relacionadas con la Segunda Guerra Mundial, en el sentido de que el bombardeo sirvió a alemanes e italianos como ensayo general para la gran contienda. Y se habla, por supuesto, de motivos políticos. Gernika, con su roble situado frente a la Casa de las Juntas, simboliza las libertades tradicionales de Vizcaya y, por extensión, las de los vascos. De hecho, el lehendakari sigue aún hoy jurando su cargo allí. El árbol se mantuvo en pie, a pesar del bombardeo y el posterior incendio y, según escribió Steer, «el objetivo del bombardeo era la destrucción de la cuna del pueblo vasco».

Actos de recuerdo

Desde entonces, Gernika es una ciudad símbolo de las atrocidades que puede realizar el ser humano, como Hiroshima, Nagasaki, Londres, Dresde o Berlín. Un icono que todos los años, el 26 de abril, recuerda a sus muertos como gesto que reivindica la paz. Pero hasta ahora, la efeméride no se celebraba en toda su extensión, por culpa de la existencia de ETA.

Por primera vez y coincidiendo con los 75 años de la tragedia, los actos de conmemoración tienen lugar en ausencia de violencia terrorista en Euskadi, ahora que se han cumplido los seis meses del anuncio de ETA del «cese definitivo de la violencia». Hay más de medio centenar de actividades impulsadas desde diferentes instituciones, entidades y agrupaciones, bajo la idea de «que la cultura y la paz están por encima de la violencia, la guerra y las bombas». Entre otros, se homenajea a Roman Herzog, presidente alemán entre los años 1994 y 1998, que pidió perdón hace ahora diez años a las víctimas del ataque aéreo, y a la asociación liderada por Paul Ríos, Lokarri, «por su contribución para que Euskadi pueda alcanzar la paz». Además, se inaugurará una escultura de Nestor Basterretxea, ‘Agonía de Fuego’, y la Fundación Museo de la Paz de Gernika ha organizado un simposio internacional de historia, que abordará el bombardeo.

Quien finalmente no asiste a los actos será el gran cuadro de Picasso, repetidamente reivindicado desde el País Vasco, especialmente desde sectores nacionalistas, que piden un traslado del ‘Guernica’ a Euskadi al menos para conmemorar la efeméride.