Coronavirus Cádiz

El año que renunciamos a vivir

La pandemia nos hará... diferentes; este es el impacto del virus en una sociedad que en cuestión de días renunció a la libertad y cambió su manera de existir

J. M. Aguilera

La pandemia nos hará... ¿mejores? ¿peores? Distintos, seguro. Es el paso a otra vida, una etapa extrema de transición pues incluso supondrá una alteración absoluta en los hábitos y costumbres de nuestra existencia. Un drama económico , una tragedia sanitaria , pero todo ello pasará, entre lágrimas y sudores. Sin embargo, este cambio del modelo de relacionarse entre los seres humanos marcará un futuro distópico que por momentos ha sumido a la sociedad en una serie apocalíptica con demasiadas temporadas y que se ha ido recrudeciendo en cada capítulo. Es la crónica de un año en ‘antena’ .

El virus ha penetrado en la piel de nuestro sistema y se ha aferrado a huesos, sangre y órganos, ya que incluso el corazón bombea a ritmo del Covid y la respiración se entrecorta entre medidas y desescaladas. Afecta a todos los ámbitos, a leyes, usos, costumbres, hábitos y planteamientos vitales .

En cuestión de días, con la de siglos que costó ganarlas, gran parte de las libertades que definían a esta época han quedado cercenadas. ¿Quién imaginaría el 7 de marzo de 2020 que un agente de Policía te podría parar por la calle para preguntarte a dónde vas? ¿Que te multaran por pasear por la avenida, por darte un baño en la playa, por quedar con demasiados amigos, por ir a casa de tus padres o abuelos, por acercarte al pueblo de al lado, por llegar a la vivienda demasiado tarde?... Que te reprendieran simplemente por salir de la casapuerta, incluso subir a la azotea. No puede ser.

El ciudadano vive en una etapa extrema de transición pues el Covid-19 supondrá una alteración absoluta en los hábitos y costumbres de su existencia

La gestión de la pandemia ha elaborado un guion que no pasaría el filtro de la credibilidad; historias de fantasía e imaginación que retrotraen a épocas medievales, a la Peste y las guerras. Porque esto es una guerra, sin misiles ni bombas, pero con víctimas, heridos, muertos y la aniquilación de la libertad individual. Estado de alerta, toque de queda, confinamientos... términos bélicos. Y tras el felpudo, la jaula dorada; la ciudad, una inmensa prisión sin barrotes, con unos presos sin grilletes.

Pero con pijama . La prenda de vestir de esta temporada primavera-verano-otoño-invierno. Porque las restricciones, en su mayoría necesarias para contener los brotes, han sido brutales. Tantas que son imposibles de controlar y en ocasiones complejas de cumplir por desconocimiento. Y sin embargo, la influencia ha sido mayor en el comportamiento y costumbres del ciudadano, sin imposiciones externas.

Desde el lavado compulsivo de manos con gel hidroalcohólico , a la desaparición de besos, apretones de manos y abrazos de una sociedad que deja el roce y el cariño para mejores ocasiones. En este apartado numerosas manifestaciones que ‘han venido para quedarse’, uno de los manidos eslóganes de este curso. Sí, el teletrabajo . Faltaba ese impulso para dar este paso que tiende a la desaparición de los lugares comunes y colectivos ‘in presentia’ para trasladarlos a los foros virtuales, ‘on line’. Del latín al inglés. Se trata de uno de los saltos más contundentes que se observarán cuando acabe la pesadilla. También la mejora en la higiene, que depende de la frágil memoria para ubicar una fecha de caducidad, pero a la que durante los próximos años se le otorgará una mayor atención. No todo va a ser malo. La mascarilla está por ver porque Cádiz es la Habana pero no Tokyo, de momento.

El primer café de la desescalada de la primera ola. F. J.

La pandemia ha infectado todas nuestras conversaciones. Ya apenas se habla del tiempo en el ascensor, del partido de anoche en el bar, de moda o viajes en el zaguán. Ahora todas las charlas, debates y disertaciones giran alrededor del coronavirus, sólo falta asomar la oreja para comprobarlo. De virus y de política, de la política con el virus. El Covid-19 ha acabado hasta con los silencios incómodos .

