PROVINCIA

«Soy un catalán exiliado en Cádiz»

La situación política y la tensión social obligan a José Luis Granados y a su familia a dejar Barcelona para vivir en El Puerto

Este barcelonés de 54 años interpuso el pasado 2 de septiembre una querella ante el Tribunal Supremo contra Torra por delito de odio

José Luis Granados muestra la copia de la denuncia interpuesta contra Torra FRANCIS JIMÉNEZ

Javier Rodríguez

José Luis Granados llevaba una vida normal en su Barcelona natal hasta que estalló el «procés» y se cruzó en su camino. Se siente catalán por los cuatro costados, pero lamenta que la crisis política y social que vive Cataluña se haya hecho insostenible para quienes no están a favor de la independencia. Los problemas con sus vecinos y las dificultades laborales que ha encontrado le obligaron a tomar una de las decisiones más difíciles de su vida: abandonar su tierra en contra de su voluntad . «Me he tenido que exiliar». En su opinión, «los independentistas no entienden de respeto ni de democracia».

Sus padres emigraron de Jaén a Cataluña en la década de los 50 en busca de un futuro mejor. Fue en Badalona, precisamente, donde la familia de José Luis comenzó una nueva vida. Allí nació hace 54 años y nunca imaginó que terminaría viviendo con su pareja en la localidad gaditana de El Puerto de Santa María ante la imposibilidad de residir con tranquilidad y en paz en la tierra que le vio nacer.

Reconoce que siempre ha habido roces en una comunidad donde el separatismo está latente por todos los rincones, sin embargo, esas diferencias ideológicas nunca se habían resuelto bajo amenazas o golpes «como ocurre ahora». El referéndum ilegal que celebró el gobierno de la Generalitat el 1 de octubre de 2017 con Carles Puigdemont como presidente marcó un antes y un después no solo para la sociedad catalana sino también para el futuro político de nuestro país. Los efectos colaterales de aquella consulta popular han provocado una honda fractura social en la comunidad catalana de muy difícil reconciliación.

Es catalán no independentista y sus vecinos lo apodaron ‘el españolito’

José Luis Granados y su familia son víctimas de este proceso soberanista que arrancó en 2013 cuando CiU se vio obligada a aliarse con ERC y aceptar las condiciones de una consulta popular para la autodeterminación. A partir de entonces, la idea de la independencia de Cataluña se radicalizó y se fue gestando con más fuerza si cabe gracias a otros movimientos separatistas y entidades como ANC y Omnium. El mensaje de «España nos roba» caló entre un sector de la población que se ha visto arropada por la clase política dominante en Cataluña durante la última década.

José Luis Granados observó esta escalada radical desde su puesto de trabajo como transportista y aquella vida tranquila que llevaba en el área industrial de Barcelona empezó a derrumbarse como un castillo de arena cuando el independentismo tomó las calles para imponer su doctrina. El nazismo en estado puro: «con nosotros o contra nosotros» .

«La política es un tema de enfrentamiento», asegura pero quienes peor parte se llevan en esta supuesta guerra de símbolos y mensajes son, precisamente, «quienes no somos partidarios de la independencia». Granados, en su encuentro con LA VOZ, ha señalado que nunca ha alardeado de política en público, «pero tampoco he renegado de mis raíces andaluzas y de mi catalanismo español».

Un apodo que marca distancias

José Luis y su actual pareja abandonaron Badalona para instalarse en Santpedor, un pequeño pueblo a 70 kilómetros de Barcelona, donde ambos iniciaron una nueva etapa laboral en compañía de un hijo con autismo. Sin embargo, la situación no fue nada fáci l . En diciembre de 2015 se celebraron en España elecciones generales y José Luis Granados resultó elegido vocal de una de las mesas electorales. Esta convocatoria electoral ha marcado la vida de Granados y la de su familia por una pregunta que hizo en el colegio electoral: «¿dónde está la bandera española?». Nadie le contestó y él tampoco preguntó más por el símbolo nacional, pero a partir de entonces Granados pasó de ser una persona anónima a ser bautizado en el pueblo como «el españolito» . Su vida y la de su familia se puso muy cuesta arriba.

En el colegio de su hijo se guardó un minuto de silencio contra la represión policial del 1-O

Las miradas y desplantes de algunos vecinos eran habituales cada vez que pisaba la calle. En el apartado laboral la situación iba de mal a peor. Todos los currículum que presentaba estaban escritos en castellano y «las empresas a las que me dirigía exigían el catalán como primera lengua» . De hecho, la subcontrata de una compañía eléctrica lo contrató, pero comprobó que su catalán no era perfecto y optó por rescindir el contrato. Tampoco tuvo suerte como teleoperador, debido al idioma. Granados insiste en que la lengua no debe ser un impedimento para trabajar y se reafirma en el castellano como lengua oficial para redactar el currículum.

Pero la gota que colmó el vaso se vertió durante el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017 cuando Granados preguntó a los Mossos d’Esquadra quién había autorizado la publicación de sus datos en un listado electoral que algunos vecinos portaban en las supuestas mesas electorales del 1-O. Los agentes se encogieron de hombros y, según su versión, «me invitaron a deponer la actitud o, de lo contrario, me detenían por alteración del orden». No obstante, el momento más amargo lo vivió José Luis y su pareja al día siguiente de la fatídica jornada electoral cuando su hijo tuvo que guardar un minuto de silencio en el colegio de educación especial de Santpedor contra la represión policial que, según la dirección del centro, tuvo lugar durante la jornada electoral donde se votó por la independencia.

La situación en el entorno familiar de los Granados se enconó a raíz de las protestas vecinales que tuvieron lugar tras el 1-O con manifestaciones vecinales en la calle a golpe de cacerolas . Algunas de estas concentraciones tenían lugar, precisamente, en la misma puerta donde vive «el españolito». Granados pidió a los manifestantes en reiteradas ocasiones que se desplazaran, ya que el hijo de su pareja no soporta el ruido debido al autismo, sin embargo, esta petición caía en saco roto una y otra vez. Ni los manifestantes ni la Policía Local hacían nada por atender la petición de Granados.

El 14 de octubre de 2017 y previo consenso familiar, Granados y los suyos decidieron «exiliarse» de Cataluña y mudarse al Puerto de Santa María, donde localizaron uno de los mejores centros de educación especial para el tratamiento de los jóvenes autistas. El 15 de noviembre de ese año, la familia viajaba hasta la Bahía de Cádiz para fijar su nuevo lugar de residencia en El Puerto .

Granados decide entonces seguir con la batalla legal que había iniciado meses antes contra el Gobierno catalán. En enero de 2018 empezó a mover papeles para denunciar a la Generalitat por delito de odio y desde Cádiz le aconsejaron los pasos a seguir. Granados, previamente, había denunciado la vulneración de sus datos el 1 de octubre de 2017 en el referéndum ilegal. Esta denuncia la tramita en estos momentos el juzgado número 13 de Barcelona. José Luis Granados también denunció por delito de odio al Ayuntamiento de Santpedor , sin embargo, esta denuncia fue archivada por la Fiscalía de Manresa en 2018.

Granados confía en la justicia y tiene esperanza en ella. Su abogado presentó el pasado 2 de septiembre ante el Tribunal Supremo , en Madrid, una denuncia por presunto delito de odio contra el presidente de la Generalitat Joaquín Torra y su gabinete. Quiere que la Justicia ponga a cada uno en su sitio y «reconozca al catalán no independentista». Granados conoce a varias familias que han tomado su mismo camino, pero prefieren mantenerse en el anonimato por temor a represalias. «Yo no tengo miedo».

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