TRIBUNALES

'La casa de los horrores' de Chiclana: «Aquello era una cárcel donde solo les daban de comer pan»

El guardia civil instructor sostiene que los ancianos eran maltratados y además que los acusados les vaciaron las cuentas

Estrella M. y Markus A. se enfrentan a 19 años de prisión por supuestamente mantener encerrados, desnutridos y enfermos a los mayores que supuestamente cuidaban

Llegada de Markus, acusado en el caso de 'la casa de los horrores de Chiclana'. Nacho Frade

M. Almagro

Una historia terrible, con una ausencia total de empatía y caridad humana. Una pareja que supuestamente se dedicaba a cuidar de ancianos y que hizo todo lo contrario . Engañarlos para que se fueran con ellos a un chalet que prepararon para este fin en Chiclana, y allí tenerlos desnutridos, encamados, mal atendidos y además robándoles todas sus pertenencias y dinero con poderes notariales.

Esa es la versión de la acusación, apoyada en la investigación que sobre este lúgubre asunto realizó el equipo de Personas de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Cádiz. La de los acusados es completamente distinta. Y este lunes la defendía una de las investigadas, Estrella M., una ciudadana alemano-cubana, que, según las pesquisas, pudo ser el cerebro de esta posible película de terror. Su pareja, el otro encartado, Markus A., de origen alemán no quiso declarar a las preguntas de las partes.

El caso conocido como 'la casa de los horrores de Chiclana' arrancaba este lunes en la Audiencia Provincial y se desarrollará hasta este próximo miércoles. La Fiscalía solicita para los encartados 19 años de prisión por diferentes delitos, entre ellos, maltrato, lesiones, falsedad en documento público, y estafa (o subsidiariamente apropiación indebida), como precisaba el Ministerio Público en cuestiones previas ante del inicio de la sesión.

Pues bien, en esta primera jornada, las versiones que se escucharon en la Sección Cuarta fueron diametralmente opuestas. Por un lado, la de Estrella M., la supuesta cuidadora. Y por otro, la del instructor de la Guardia Civil que se encargó de dirigir la investigación y que amplió algunos de los detalles a preguntas de las partes.

«Ellos querían que les cuidáramos y se vinieron con nosotros». Insistió la acusada ante el tribunal. La investigación se inició después de que la Guardia Civil encontrara a María Babes, una anciana alemana de 101 años, en Chiclana. A la provincia llegó desde Tenerife donde se había perdido su rastro. Una amiga suya de Frankfurt, al no tener ninguna noticia de ella, se preocupó por su paradero y denunció.

Al parecer María había dejado Canarias para vivir bajo los supuestos cuidados de Estrella M. y Markus A. en Cádiz. Sin embargo estos cuidados se pusieron en tela de juicio cuando los agentes comenzaron a tirar del hilo. Y no le había ocurrido solo a María sino también a otros tres ancianos más de los que se había hecho cargo la pareja. Según la acusación, los engañaban, los llevaban con ellos y los tenían malnutridos y mal atendidos en un chalet de Chiclana. Además los convencían para que les dieran poderes notariales y así hacerse con todos sus bienes y dinero ya que muchos de ellos no tenían familiares cercanos.

Sin embargo, Estrella M., la única que quiso declarar, aseguró que todo eso es mentira. A preguntas de su defensa, afirmó que tenía experiencia en el cuidado de mayores, que se dedicaba a ello desde finales de 2006 y que había trabajado en diferentes residencias. Por motivos familiares decidió venirse a Cádiz y con ella se trajo a dos ancianos, Silvestre, un octogenario alemán y a Elisabeth, una holandesa de 92 años. María Babes llegaría después. La convenció cuando falleció su marido y ella, según afirmó, se había quedado en pésimas condiciones. «Cuando fui a verla no sé cuánto tiempo hacía que no se duchaba...», afirmó al tribunal. «Le dije que tenía que buscar a alguien que la cuidara o que se viniera conmigo, y ella quiso lo segundo».

Pero hasta que llegó, Estrella y Markus se estaban dedicando al cuidado de los otros dos mayores. Les cobraban unos 1.200 euros. Según afirmó, Silvestre llevaba con ellos nueve años ya. «Le gustaba vivir con nosotros. Estaba muy contento» . Markus asumía las labores de transporte pero también de algunos cuidados. «Decía que era como su nieto».