¿Quién iba a imaginar hace un año que te multaran por pasear por la avenida, por darte un baño en la playa, por quedar con demasiados amigos o por volver al domicilio demasiado tarde?

Porque dentro de este ‘topic’ ya se habla de todo. Tasa de incidencia, cierre perimetral, confinamiento, desescalada , EPIs, Pfizer y Astrazeneca, la curva de contagio, los picos y el ‘efecto meseta’, PCR, cuarentena, pangolín, Wuhan y hasta SARS-Cov-2 han enriquecido el vocabulario y elevado el diccionario coloquial a otra dimensión. La España de las autonomías ha dejado paso a la Andalucía de los distritos. Los ciudadanos se han esforzado por aprender mucho, incluso por inventar teorías, y ya hasta ha influido en el lenguaje . Se habla diferente. Y se viste distinto. Con el pijama como tendencia en el ‘dress code’ en detrimento de perfumes, maquillaje y peluquería. Las horas de gimnasia en casa con los ‘influencers’ de cada mes han permitido que el estado físico no se deteriore. Tanto como se temía, porque el Covid-19 se ha notado en la báscula.

¿Se imaginaron alguna vez un año sin Semana Santa, sin Feria, sin Cabalgatas de Reyes... sin Carnaval ? Es necesario abstraerse y meditar para recordar aquellos tiempos para vislumbrar hasta donde han alcanzado los tentáculos del ‘corona’. Ha fulminado las fiestas y las juergas de una sociedad profundamente hedonista, y probablemente condiciona las formas de diversión de un futuro reciente, que no imagina bullicio o algarabía.

Los aplausos a los sanitarios a las ocho de la tarde. A. Vázquez

Lejos quedan esos tiempos de incertidumbre con las mascarillas , durante décadas objeto de mofa para con orientales y ahora prenda obligada ‘sine qua non’ se puede salir a la calle. Y la falta de equipos de protección entre los sanitarios, la compra apresurada de respiradores, la inflación en productos como los geles hidroalcohólicos con los que incluso hubo problemas de abastecimiento y un largo etcétera. Para (no) olvidar.

Hace justo un año se diagnosticaba el primer caso de Covid-19 en la provincia de Cádiz. El paciente cero gaditano . Pocos días después arrancaba el rodaje de este ‘thriller’. Meses en los que no se podía salir del domicilio salvo para comprar comida, medicamentos y sacar al perro, o había que recogerse antes de las diez; que sólo debías estar con diez personas, o seis, o cuatro; que los niños se quedaban sin colegio, los adolescentes sin instituto y los jóvenes sin Universidad, con el miedo a quedarse sin futuro; que el desconocido Fernando Simón se convertía en un vecino más; que no había manera de tener una cita con el médico de cabecera; que había colas para ir a la playa y se miraban las mareas para saber si uno podía bajar a la arena o hacerlo por turnos (con sus correspondientes vigilantes); que se medía la distancia entre toalla y toalla; que a las seis cerraban el bar, retiraban la cerveza y apagaban la tele aunque el partido no hubiera terminado; que había que orar para no perder el trabajo y con suerte pasar al ERTE , y rezar más fuerte para el PCR y la vacuna ; que en el coche no se puede ir con copiloto; que sí, que hay menos contaminación y menos accidentes de coches y menos apuestas y juegos de azar, pero tampoco hay fiestas, ni reuniones de amigos, ni cine ni teatro ni conciertos; que se recuperaron amistades y el tiempo perdido con los seres queridos, y aficiones y pasiones que no tienen por qué ser hacer pan; que se empañan las gafas con la mascarilla y hay que pedir permiso para dar un abrazo de lado y mirando al tendido; que medimos nuestras relaciones con un metro y medio; que así no hay manera de ligar .

El tiempo pretérito se mezcla con el presente, pues todavía estamos en el aquí y el ahora. No es ninguna tontería, más bien una pesadilla con demasiados muertos y una tristeza infinita . Son medibles y cuantificables, pero los daños, efectos y las consecuencias no sólo son económicas o sanitarias, sino psicológicas y sociológicas. Es nuestra gran depresión. El año en que tuvimos que renunciar a vivir .

La vacuna, la mejor arma en esta guerra. A. V.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación