INJUSTICIA. Pequeños peruanos trabajan en un vertedero.
Sociedad

Infancia basura

Una muestra recoge 41 fotografías sobre la explotación de los menores

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El gran poeta de Orihuela Miguel Hernández escribió en 1937 El niño yuntero, un poema sobre la explotación de los menores de edad en la España agraria de aquella época. El creador, muerto de enfermedad en la cárcel de Alicante tras la Guerra Civil, destacaba que el niño del campo «Trabaja, y mientras trabaja/masculinamente serio,/ se unge de lluvia y se alhaja/ de carne de cementerio». Y preguntaba: «¿Quién salvará a este chiquillo/ menor que un grano de avena?/ ¿De dónde saldrá el martillo/ verdugo de esta cadena?».

En España ya no existen los niños yunteros. Sin embargo, en numerosos países, sobre todo en Asia, África y América Latina, todavía hay millones de niños que, en lugar de crecer, aprender, jugar y prepararse para el futuro, tienen que vender su fuerza de trabajo por salarios de miseria. Son niños que crecieron a golpe de injusticia, malos tratos, hambre y enfermedades. Trabajan en condiciones infrahumanas en el campo, en fábricas y talleres, en tiendas y comercios... Los más pobres sobreviven en los basureros de las grandes urbes, venden sus cuerpos a adultos sin escrúpulos a cambio de ínfimas cantidades de dinero, o se convierten en pequeños traficantes y delincuentes que, en algunos casos, acabarán en las garras de policías y jueces corruptos de muchos países del llamado tercer mundo. Son 352 millones de seres humanos en todo el planeta. Esta dramática realidad conmovió hace años al fotógrafo español Juan Díaz García (Barcelona, 1959), quien armado con una simple cámara fotográfica y guiado por su corazón, Juan, que trabaja para la ONG Global Humanitaria, ha recorrido muchos países pobres con el objetivo de hablar del sufrimiento de los más desfavorecidos para que dejen de ser la mayoría de la población. «Siempre me ha interesado la vida de los de abajo, de los que más padecen», manifestó a Colpisa.

Su pasión viajera le llevó a Perú en 2003 para recorrer el país y captar con su cámara uno de sus aspectos más siniestros: la explotación infantil. Ahora, su esfuerzo y su trabajo pueden contemplarse en una exposición de 41 fotografías y varios carteles en el centro comercial Diagonal Mar de Barcelona, bajo el nombre Perú: historias de trabajo infantil. El trabajo no es cosa de niños. En ella se muestran las condiciones de vida y el entorno en el que muchos críos peruanos y sus familias se ven sometidos. Reflejan a unos cuantos de los dos millones de niños que trabajan en Perú y viven de la recogida de basura o cuidan nichos en los cementerios. La exposición se inicia en un vertedero próximo a uno de los distritos más pobres de Lima, el Valle Sagrado de Carabayllo.