DE UN DÍA PARA OTRO

Ay quién maneja mi carpa

En tiempos de fugacidad feroz y redes ruidosas, al caso de la verbena fallida le quedan horas de vida. Asombra que el Ayuntamiento caiga en la torpeza de usar asunto tan banal para alimentar a sus oponentes

Plocia, una de las muchas muestras del desvelo del hostelero por las críticas y opiniones de vecinos y medios. A. Vázquez

J. Landi

Por lo poco que conocemos a los hosteleros , más a los de la nuit y la fiesta, cuesta creer que se dejen asustar por la posible y previsible reacción de los vecinos que quieren dormir. Extraña que ese malestar les haya frenado para montar la verbena de carnaval . Ellos son más de refriega interna e indiferencia externa. De queja crónica propia y un mojón para los humanos. Menos aún parece que les pueda impresionar el interesado «ruido mediático» asociado a la queja ciudadana. Siempre supieron como acallarlo. Hay materiales, como el papel, que amortiguan el sonido. Incluso, resulta discutible que la influencia de los medios aún exista. Más quisieran tenerla todavía la vieja prensa, la radio común, la tele convencional. Todas en una galopante carrera hacia la irrelevancia, en una transformación que se parece mucho a la descomposición (o viceversa), en un salto mortal hacia un escenario con tantos emisores y redactores como oyentes y lectores.

La oposición se opone, un escándalo

La Alcaldía de Cádiz y su círculo saben que esos vecinos, además, tienen unas filias políticas muy claras y una edad media muy alta. Qúe decir de los medios, tan previsibles y desesperados, persiguiendo alguna red antisocial -siempre un kilómetro por detrás de esa basura contemporánea - única productora de ruido ahora. Tanto y tan contradictorio que da igual. Caduca enseguida porque nunca se detiene. Tal es el estruendo que el hábito hace que no se oiga. Culpar también a la oposición , por cometer el crimen de oponerse, que para eso cobra, ya resulta ridículo.

Mis normas, tu culpa

Si algún empresario se ha echado atrás y ha presentado la excusa perfecta, la que Fiestas más ansiaba escuchar, será porque no le interesaban las condiciones (fijadas por el Ayuntamiento), fechas o duración (fijadas por el Ayuntamiento), la ubicación (fijada por el Ayuntamiento). Pero lo de la «presión de algunos vecinos y de cierta prensa» suena a película de Hollywood de los 70 y los 80. A los señalados les encantaría pero creo que ya no estamos ahí.

Lola Cazalilla, en el Palco Municipal del Falla en un Concurso de Carnaval. A. Vázquez

¿En serio, Lola?

Que el Ayuntamiento otorgue poder a esos presuntos enemigos los alimenta. En vano, además, en batalla fútil, pasajera y olvidable, menor, pachanguera. La queja municipal por la pérdida de «empleos» y el frenazo a «un motor económico» produce directamente risa ¿en la hostelería? ¿en la noche? ¿en una verbena? ¿será por ferias y fiestas en las que instalarse? ¿un ayuntamiento que se declara crítico con la economía insolidaria y rácana que provocan turismo, bares y restaurantes, todo el sector servicios? Como decía aquel anuncio de cápsulas de café: ¿en serio, Lola?

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