Además también llegó a la casa Gabrielle. Otro octogenario que había sido marido de Estrella cuando ésta vivía en Cuba en los años 90. «Nos reencontramos en Tenerife porque él quería estar cerca de mí para que le cuidara». Gabrielle falleció en 2016. Dos meses antes le otorgó un poder a su exmujer y cuidadora. «Me dijo que no quería que tuviera problemas con la herencia y él mismo decidió todas las ventas y que ese dinero fuera directamente a mi cuenta. Nunca me pagó por cuidarlo», añadió.

En el caso de Elisabeth, aseguró que le dio el poder incluso antes de que falleciera el marido de ésta pero que «nunca» lo usó hasta que murió este hombre. Como insistió sí les daban de comer. «Tres comidas diarias».

Babes llegó a Chiclana en septiembre de 2017. Y al poco tuvo que ir al hospital de Puerto Real. «No quería comer nada. Yo le compraba batidos de proteína pero no comía ni bebía». Por ello, aseguró, la tuvieron que ingresar en varias ocasiones. Presentaba cuadros de diarrea, deshidratación, fiebre, problemas con articulaciones. «Iba al hospital pero cuando se le daban el alta, ella quería volver a casa. Me decía que allí se sentía presa, que la sacara».

Respecto a la visita que hizo con ella al notario en Cádiz capital, la cuidadora insistió que fue por voluntad de la anciana. Fue entonces cuando Estrella fue declarada única heredera de todos sus bienes . Al poco y tras salir nuevamente de una clínica-residencia, María falleció. Fue incinerada de inmediato por lo que no se le practicó la autopsia.

Estrella, la acusada entra en la Audiencia Provincial. Nacho Frade

La declaración de María

Tras declarar Estrella, el tribunal pudo escuchar la versión dada por uno de los agentes que se encargó de la investigación de este caso. Como confirmó ante los magistrados, iniciaron las pesquisas cuando la policía alemana se puso en contacto con ellos para que averiguaran el paradero de María Babes. Tenían noticias de que la habían trasladado de Tenerife a Chiclana y que durante ese tiempo «habían vaciado todas sus cuentas». La anciana tenía un generoso patrimonio con varios inmuebles.

Los agentes la pudieron localizar en un centro médico del Novo Sancti Petri. Además rastrearon sus movimientos bancarios y confirmaron que de una importante liquidez de unos 200.000 euros pasó a 300 euros. «En cuestión de días». Solicitaron entonces escrituras y documentos públicos y certificaron que había otorgado poderes notariales a la cuidadora. «La fecha de los gastos coincidían con la que ella había estado ingresada y no había salido», aseguró el investigador. Además pudieron hablar con los responsables de la residencia de Chiclana que les comunicó que cuando entraba y recibía sus servicios médicos, su estado de salud mejoraba rápidamente.

Los guardias civiles fueron a ver a María. Todavía vivía. «Nos contó que estando en Tenerife le habían abordado en un parque. Le hablaron de unos anillos que llevaba, que además se quedaron, y que desde que los conoció, lo había perdido todo. Nos contó que ella nunca había autorizado a nadie a quedarse con nada suyo» .

Cuando fueron a tomarle declaración, ante la presencia de un responsable del centro y un intérprete, la anciana estaba «muy afectada porque sabía que habían administrado sus cuentas sin su autorización». Su estado de salud, entonces, en ese centro, era «bueno» y su declaración fue «normal». «Pidió hasta una cerveza».

La Guardia Civil también tomó declaración al notario al que supuestamente habían acudido Estrella y Markus con otra señora que se hizo pasar supuestamente por María. El notario les confirmó que esa anciana había ido acompañada por la pareja y que les dio el poder para que pudieran administrar todos sus bienes.

Fue el día de la detención, cuando la Guardia Civil se encontró con otros dos ancianos en el chalet que tenía una vivienda principal y dos casas anexas. «Nos atendió su sobrino (al que habían puesto al cuidado de los mayores semanas antes), y nos invitó a entrar». Según relató, las habitaciones tenían pestillo por fuera y en la casa no había instrumentos típicos para el cuidado de mayores ni tampoco camas abatibles. «Era una cárcel donde solo se les daba de comer pan». «Estaban en la cama, desorientados».

Silvestre declaró meses después. Como aseguró a los agentes él tampoco había autorizado a nadie que gestionara sus bienes. Solo había dado permiso para que le cuidaran, una cuestión que ahora se dirime en la Audiencia. Si realmente los cuidaron. O hicieron con ellos todo lo contrario.

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