El Athletic saca su mejor versión

El buen fútbol sin resultados no sirve para nada. El juego del Athletic ya había demostrado una enorme transformación respecto a las últimas temporadas, pero necesitaba una victoria contundente para refrendarlo. Este jueves fue el momento y San Mamés pudo contemplar lo que puede hacer su equipo si se tiene paciencia con Marcelo Bielsa. La asfixiante presión al rival y una mayúscula posesión de la pelota se combinaron esta vez con los goles y una clara victoria final. El PSG llegaba con la vitola de cabeza de serie y sus 'petrodólares'

hicieron que los aficionados 'rojiblancos' temiesen una nueva derrota, pero su nivel en la 'Catedral' fue paupérrimo. El público temía a Javier Pastore, pese a que nunca lo había visto jugar, y decepcionó en sus 60 minutos sobre el campo. El rovecharse de las carencias técnicas de Tiéné. Por allí llegó el primer gol de los 'rojiblancos'. De Marcos centró desde la línea de fondo y Gabilondo empalmó de manera soberbia una pelota en el segundo palo, cuando todo el mundo pensaba que la jugada había muerto. El ex de la Real Sociedad es un jugador de rachas. Su rendimiento a principios de temporada fue pésimo y los aficionados descubrían que había jugado cuando Bielsa le mandaba al banco. Pero cuando recupera la confianza, como este jueves, todo cambia.

El PSG quiso sorprender a los 'leones' a la contra, pero se notó que los titulares se habían quedado en París para preparar el próximo partido liguero contra el Olympique de Lyon. En una de esas, el árbitro tenía que haber expulsado a Gorka Iraizoz por tocar la pelota con la mano fuera del área, pero sólo le sacó amarilla.

La presión de los bilbaínos había sido incesante y casi perfecta hasta el primer gol, pero el desgaste físico les pasó factura muy pronto. Cuando todos esperaban el final de la primera parte, De Marcos centró un balón desde la izquierda y Susaeta apareció en el segundo gol para engancharla.

El partido terminó 45 minutos antes del pitido final. El PSG jugó con el freno de mano echado y el Athletic ya pensaba en el derbi del domingo contra la Real Sociedad. Sólo Iker Muniain y su insaciable hambre de gol pudo hacer que los parisinos retornasen a su país con algún tanto más en contra. Fuera del campo, un numeroso grupo de hinchas radicales del PSG demostraron que no habían viajado hasta Bilbao para ver fútbol.

Habían recorrido 1.000 kilómetros con un fin que poco tenía que ver con el deporte. Rompieron escaparates y agredieron a varios viandantes. Siete de ellos no pudieron ver el partido -tampoco les importaba mucho- porque fueron detenidos por la Ertzaintza.