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El inadaptado que conquistó Hollywood

El cineasta Tim Burton ha sabido hallar como nadie la belleza en la oscuridad y mostrar de manera convincente los recodos donde la realidad se convierte en fantasía

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En un mundo cinematográfico encorsetado por la búsqueda de lo comercial, Tim Burton siempre significa una bocanada de aire fresco. Incluír el nombre del director californiano en los créditos de una película dispara automáticamente los resortes, si no del éxito, al menos de la expectación por descubrir qué nueva pieza del puzzle de su universo particular cederá en cada nueva ocasión.

Descrito como un autor visionario, excéntrico o raro, ser un inadaptado le ha supuesto una ventaja a lo largo de su carrera cinematográfica. Tres décadas en las que ha sabido como nadie hallar la belleza en la oscuridad y mostrar de manera convincente los recodos donde la realidad se convierte en fantasía. Todo un mundo propio del que ya el pequeño Burton dejó constancia en un abanico de ilustraciones en las que daba vida a extrañas bestias. Una afición que ha mantenido a lo largo de su vida en una serie de bocetos para sus películas en los que cada mostruo ideado por Burton configura un universo propio y que ahora expone el museo MoMA de Nueva York.

Es de dominio público que Tim Burton tuvo una infancia difícil, una tormentosa relación familiar y una obsesión malsana por las películas de terror de serie B en blanco y negro de los años 60. Un imaginario cultural que lo aleja de lo catalogado como normal pero del que ha sabido obtener una rentabilidad asombrosa gracias a su talento para exhibir el alma de personajes inadaptados, conectando con la capacidad de asombro infantil que todo adulto tiene encerrado en su interior. Y es que domina como nadie el arte de recrear la belleza del monstruo gracias a esa óptica de niño raro desde la que descubrió que el lenguaje de las emociones es universal.

Festival para los cinco sentidos

Definir la atmósfera y el mundo que rodea y envuelve sus películas es labor complicada. Aunque en su filmografía hallamos óperas luminosas como Big Fish, el sello de Burton está caracterizado por la estética gótica, sombras y escenarios ilógicos, un juego de elementos más propios de la realidad distorsionada que ofrecen los sueños, con símbolos que casi podrían crear una escuela de significados y que proporcionan al espectador todo un festival de estímulos.

Dentro de su filmografía, se configuran como indispensables las películas Bitelchus y Eduardo Manostijeras. El delirio onírico de la primera supuso todo un éxito de taquilla mientras que con la segunda culminaba un proyecto que el cineasta concibió siendo apenas un adolescente. Ambas han pasado a considerarse películas de culto para sus seguidores, que destacan asimismo el universo semi literario creado en películas como Batman y la estética gótica que recrearía de nuevo en todo su esplendor en Sleepy Hollow y Sweeney Tood.

Aunque criticado por la pobreza argumental de alguna de sus obras, la estética visual recoge la alabanza unánime de fanáticos y detractores del estilo del cineasta, que crea en cada obra todo un espectáculo para los cinco sentidos. Visualmente destaca el uso del color en cada obra, ya sean los estallidos de color en los escenarios de sus películas más luminosas, o la estética del Burton más gótico, con un inigualable desarrollo de sombras, claroscuros y ambientes tétricos e ilógicos que no escapan sin embargo a la complicidad del espectador.

Las musas de Burton

Cuando Tim Burton encontró a Johnny Deep se inició una historia de amor fortalecida a lo largo de 20 años. Su primer proyecto juntos fue Eduardo Manostijeras y, a partir de ahí, han formado un tándem exitoso en siete colaboraciones en las que ambos se han nutrido del talento del otro.

Su segundo amor es su pareja, Helenna Bonham Carter, imprescindible en sus películas desde que comenzaron su relación en 2001 y que se ha ido ganando un hueco en el sello del director. El excéntrico binomio que conforman se ha visto alimentado con cotilleos y rumores como el de que la pareja vive en casas separadas en Londres y conectadas por un túnel, extremo desmentido por la musa de Burton que, sin embargo, confirmó que viven en espacios diferenciados y que duermen separados por los ronquidos del cineasta. A través de Helena Bonham Carter también se ha conocido que Burton podría sufrir el Síndrome de Asperger, un tipo poco habitual de autismo al que ella señala como razón para el estilo único y la creatividad que el director despliega detrás de la cámara.

Pero no hay dos sin tres. El tercer mosquetero no es un actor, pero representa uno de los elementos característicos del sello Burton. La música. Danny Elfman es el compositor fetiche que pone sonido a cada sueño del alocado director desde que se conocieron en uno de los conciertos que el músico ofrecía con su banda, los Nex Wavers Oingo Boingo. Desde su primera colaboración en La gran aventura de Pee-Wee, comenzaron una fructífera relación que ha cristalido en 12 de sus bandas sonoras.